Apoyamos las actividades de vacunación contra COVID-19 en Karachi, Pakistán

Pakistan is just coming out of its fourth wave of COVID, there is no doubt it will rear its head again in a few months.

Escondido en una polvorienta calle lateral en Karachi, Pakistán, se encuentra el centro de salud de Sher Shah, donde Médicos Sin Fronteras (MSF) apoyamos las actividades de vacunación contra la COVID-19 desde septiembre. El barrio es una zona industrial, con trabajadores y trabajadoras que la transitan durante el día. El polvo blanco flota en el aire, y baila con las vibraciones de la maquinaria pesada; junto al frenesí de la actividad están las familias que hacen de este lugar su hogar. MSF quiere llegar a estas personas para animarles a vacunarse contra la COVID-19.
 
Por el momento, entre 80 y 100 personas acuden diariamente a vacunarse. Las y los pacientes suben las escaleras hasta el primer piso, donde una persona con un chaleco de MSF les dirige a una línea de bancos de madera debajo de la ventana o por un pasillo a la derecha: los hombres y las mujeres de este barrio conservador reciben atención en zonas separadas. Su visita comienza completando un formulario sobre su historial médico antes de que les revisen sus signos vitales y evalúen posibles síntomas de COVID-19. Desde allí, las personas son dirigidas a un puesto de vacunación, claramente marcado con el nombre de la vacuna que recibirán, Pfizer, Moderna, Sinopharm, Astra Zeneca, etcétera. Y después unas sillas les dan la bienvenida para la espera requerida de 30 minutos después de la vacunación; no es tan relajante como pueden pensar, ya que los niños y niñas se tiran alrededor de los pies de las personas adultas, jugando a la pelota. La Dra. Sara espera en su escritorio y observa cómo las personas pasan por las diferentes etapas, lista para intervenir en caso de que haya algún síntoma que deba ser revisado, una consulta sobre un historial médico o una reacción alérgica a la vacuna.
 
Muhammad Ashraf está en el centro de vacunación para recibir su segunda dosis y explica: “Recientemente, la COVID-19 se ha extendido mucho en esta área, así que decidí vacunarme. Hoy completé mis dosis y la próxima vez traeré a mi familia”.
 
 
 
 
La zona de mujeres es más tranquila, está más en calma. A una paciente vestida de negro y dorado le toman la presión arterial, mientras que el pañuelo rosa de la doctora brilla bajo la luz artificial. Otras mujeres esperan afuera, bajo el zumbido de los ventiladores, el aire cálido que sopla por el pasillo lo convierte en un túnel de viento. Hasta ahora, el número de mujeres que acuden a vacunarse contra la COVID-19 es mucho menor que el de los hombres, pero las promotoras de salud de MSF intentan revertir esta situación. Se mueven entre las mujeres hablándoles sobre sus miedos y preocupaciones, respondiendo a sus preguntas sobre los efectos secundarios o cómo proteger al resto de su familia del virus.
 
“Muchas personas siguen teniendo miedo a la vacuna contra la COVID-19, y algunas piensan que morirán dos años después de recibirla”, explica Alina Erum, una de las promotoras de salud de MSF. "Intentamos tranquilizarlas diciéndoles que eso no ocurrirá y les explicamos cómo funciona la vacuna y cuáles son sus beneficios".
 
Al fondo, alejado de toda la actividad, se encuentra el centro neurálgico de la actividad de vacunación: la sala de frío. Aquí es donde las vacunas se mantienen a la temperatura requerida; es una pequeña habitación llena de neveras, congeladores y cajas frigoríficas de color azul. Sentado entre ellas hay un integrante del personal de MSF con su computadora portátil. Su trabajo es asegurarse de que las cosas no se sobrecalienten ni se congelen, y su equipo ha trabajado en estrecha colaboración con el personal del Ministerio de Salud para garantizar que una vez que salgan, la cadena de frío para las vacunas se mantenga. No solo las vacunas contra la COVID-19 deben mantenerse a una temperatura específica, sino que las vitales vacunas infantiles también tienen requisitos estrictos. Las vacunas almacenadas aquí abastecen al proyecto vecino, pero también a la clínica móvil de vacunación contra COVID-19 de MSF en Machar Colony, un asentamiento informal en otra parte de Karachi, una actividad que atiende a unas 50 personas por día.
 
 
 
 
Al salir de la zona, los automóviles en la carretera principal pasan junto a una hilera de altos muros sobre los que se asoman carteles azules y blancos con palabras como en una cafetería. Se trata de las fábricas, a las que acuden diariamente entre 2,000 y 3,000 empleados. Estos hombres, mujeres y sus familias son a quienes el proyecto quiere alentar a venir.
 
“Esta zona tiene una población que oscila entre 96,000 y cerca de 120,000 habitantes, por lo que podemos llegar a muchas más personas”, dice Raja Zahoor, coordinador adjunto del proyecto de MSF. 
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