Burkina Faso: Las cicatrices invisibles de la violencia

La crisis humanitaria con el crecimiento más rápido en el mundo se está desarrollando en Burkina Faso. En los últimos dos años, la escalada de violencia de los grupos armados en el norte y este del país ha obligado a más de un millón de personas a huir de sus hogares

Durante un lunes por la noche en julio, hombres armados llegaron a la aldea de Fondioaga al este de Burkina Faso y mataron a un miembro de la comunidad. A la mañana siguiente regresaron y asesinaron a un segundo hombre, antes de continuar su matanza en un pueblo vecino.

“Fue entonces cuando nos dimos cuenta que si nos quedábamos, matarían a todos. Así que huimos con nuestras esposas, nuestros hijos y nuestros padres”, dice O.K.*, de 45 años. Se escapó con su familia al pueblo de Matiaocoli, a 25 km de distancia.“Dejamos nuestras pertenencias y animales y no sabemos si todavía estarán allí cuando regresemos a casa. Aquí no tenemos nada en absoluto. Es agotador. Estamos llenos de preocupaciones y cansados a causa de ellas“.

La crisis humanitaria con el crecimiento más rápido en el mundo se está desarrollando en Burkina Faso. En los últimos dos años, la escalada de violencia de los grupos armados en el norte y este del país ha obligado a más de un millón de personas a huir de sus hogares. Casi la mitad de ellas han sido desplazadas desde principios de este año, tras un aumento de los ataques. La mayoría vive en condiciones precarias, con acceso limitado a agua, alimentos, refugio adecuado y atención médica, y con el temor constante de nuevos ataques. Durante la actual temporada de lluvias, las personas desplazadas y las comunidades de acogida se enfrentan a desafíos adicionales, incluidos los crecientes índices de malaria y desnutrición.

Hay otro problema de salud, menos visible, pero igualmente devastador.

“Las personas que han presenciado un ataque violento a menudo están traumatizadas. Primero se preguntan: "¿Por qué me pasa esto?". Luego, a menudo se sienten culpables porque sobrevivieron o no pudieron salvar a otras personas. Su sufrimiento es aún peor cuando se ven obligadas a huir de sus hogares”, explica Issaka Dahila, psicóloga de MSF.

Ante la violencia y el desplazamiento, las personas reaccionan y se adaptan de diferentes formas. Algunas se las arreglan a través del apoyo familiar o comunitario. Otras intentan reprimir y contener sus emociones.

“Vemos personas que vienen a nosotros días, semanas o incluso meses después con malestares persistentes como tristeza, miedo, negación o enfado”, dice Dahila. “A veces les escuchamos decir: '¡No valgo nada! Mi vida no tiene sentido”. Algunas personas tienen dificultades para visualizar un futuro propio. Incluso quieren terminar con sus vidas. Este verano, una joven madre de un niño de un año se suicidó después de que hombres atacaran su aldea y mataran a su esposo”.

La decisión de una persona de poner fin a su vida puede ser el resultado de un sufrimiento psicológico significativo que ya no puede soportar. Desde su perspectiva, la única forma de detener este sufrimiento, este dolor perpetuo, es suicidarse o intentar suicidarse. Aunque estos casos no ocurren con frecuencia, ilustran el trauma que están experimentando las personas afectadas por esta violencia. El número de pacientes con problemas de salud mental aumenta durante los conflictos; en promedio, el cinco por ciento de las personas desarrollan trastornos mentales graves y el 17 por ciento, trastornos leves y moderados.

Para ayudar a aliviar el sufrimiento de las comunidades desplazadas y de acogida, en Médicos Sin Fronteras iniciamos actividades de salud mental en la región oriental de Burkina Faso a finales de 2019.

De julio a septiembre, 128 personas asistieron a consultas individuales y 4,391 acudieron a sesiones grupales de salud mental. Mientras que algunas acuden a nuestras clínicas directamente para buscar ayuda, muchas más son derivados de otros servicios médicos.

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“Cuando nos reunimos con los pacientes por primera vez, describen síntomas físicos, como problemas para dormir, dolores de cabeza, latidos cardíacos más fuertes o una sensación de miedo sin razón aparente. Generalmente, las personas identifican mejor los problemas físicos que los psicológicos y emocionales”, dice Dahila. Los niños tienen su propia forma de reaccionar ante la violencia y el desplazamiento que han presenciado y experimentado. Algunos muestran signos como mojar la cama y tener pesadillas. También pueden usar juegos para reproducir el evento traumático. Otros niños y niñas están en negación.

El equipo de salud mental de MSF en Burkina Faso ofrece una serie de servicios para aliviar el sufrimiento psicológico de las personas afectadas por la violencia, el conflicto o el desplazamiento. Estos incluyen sesiones de asesoramiento individual, familiar y grupal, donde los especialistas en salud mental se enfocan en los mecanismos de afrontamiento y la construcción de resiliencia. También se abordan cuestiones y enfermedades específicas, como la violencia sexual, el VIH / SIDA y la desnutrición. Para las personas que han experimentado recientemente un evento traumático, los especialistas en salud mental de MSF ofrecen "primeros auxilios psicológicos", una técnica diseñada para reducir la aparición de un posible trauma psicológico.

MSF está llevando a cabo sesiones de sensibilización sobre la importancia de la salud mental, pero no todas las personas que necesitan ayuda la buscan. Un problema es la dificultad que enfrentan las personas para acceder a los servicios de salud mental en áreas remotas e inseguras. Otro desafío es el estigma que todavía se asocia a menudo con los problemas de salud mental en Burkina Faso.

*El nombre se ha cambiado por motivos de seguridad.

 

 

MSF comenzó a trabajar en Burkina Faso en 1995. En la actualidad, nuestros equipos brindan asistencia médica y humanitaria a las comunidades desplazadas y de acogida en las regiones Este, Sahel, Norte y Centro Norte. Estos incluyen atención médica primaria y secundaria, campañas de vacunación, agua, saneamiento e higiene y distribuciones ad hoc de artículos de primera necesidad.

En el este de Burkina Faso, MSF ha brindado atención médica pediátrica y materna en dos hospitales de distrito y seis puestos de salud en Fada y Gayeri desde 2019. También brindamos servicios de salud mental, llevamos a cabo campañas masivas de vacunación y hemos establecido una red de trabajadores de salud comunitarios capacitados para tratar enfermedades comunes y detectar y derivar pacientes que requieran atención médica urgente. También hemos estado trabajando para mejorar el acceso al agua, inicialmente a través del transporte de agua y mediante la perforación y reparación de pozos.

 

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