Nigeria: Testimonios de personas que han perdido la seguridad en Zamfara

El aumento de la violencia en el estado de Zamfara, en el noroeste de Nigeria, está provocando una crisis humanitaria. Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el estado de Zamfara han sido testigos de un alarmante aumento de enfermedades prevenibles asociadas con la falta de alimentos, agua potable, refugio y vacunas.

El aumento de la violencia en el estado de Zamfara, en el noroeste de Nigeria, está provocando una crisis humanitaria. Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el estado de Zamfara han sido testigos de un alarmante aumento de enfermedades prevenibles asociadas con la falta de alimentos, agua potable, refugio y vacunas.
 
Las personas que llegan a los centros de salud de MSF cuentan que el aumento de la violencia les ha obligado a huir de sus hogares, granjas y pastizales. Algunas han buscado protección en las ciudades más grandes de Zamfara, como Anka, donde se refugian en campos formales e informales. Las condiciones de vida en los campos son terribles, sin distribuciones regulares de alimentos ni alojamiento adecuado, y con insuficientes puntos de agua e instalaciones sanitarias. Otras personas se han quedado en sus pueblos, demasiado temerosas de viajar por carreteras inseguras. Muchas han retrasado sus viajes para buscar atención médica o satisfacer otras necesidades básicas.
 
En febrero de 2021, más de 124,000 personas desplazadas vivían en el estado de Zamfara, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), un aumento de más de 12,000 personas desde agosto de 2020. Solo en la ciudad de Anka, nuestros equipos contabilizaron más de 14,000 personas desplazadas, con alrededor de 1,599 llegadas en los primeros cuatro meses del año.
 
 
 
 
A medida que la violencia empeora, se multiplican los informes de secuestros, robos a mano armada, violencia sexual y asesinatos. Entre enero y abril, los equipos de MSF en Zamfara apoyaron a más de 100 sobrevivientes de violencia sexual. Las mujeres, y en ocasiones los hombres, son secuestradas por hombres armados y sometidas a violaciones durante semanas antes de ser devueltas a su comunidad. Esto se suma a la violencia que enfrentan las mujeres dentro de sus propias comunidades.
 
Las y los sobrevivientes de violaciones y agresiones sexuales tienen miedo de viajar por las carreteras peligrosas y, a menudo, buscan apoyo demasiado tarde o no lo buscan. Con frecuencia llegan a nuestras clínicas demasiado tarde para prevenir infecciones de transmisión sexual, sufren traumas mentales graves y necesitan desesperadamente protección. Nos dicen que hay más sobrevivientes que tienen mucho miedo para viajar aquí.
 
Los testimonios a continuación muestran tres ejemplos de diferentes tipos de sufrimiento que atraviesan las personas en el noroeste de Nigeria. Una mujer que fue secuestrada en su pueblo y posteriormente violada, pero que tenía miedo de buscar ayuda; un imam que huyó de su aldea y de su granja a un campo formal en Anka; y un pastor que abandonó su ganado y sus tierras de cultivo y huyó a un campo informal en la ciudad de Anka, pero no puede encontrar una seguridad real allí.
 

"Estaba llorando, pero me dijeron que si no cooperaba, me dispararían"

Testimonio de una sobreviviente de violencia sexual que recibe tratamiento en una clínica de MSF en Shinkafi, en el estado de Zamfara.

"Iba a casa después de la puesta de sol. Había terminado de vender la comida del día. Me secuestraron tres hombres. Tenían armas. Me llevaron a una casa en un pueblo. Me violaron y no me trajeron de vuelta hasta el amanecer.
 
Luego, sucedió de nuevo, dos o tres meses después. Eran alrededor de las 8 pm. Terminé de vender comida y me dirigía a devolver los platos a casa cuando me llevaron de nuevo. Me cerraron la boca y me arrastraron al monte con sus armas. Había tres hombres, cada uno me violó. Dijeron que no me regresarían. Estaba llorando, pero me dijeron que si no cooperaba, me dispararían. Me regresaron hasta la tarde siguiente, cuando todos me buscaban.
 
Estaba llorando cuando regresé, pero no le dije a nadie más que a mi abuela. Ella dijo que debería guardar silencio e ignorar lo que pasó. Entonces, mi padre decidió llevarme al hospital de Zurmi.
 
Lo que me pasó aún me hace llorar. Mi mayor preocupación es que quedé embarazada por lo que me hicieron. ¿Qué voy a hacer con el bebé?"
 

"No sabíamos adónde ir para encontrar seguridad"

Testimonio de un imam en el campo "palacio Emir" para personas desplazadas, Anka, estado de Zamfara.

