Salvadoreños sin fronteras que ayudan a poblaciones vulnerables en Panamá, Venezuela y Yemen

Actualmente, nueve salvadoreños se encuentran en proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF) alrededor del mundo. Y hoy, nos comparten sus impresiones sobre sus vivencias.

Actualmente, nueve salvadoreños se encuentran en proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF) alrededor del mundo. Y hoy, nos comparten sus impresiones sobre sus vivencias.

MSF ha trabajado en El Salvador desde marzo 2018, pero más allá de estas latitudes, la organización internacional médico-humanitaria está presente en casi 90 países, con un aproximado de 37,750 trabajadores con perfiles profesionales variados: desde personal médico, de enfermería, logistas, administrativos, conductores o responsables de finanzas, asuntos humanitarios o comunicación. Todos y todas tratan de llevar servicios médicos de manera imparcial a poblaciones afectadas por conflictos, catástrofes naturales o epidemias. Cada vez más salvadoreños contribuyen a este logro en diferentes destinos. Aquí presentamos a algunos compañeros y compañeras que realizan su labor en Panamá, Venezuela y Yemen.

Panamá, uno de los cruces migratorios más peligrosos

La selva panameña del Darién, cuyo cruce se ha convertido en uno de los más peligrosos del mundo, se ha convertido en la única vía de escape hacia el norte para miles de migrantes que se ven obligados a realizar viajes agotadores, subir y bajar montañas, sortear acantilados y precipicios y enfrentarse a ríos de crecida repentina. Sufren accidentes y se enfrentan a la muerte. La ruta tiene peligros adicionales y los migrantes cuentan historias sobre terribles agresiones por parte de bandas criminales que les robaron todas sus pertenencias, incluida la comida y el agua y, además, violan a mujeres y a menores de edad. MSF está presente en una comunidad de llegada de migrantes y dos Estaciones de Recepción Migratoria (ERM) brindando atención médica, servicios de enfermería, salud mental y atención en salud sexual y reproductiva.

Junto con el equipo del Darién, un enfermero, Edwin Castaneda, apoya en actividades clínicas como el monitoreo de signos vitales, la limpieza y curación de heridas, administración de medicamento y más. Karin Alfaro, una enfermera en salud sexual y reproductiva (SSR) brinda atención médica, medicamento y vacunas para reducir el riesgo de enfermedades de transmisión sexual en migrantes que han sufrido agresiones sexuales en la ruta.

Karin recuerda su primer día en el Darién, el nueve de agosto. “Llegó una mujer por la tarde, ya estaba oscuro. Ella temblaba y parecía tener mucho miedo. Su ropa estaba sucia y mojada y en su cuerpo se evidenciaban moretones y golpes”. Karin la atiende con rapidez y en la consulta, la mujer le afirma que hace dos días atrás, varios hombres la habían violado y le habían quitado todos sus artículos personales. “Después de la agresión, la mujer recorrió otros dos días enteros hasta llegar al puesto de salud. Necesitaba atención médica y medicamento con urgencia”. La enfermera interpreta que a pesar de todo el recorrido y lo que les queda por andar, agradecen el trato digno que los MSF les han brindado.

También, dos psicólogas, Yeny Romero y Gabriela Jerez, brindan atención en salud mental para aliviar esas heridas invisibles, escuchar y apoyar para que las experiencias traumáticas no lleguen a definirles la vida. “Las personas que atendemos han sufrido mucho en su paso por una de las selvas más peligrosas del mundo. Llegan a Bajo Chiquito y a las ERM con preocupación, estrés agudo y refieren venir traumadas tras haber sido testigos de muchas situaciones, entre estas, asesinatos, ver a personas caer al precipicio, presenciar violaciones sexuales o haberlas vivido. Una mujer que había sido había sido víctima de asaltos, amenazas, golpes y violencia sexual se acercó con dificultad. Inmediatamente le ofrecí ayuda, la traté con calidez, le brindé primeros auxilios psicológicos y la orienté sobre los posibles riesgos en la ruta”, asegura Yeny.

