MSF renuncia a los fondos públicos de la Unión Europea y sus Estados miembros, en protesta por su dañina política migratoria

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La externalización del control migratorio practicada por Europa sienta un peligroso precedente para otros países que acogen a refugiados en todo el mundo

Bruselas 17 de junio de 2016.- La organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) renuncia desde hoy a los fondos de la Unión Europea y sus Estados miembros, en protesta por la dañina política migratoria europea, basada en la disuasión y en alejar lo máximo posible de sus costas a quienes huyen de la guerra y el sufrimiento. Esta decisión es de efecto inmediato y se aplica a los proyectos de MSF en todo el mundo.
 
Pasados tres meses del acuerdo entre la UE y Turquía, que los Gobiernos europeos consideran un éxito, miles de personas vulnerables han sido abandonadas a su suerte sin importar el coste humano. Como consecuencia directa de este acuerdo, más de 8.000 personas, entre ellas cientos de menores no acompañados, han quedado atrapadas en las islas griegas, donde han estado viviendo en condiciones extremas, en campos superpoblados, a veces durante meses.
 
Estas personas temen ser devueltas por la fuerza a Turquía, y a pesar de esta posibilidad, se les priva de asistencia legal, su única defensa contra una expulsión colectiva. La mayoría de estas familias, que Europa ha decidido apartar de su vista mediante disposiciones legales, han huido de la guerra en Siria, Irak y Afganistán.
 
 “MSF lleva meses denunciando la vergonzosa respuesta europea, centrada en disuadir a estas personas en lugar de proporcionarles la asistencia y la protección que necesitan”, explica el secretario general internacional de MSF, Jérôme Oberreit. “El acuerdo entre la UE y Turquía va un paso más allá y pone en peligro el mismo concepto de ‘refugiado’ y la protección que este ofrece a las personas en peligro”.
 
La semana pasada, la Comisión Europea dio a conocer una nueva propuesta para replicar la lógica del acuerdo con Turquía en más de 16 países de África y Oriente Próximo; estos acuerdos impondrían restricciones en los convenios de comercio y ayuda al desarrollo a los países que no frenen la migración hacia Europa o no faciliten los retornos forzosos, y premiarían a los que sí lo hagan.
 
Entre estos socios potenciales se encuentran Somalia, Eritrea, Sudán y Afganistán, cuatro de los diez principales países de origen de los refugiados y solicitantes de asilo*. “¿Acaso la única oferta que Europa puede hacer a los refugiados es que se queden en los países de los que huyen desesperados? De nuevo, la prioridad de Europa no es darles la mejor protección disponible, sino mantenerles bien lejos con la mayor eficiencia posible”, señala Oberreit.
 
El acuerdo UE-Turquía sienta un peligroso precedente para otros países que acogen a refugiados y envía el mensaje de que atender a quienes se han visto obligados a abandonar sus hogares es opcional y de que el asilo se puede negociar. Sin ir más lejos, el mes pasado el Gobierno de Kenia mencionó la política migratoria europea para justificar su decisión de cerrar el mayor campo de refugiados del mundo, Dadaab, y enviar a los refugiados de vuelta a Somalia. El acuerdo tampoco alentará precisamente a los países vecinos de Siria –que ya acogen a millones de refugiados– a mantener sus fronteras abiertas.
 
 “El intento de Europa de externalizar el control migratorio está teniendo un efecto dominó, con las fronteras cerrándose una tras otra hacia el este, hasta Siria –apunta el representante de MSF–. La gente tiene cada vez menos lugares a los que huir. En Azaz, 100.000 personas han quedado atrapadas entre una frontera cerrada y el frente de batalla: la aterradora situación de la gente de Azaz ¿va a ser una excepción o por el contrario va a ser la norma a partir de ahora?”
 
El paquete financiero del acuerdo UE-Turquía incluye 1.000 millones de euros en ayuda humanitaria. Nadie duda de que hay necesidades humanitarias en Turquía, país que en la actualidad acoge a unos tres millones de refugiados sirios, pero esta ayuda no se basa solo en tales necesidades: esta ayuda se ha negociado como recompensa por las promesas de control fronterizo. Esta instrumentalización de la ayuda humanitaria es inaceptable.
 
“Las políticas disuasorias que Europa presenta a su opinión pública como soluciones ‘humanitarias’ han agravado el sufrimiento de las personas que necesitan ayuda. Estas políticas no tienen nada de humanitario, no deben convertirse en la norma y deben ser denunciadas”, añade Oberreit. Por todo ello, “Médicos Sin Fronteras no va aceptar más financiación de instituciones y Gobiernos cuyas políticas son tan dañinas. Llamamos a los Gobiernos europeos a cambiar sus prioridades: en lugar de maximizar  el número de personas que pueden rechazar, deben aumentar el número de personas que pueden acoger y proteger”.
 
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MSF proporciona asistencia a las personas que intentan cruzar el mar Mediterráneo para llegar a Europa desde 2002. En los últimos 18 meses, MSF ha atendido a unos 200.000 hombres, mujeres y niños en Europa y en el Mediterráneo. Actualmente, la organización presta asistencia a refugiados, solicitantes de asilo y migrantes en Grecia, Serbia, Francia, Italia y en el Mediterráneo, así como en varios países de África, Asia y Oriente Próximo.
 
Un 92% de los fondos de Médicos Sin Fronteras son de origen privado. Sin embargo, la organización también recibe fondos públicos institucionales en el marco de algunos acuerdos financieros destinados a programas específicos. En 2015, MSF recibió 19 millones de euros de las instituciones europeas, otros 37 millones de Estados miembros de la UE y 6,8 millones del Gobierno de Noruega. En 2016, además de los fondos de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO), MSF recibió financiación pública institucional de Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido y Suecia.
 
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