Aprobado el primer fármaco contra la tuberculosis en 50 años

Silvia Márquez, mental health activity manager

La bedaquilina también actúa contra las formas resistentes de la enfermedad. MSF insta a su rápido registro en los países con elevada carga de tuberculosis resistente.

La bedaquilina también actúa contra las formas resistentes de la enfermedad. MSF insta a su rápido registro en los países con elevada carga de tuberculosis resistente.

La aprobación por parte de la Agencia Federal de Medicamentos de Estados Unidos (FDA) de la bedaquilina, el primer fármaco contra la tuberculosis que se aprueba en 50 años, y que además actúa contra sus formas resistentes, es un inmenso paso adelante en la lucha contra esta enfermedad. Por esta razón, la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) insta a su rápido registro en los países con elevada carga de Tuberculosis (TB) resistente.

La bedaquilina es el primer medicamento activo contra la TB que la FDA aprueba desde 1963. “Es un avance mayúsculo, y además el hecho de que este fármaco sea activo contra las formas resistentes a medicamentos de la TB supone que tiene el potencial de cambiar las reglas del juego”, explica el director de la Campaña de Acceso de MSF, el doctor Manica Balasegaram.

En la actualidad, el tratamiento de la TB multirresistente (MDR-TB) tiene un curso de dos años y consiste en la toma de hasta 20 pastillas diferentes al día e inyecciones diarias durante unos 8 meses. Los pacientes sufren insoportables efectos secundarios, entre otros: nauseas persistentes, sordera definitiva o psicosis. Globalmente, sólo el 48% de los pacientes que inician el tratamiento contra la MDR-TB se curan. En los programas de MSF, la tasa de curación es algo más elevada (un 53%) pero sigue siendo excesivamente baja.

“Los ministerios de salud y las agencias reguladoras del medicamento tienen que trabajar juntos para garantizar que los enfermos de MDR-TB se beneficien lo antes posible de este importante avance médico. Es responsabilidad de todos utilizar la bedaquilina para diseñar nuevos regímenes de tratamiento más cortos, más tolerables para los pacientes y más efectivos”, señala el Dr. Balasegaram. “Con este tratamiento deberíamos poder ampliar e intensificar nuestros esfuerzos por tratar la MDR-TB”.

La epidemia de TB resistente a medicamentos es grave: en 2011 se registraron 310.000 nuevos casos. Globalmente, sólo un 19% de las personas que la padecen reciben tratamiento. “Resulta chocante lo limitada que hasta ahora ha sido la respuesta a la TB resistente, en gran parte debido a que los actuales regímenes de tratamiento son complejos y costosos para los sistemas de salud, y difíciles de tolerar para los pacientes”, explica el doctor Francis Varaine, responsable del Grupo de Trabajo para TB de MSF. “Con regímenes más sencillos, cortos y más efectivos, podremos ampliar la escala del tratamiento y curar a más personas”.

Además de la bedaquilina, desarrollada por Janssen, está en proceso de registro ante la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) un segundo fármaco activo contra la MDR-TB, la delamanida, desarrollada por Otsuka; se espera que sea aprobado para su uso en 2013. Ambos medicamentos representan una oportunidad sin precedentes de mejorar el tratamiento de la TB multirresistente: por ello, resulta extremadamente urgente garantizar que los dos fármacos puedan ser combinados y prescritos con la mayor eficacia posible.

No obstante, el acceso a estos nuevos medicamentos depende en gran medida de los fabricantes. Por esta razón, MSF les insta a ponerlos a disposición de los investigadores con el fin de desarrollar regímenes cortos y eficaces de tratamiento, a registrarlos en los países con elevada carga de la enfermedad lo antes posible una vez aprobados y a garantizar su disponibilidad en los países donde son más necesarios.

En 2011, MSF proporcionó tratamiento a 26.600 pacientes de tuberculosis en 36 países, entre ellos 1.300 afectados por formas resistentes de la enfermedad. Entre 2000 y 2011, sólo el 3,8% de los nuevos medicamentos aprobados en el mundo (excluidas las vacunas) se destinó a enfermedades tropicales, tuberculosis y otras infecciones desatendidas, enfermedades que, en su conjunto, representan el 10,5% de la carga mundial de morbilidad.

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