“Sé que afuera de mi consultorio, mientras atiendo a una persona o a una familia, hay otras cinco o seis más pasando por la misma situación y me esperan para atenderles y escucharlos. Sé, también, que hay muchas que por vergüenza o por estigma a la salud mental, no buscarán ayuda, pero también sé que otras, con mucho dolor, agradecen el apoyo. Esa vez, la mujer me abrazó fuerte y me dijo ´gracias´”, dice Yeny.

En las actividades en Panamá, dos logistas, Moisés Rodriguez y Luis Chicas, también acompañan y apoyan la labor humanitaria en MSF. Ellos facilitan las actividades relacionadas con la asistencia no médica como la gestión y manejo de vehículos, suministros, construcciones y montajes de clínicas y otros. Una médica, Nallely Murillo, que se ha comprometido con brindar atención médica de calidad y calidez atiende las necesidades de la población en tránsito.

Yeny y Karin aseguran que su contribución en la selva del Daríen ha sido uno de los momentos más memorables y enriquecedores. La satisfacción de apoyar a la gente que más lo necesita es una de sus mejores experiencias.

Yemen, una guerra dilatada en el tiempo

Tras más de seis años de guerra, la escasez crónica de suministros y personal médico ha afectado severamente al frágil sistema sanitario de Yemen. Con un gran número de personas que no pueden acceder ni siquiera a la atención sanitaria básica, MSF desarrolla varios proyectos en el país en la que constituye una de sus mayores intervenciones a nivel global.

Allí trabaja Luis Romero como coordinador de terreno en Hajjah, una localidad en el norte del país donde MSF da apoyo a un hospital. Romero gestiona el trabajo entre los distintos departamentos y se relaciona con las autoridades y otras organizaciones nacionales o internacionales de sociedad civil. Además, identifica las necesidades de su equipo y los acompaña en las actividades del día a día.

Asegura que en Yemen hay mucho estigma sobre pacientes con necesidades de atención en salud mental. “Un paciente herido dijo ´yo creo que todos necesitamos ayuda para mejorar nuestra salud mental´”. Luis menciona que usualmente llegan pacientes con trastornos o enfermedades de salud mental y sus familias no saben cómo responder. “De vez en cuando algunos pacientes llegan con cadenas o barras metálicas alrededor del cuerpo, porque sus familias les han inmovilizado después de haber intentado con otro tipo de prácticas, y llegan a nosotros como último recurso. Me sorprendió mucho ver el profesionalismo del equipo, cómo la gente llega desde lejos para recibir atención -a pesar del estigma- y cómo las autoridades y otras organizaciones reconocen la necesidad de atención en salud mental en la ciudad”.

Para Romero es una suerte que su trabajo sea poder ayudar a otros rodeado de gente con buenas intenciones. “Siento que hay tanto por hacer, ya sea cerca o lejos de casa, y eso me inspira a seguir”.

Reflotando el sistema de salud en Venezuela

El sistema de salud público venezolano se encuentra en un estado deteriorado. Muchos hospitales carecen de suministros, equipamiento que funcione e incluso servicios básicos como agua corriente. MSF en Venezuela ha rehabilitado hospitales y puestos de salud, ha distribuido suministros médicos a centros médicos y pacientes, ha reconstruido sistemas de agua y saneamiento. La organización ofrece servicios médicos generales, atención en salud mental, SSR y promoción a la salud.

En la capital, Caracas, Ivania Parada, trabaja en el área de recursos humanos. Participa en la planificación de los recursos humanos, asegura la implementación de sus políticas y procesos, y vela por el cumplimiento de las mejores prácticas en los equipos de oficina y terreno. Además, otra compañera, Vilma Portal, recientemente regresó desde Venezuela tras haber trabajado en el estado de Amazonas como referente médica del proyecto de MSF.

 

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