"Mi nombre es Malan Danbube y solía ser un imam en nuestro pueblo. Viví feliz con mi familia hasta que nos sobrevino esta calamidad.
 
Escuchábamos de vez en cuando sobre hombres armados que asaltaban pueblos y mataban personas. Un día nos pasó a nosotros. Nunca olvidaré ese miércoles. Estos criminales llegaron con sus armas para robar el grano que estábamos moliendo y mataron a veintiséis personas en mi pueblo. Después de que se fueron, enterramos a nuestros muertos, estábamos en estado de shock. Apenas pude pensar en qué decir en las oraciones durante sus funerales.
 
Después de eso, muchos de nosotros abandonamos el pueblo. Tuvimos que hacerlo. Pero no sabíamos a dónde ir para encontrar seguridad. No podíamos permitirnos un coche, así que caminamos y caminamos hasta llegar a una ciudad más grande. No tenía dinero para alquilar una casa para mi familia, por lo que el Emir de Anka nos dio refugio en este campo. Esto fue hace dos años.
 
Desde entonces vivimos aquí. Somos agricultores, por lo que no conocemos ningún otro oficio. Solía ​​alquilar una moto para ir a buscar agua y leña, o trabajaba en una granja en los matorrales para conseguir algo de comida para mi familia. Ahora esos lugares son áreas prohibidas. Las personas que intentan tomar las carreteras mueren una tras otra. No tengo dinero y no tengo adónde ir.
 
Las personas siguen llegando a Anka, pero no hay más espacio para ellas en este campo. Mi hermano llegó recientemente y estoy tratando de encontrar una habitación para él y su familia. El otro día llegó un niño con su abuelo. También están tratando de encontrar un lugar en el campo. Nos dijeron que siete personas murieron en su pueblo.
 
No sé cuándo mejorarán las cosas, no sé cuándo podremos volver a nuestro pueblo y cultivar de nuevo. Gracias a Dios, a veces recibimos ayuda. Estoy agradecido, pero quiero estar en mi propia casa. Antes tenía un baño privado, ahora lo comparto con otras 100 personas. Y tienes suerte si comes todos los días."
 
 

"Ya no podemos vivir aquí"

Testimonio del jefe de un grupo de pastores que se encuentra en un asentamiento informal a las afueras de Anka.

"Mi nombre es Muhammadu Babuga. Durante muchos años hemos estado viviendo en el monte, criando nuestros animales y cultivando cerca de nuestros pueblos, no en la ciudad. Nuestros problemas comenzaron cuando los ladrones empezaron a atacar. Golpean y secuestran a las personas, roban ganado e incluso asesinan. Decidimos irnos y mudarnos cerca de una ciudad.
 
Construimos nuestra casa en un campo informal cerca de la ciudad, un refugio para personas que vienen de diferentes lugares. Hasta ahora, ha venido gente de nueve pueblos diferentes.
 
Vine con más de 100 cabras, pero perdí algunas y vendí otras para construir una casa. Necesitaba dinero para alquilar una granja y conseguir algo de comida.
 
Ahora incluso tenemos miedo de criar nuestro ganado porque los ladrones nos siguieron hasta aquí y nos atacaron. Hace dos meses, incluso nos atacaron en este campo. Robaron algunas vacas; una persona resultó herida y tres más fueron secuestradas y llevadas al monte. Intentamos encontrar ayuda para nuestro amigo herido, pero no pudimos conseguirla antes de que muriera.
 
Después de su muerte, regresamos al campo, pero ya no podemos vivir aquí. Estamos tratando de vender las vacas de las personas secuestradas para pagar su rescate. Solo nos quedamos aquí durante el día para criar el ganado y regresar a la ciudad por la noche y dormir allí. Luego volvemos por la mañana. Nos estamos cansando.
 
 
 
Médicos Sin Fronteras trabaja en el estado de Zamfara, en el noroeste de Nigeria, desde 2010. En Anka, gestiona una sala pediátrica con capacidad de 150 camas en el hospital de Anka, brinda atención médica esencial en el campo más grande de la ciudad para personas desplazadas y administra clínicas de desnutrición para pacientes ambulatorios en la ciudad de Anka y las áreas circundantes.
 
En Shinkafi, MSF gestiona una sala de desnutrición con 39 camas, una carpa de aislamiento para otras enfermedades y una clínica para sobrevivientes de violencia sexual. Los equipos de MSF también proporcionan capacidad de respuesta rápida para tratar la malaria. En Zurmi, MSF apoya un centro de desnutrición pediátrica con 30 camas y una clínica para sobrevivientes de violencia sexual. Los equipos de MSF también brindan apoyo en salud mental y actividades de promoción de la salud en todos estos lugares.
 
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