Afganistán: el sarampión es un riesgo mortal para las niñas y niños con desnutrición

Zainab no durmió bien anoche. Las luces y el incesante sonido de las máquinas en la unidad de cuidados intensivos mantendrían despierto a cualquiera. Pero principalmente no pudo dormir porque estaba preocupada por su hijo de un año, Takberullah, quien también tuvo una noche inquieta e irritable ya que tenía problemas para respirar hasta que el médico le dio un medicamento. “¿Por qué está frío el pie de mi bebé?” Zainab le pregunta a un médico, mientras sostiene el tobillo de Takberullah y coloca una manta sobre su pecho.

Zainab no durmió bien anoche. Las luces y el incesante sonido de las máquinas en la unidad de cuidados intensivos mantendrían despierto a cualquiera. Pero principalmente no pudo dormir porque estaba preocupada por su hijo de un año, Takberullah, quien también tuvo una noche inquieta e irritable ya que tenía problemas para respirar hasta que el médico le dio un medicamento. “¿Por qué está frío el pie de mi bebé?” Zainab le pregunta a un médico, mientras sostiene el tobillo de Takberullah y coloca una manta sobre su pecho. 

Takberullah lleva tres días en la unidad de cuidados intensivos pediátricos del Hospital de Boost apoyado por Médicos Sin Fronteras (MSF), en Lashkar Gah, en la provincia de Helmand de Afganistán. Hace diez días, él y sus dos hermanas desarrollaron fiebre y diarrea, pero Takberullah enfermó mucho más que ellas. Después de dos días apareció un salpullido y su madre lo llevó al Hospital de Boost, donde le diagnosticaron sarampión. 

 

 

Ahora tiene una neumonía grave, una infección respiratoria potencialmente mortal, e hipoglucemia, es decir, un nivel bajo de azúcar en la sangre. Estas complicaciones explican que tenga sus manos y pies fríos, dejándolo en estado crítico. "¿Cuánto tiempo tendrá que estar aquí?" pregunta Zainab, “Tengo otras niñas enfermas en casa, y no sé cómo están”. 

Takberullah recibe oxígeno, antibióticos y glucosa para combatir las complicaciones. Es uno de los más de 1,400 niños y niñas con sarampión que MSF atendió en sus proyectos en Helmand y Herat en febrero. La mitad desarrolló una complicación que requirió su ingreso en el hospital. 

No hay suficientes camas 

El número de casos de sarampión ha sido extremadamente alto en el Hospital de Boost. Desde diciembre hasta fines de febrero, en promedio, más de 150 niñas y niños con sarampión acudieron al hospital cada semana. El 40% de presentó una complicación grave como neumonía y fueron ingresados para recibir tratamiento. 

En Herat, MSF vio cerca de 800 casos de sarampión en febrero. A principios de año, el proyecto contaba con una capacidad de ocho camas de aislamiento para pacientes con enfermedades infecciosas como tuberculosis o sarampión. Muy rápidamente esa sala se vio desbordada por pacientes con sarampión, por lo que se agregaron otras 12 camas. Ahora se realiza el trabajo de rehabilitación para transformar un edificio existente en una unidad de sarampión de 60 camas, que brinde cuidados intensivos a pacientes críticos y atención hospitalaria para quienes se están recuperando. Pero es probable que esto no sea suficiente. 

“El 60% de los casos de sarampión que vemos llegar al Hospital Regional de Herat requieren hospitalización y la mitad de los que ingresamos en cuidados intensivos también sufren desnutrición”, explica Sarah Vuylsteke, coordinadora del proyecto de MSF en Herat. 

Sarampión y desnutrición, una combinación mortal 

La situación es particularmente alarmante dado que Afganistán ya enfrenta una crisis nutricional. Durante meses, las niñas y los niños que reciben tratamiento en los centros de alimentación de MSF en Helmand y Herat a menudo han tenido que compartir camas porque el número de pacientes supera la capacidad de camas de los centros. En ambos proyectos desde enero hasta finales de febrero hubo cerca de 800 niñas y niños ingresados ​​con desnutrición aguda severa.  

