Análisis sobre las consecuencias de campañas de vacunación falsas

NUEVO LAREDO, NOT A SAFE PLACE

Tras la noticia de una presunta campaña de vacunación falsa en Pakistán con fines de inteligencia militar, Christopher Stokes, director general de MSF, hace un análisis de las consecuencias de este tipo de acciones sobre la asistencia médica y humanitaria. Las poblaciones que más la necesitan son las más perjudicadas.

Tras la noticia de una presunta campaña de vacunación falsa en Pakistán con fines de inteligencia militar, Christopher Stokes, director general de MSF, hace un análisis de las consecuencias de este tipo de acciones sobre la asistencia médica y humanitaria. Las poblaciones que más la necesitan son las más perjudicadas.

Recientemente, el uso de programas de vacunación falsos por parte del gobierno americano con fines antiterroristas fue noticia de primera página. Utilizar la ayuda médica como tapadera para fines militares supone una amenaza para la vida de los pacientes en las zonas más precarias y amenazadas del mundo. Tanto si está historia es verdad o no, el daño ya está hecho únicamente con la más mínima sospecha de que la actividad médica, como por ejemplo una campaña de vacunación, pueda tener otros motivos más allá de la mera provisión de asistencia médica.

En países como Pakistán, las organizaciones de ayuda humanitaria han luchado para obtener acceso y aceptación en el seno de comunidades ya de por sí escépticas respecto a los motivos de cualquier ayuda externa. Dispensar atención sanitaria a personas en zonas volátiles y a menudo remotas requiere mucho esfuerzo diario para ganar su confianza y demostrar nuestra independencia e imparcialidad. Cada vez que un Estado hace un mal uso de las actividades médicas para conseguir información secreta puede hacer peligrar este trabajo, con un enorme coste en salud y vidas humanas.

Para Médicos Sin Fronteras (MSF) como organización medico-humanitaria, los titulares de Abbottabad nos confrontaron con otro ejemplo de una preocupante y cada vez más extendida tendencia a poner la atención médica al servicio de operaciones militares.

Que los Estados y los ejércitos utilicen las actividades médicas como tapadera no es una novedad, pero sigue suponiendo un peligro para los pacientes. Los objetivos militares y de ayuda suelen ir de la mano en las intervenciones militares internacionales, situando las estructuras médicas en primera línea de sus acciones.

En otras partes del mundo, abusos parecidos del acto médico han menoscabado la confianza de personas que van en busca de asistencia y se encuentran convertidas en blanco de ataques indiscriminados. En octubre de 2009, cientos de mujeres y niños concentrados para ser vacunados en siete aldeas de Kivu Norte (República Democrática del Congo) fueron atacados por las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR). Los ataques ocurrieron justo después de que los equipos de MSF recibieran garantías de seguridad de todas las partes en el conflicto para poder llevar a cabo una campaña de vacunación en estas zonas, inaccesibles para el Ministerio de Salud congoleño. Este uso de la ayuda médica como anzuelo para propósitos militares hace que los pacientes pierdan su confianza en los servicios de salud, causando únicamente más sufrimiento a las poblaciones en situación de violencia y desplazamiento.

La confianza de los pacientes en las estructuras de salud se vio más recientemente vulnerada en Bahréin en abril de 2011, cuando las fuerzas gubernamentales utilizaron las estructuras médicas para arrestar y reprimir a los manifestantes, de modo que los heridos en los disturbios temían acudir a ellas en busca de atención sanitaria. Con el hospital convertido en objetivo militar y el sistema de salud en instrumento de seguridad nacional, los pacientes ya no podían ejercer su derecho a ser atendidos en un entorno seguro, y el personal sanitario ya no podía cumplir con su deber de prestar atención sanitaria independientemente de la filiación política de los pacientes.

En 2010, MSF vacunó a 5,8 millones de personas contra el sarampión y la meningitis solamente. Las presuntas acciones de la Central de Inteligencia Americana (CIA) en el caso de Pakistán arrojan serias dudas sobre las actividades médicas legítimas y vitales. Siempre que éstas son utilizadas como instrumento de guerra, nuestra capacidad de prestar asistencia se ve obstaculizada y los pacientes ya no se atreven a buscar la asistencia médica que necesitan.

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