“La mayoría de las niñas y niños que vemos en nuestro centro de alimentación y en la unidad de cuidados intensivos han tenido sarampión recientemente”, dice Fazal Hai Ziarmal, líder del equipo clínico de MSF en el Hospital de Boost. “El sarampión daña su sistema inmunológico, por lo que les resulta más difícil combatir las complicaciones por infecciones respiratorias como la neumonía”.

“Si una niña o niño sufre desnutrición, como la mayoría en Afganistán en este momento, su sistema inmunológico ya está muy debilitado y eso puede llevar a una infección de sarampión más grave y prolongada. Esto, a su vez, daña aún más su sistema inmunológico y hace que sean muy vulnerables. Muchas niñas y niños con desnutrición mueren por complicaciones posteriores al sarampión”. 

Luchando por encontrar atención médica  

El sarampión se puede prevenir mediante la vacunación, pero la cobertura en Afganistán es baja y esta es una explicación del rápido aumento de casos. Además, a veces varias familias viven bajo un mismo techo, creando las condiciones perfectas para la rápida propagación de la enfermedad. Algunos niños y niñas se recuperan del sarampión por sí mismos, mientras que el resto necesita medicamentos simples para sus complicaciones, pero incluso estos pueden ser difíciles de encontrar en Afganistán, ya que muchos centros de salud carecen de medicamentos y suministros suficientes. Por esta razón, muchos padres y madres tienen que comprar el medicamento en las farmacias locales. 

 

 

“Mis 12 nietos y nietas se enfermaron, pero estos tres son los que más sufren”, explica Han Bibi, que espera a su hijo en la unidad de detección del sarampión del Hospital de Boost, con sus nietos y nietas a su alrededor. Se les ve aturdidos y desanimados, los tres tienen sarampión. 

“Compramos algunos medicamentos en nuestro pueblo, pero cuando los niños no mejoraron, vinimos aquí. La mayor lloraba diciendo que le dolía el pecho y vomitaba. Está bebiendo mucha agua pero no puede retener nada más”

Presión adicional sobre el sistema sanitario 

“En nuestro proyecto en Herat, dos niñas o niños mueren cada día debido a las complicaciones del sarampión y me da miedo pensar en lo que está sucediendo en otras partes del país que no tienen acceso a una atención más avanzada”, dice Sarah Vuylsteke, coordinadora de MSF en Herat. 

“Los centros de salud públicos que visitamos en áreas rurales tienen la capacidad de atender a pacientes con sarampión con complicaciones leves, pero el personal de cada uno de ellos dijo que no podrían ayudar en casos graves o complicados porque no tienen los suministros, personal o equipo necesarios. Por las niñas y niños que están muy enfermos, los más vulnerables, es muy poco lo que pueden hacer”. 

“Podemos aumentar el número de camas en los lugares donde trabaja MSF, pero esto no solucionará el problema. A menos que haya una campaña de vacunación generalizada, seguiremos viendo cómo aumentan los casos durante los próximos seis meses, lo que ejercerá aún más presión sobre un sistema sanitario que ya es frágil. A largo plazo, el programa de vacunación regular contra el sarampión debe reforzarse para que las niñas y  los niños puedan ser vacunados de forma rutinaria, en lugar de hacerlo en respuesta a aumentos en los casos”. 

En la ciudad de Kunduz, MSF financió el personal y el equipamiento para una nueva sala de tratamiento de sarampión con capacidad de 35 camas en el Hospital Regional de Kunduz. La sala abrió el 27 de febrero y a la mañana siguiente ya tenía más pacientes que camas. 

De vuelta en la unidad de cuidados intensivos pediátricos del Hospital de Boost, el equipo médico se amontona alrededor de la que solía ser la cama de Takberullah, tratando de salvar la vida de un nuevo paciente. Mientras tanto, Zainab ha empacado sus cosas y viaja a casa, sola, para estar con sus otros hijos e hijas. 

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