Atrapadas entre las líneas del frente: las babushkas experimentan pérdidas, traumas mentales y ausencia de atención médica

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MSF Atiende enfermedades crónicas no controladas en Járkiv, Ucrania
El médico de MSF Igor Bodnia atiende a María, cuya diabetes le ha provocado limitaciones de movilidad, temblores y dolores de cabeza. ©Linda Nyholm/MSF

Cuando el ejército ruso tomó el control de pueblos y aldeas en la región ucraniana de Járkiv a finales de febrero de 2022, quienes no podían o no querían salir de sus hogares eran en su mayoría personas adultas mayores y con discapacidades. Atrapadas en medio de los combates, se las arreglaron convirtiendo los sótanos en refugios y compartiendo restos de alimentos con sus vecinos, mientras soportaban los continuos bombardeos. 

Ahora, tres meses después de que el ejército ucraniano retomara el control de estas áreas, las necesidades médicas y de salud mental de las personas siguen siendo altas. Muchas comunidades han quedado con instalaciones de salud dañadas, mientras que muchas más han quedado con heridas psicológicas causadas por meses de miedo, pérdidas, aislamiento y proximidad a la violencia. Los equipos de las clínicas móviles de Médicos Sin Fronteras (MSF) trabajan en el área para brindar a las personas atención médica general y apoyo de salud mental. 

 

Enfermedades crónicas no controladas 

La mayoría de las y los pacientes en la clínica móvil de MSF son babushkas, mujeres mayores y abuelas, muchas de ellas con discapacidades, como movilidad limitada y pérdida de la audición o la vista. Algunas de estas condiciones médicas son el resultado de la edad, otras de enfermedades crónicas no tratadas, como la hipertensión y la diabetes. 

“Vemos niveles muy altos de presión arterial, como 200 sobre 100, en comparación con una lectura normal de presión arterial de 120 sobre 80”, explica el Dr. Gino Manciati, jefe del equipo médico de MSF. “En otro contexto, estos pacientes estarían hospitalizados. Aquí simplemente no es posible”. 

La hipertensión no tratada puede provocar complicaciones graves, como pérdida de la vista, insuficiencia renal, deterioro neurológico e incluso la muerte súbita. La falta de personal médico y de enfermería, y medicamentos, además de todo el estrés de vivir en la guerra, ha hecho que las condiciones médicas de muchos pacientes se salgan de control. 

Pacientes esperan su consulta de atención primaria y de salud mental en la clínica móvil de MSF
Pacientes de Hetmanivka, en la región de Járkiv, esperan su consulta de atención primaria y de salud mental proporcionada por el equipo de la clínica móvil de MSF. ©Linda Nyholm/MSF

 

“Lamentablemente, hemos visto a pacientes con complicaciones orgánicas, como la insuficiencia renal”, dice el Dr. Manciati. 

En esta región, la guerra ha impedido que muchas personas con diabetes consigan medicamentos, mientras que la escasez de alimentos les ha impedido controlar su dieta, provocando problemas de movilidad, vista y función muscular, y aumentando su dependencia hacia otras personas. 

Una de ellas es María, que tiene dificultades para caminar después de que su diabetes no haya sido tratada durante meses.  

“Vinimos aquí [a la clínica] por la babushka”, dice Tonya, la hija de María. “Está temblando y tiene dolor de cabeza. Llevamos meses sin medicamento para su diabetes”. 

El esposo de Tonya, que sufre parálisis, está de vuelta en su casa. Como muchas otras personas con discapacidades graves, al esposo de Tonya le resulta difícil salir de casa y, por lo tanto, no puede acceder a ningún tipo de atención médica. 

“Una anciana caminó durante 30 minutos para llegar a nuestra clínica, lo cual no es fácil cuando tienes problemas para caminar”, dice el Dr. Manciati. “Lo que me sorprendió fue que ella no estaba allí por sí misma, sino para conseguir medicamentos para su esposo. A veces vemos esto: estas mujeres mayores vienen con nuestro equipo desde muy lejos, no solo por ellas, sino por sus esposos, hijas o hijos, que no pueden llegar a vernos. Uno cree que estamos aquí para apoyar a las personas que vemos, pero a veces el impacto va más allá”. 

 

Apoyo para sanar las heridas psicológicas 

“Cuando llegó la guerra en la mañana del 24 de febrero, estaba sentada cerca de mi ventana”, dice Raisa, de 68 años, que se quedó en su pueblo natal de Yakovenkove desde febrero. “Escuché fuertes explosiones y vi una nube de polvo en el cielo. Filas de tanques comenzaron a avanzar. Cuando comprendimos que no todo terminaría en un día, tratamos de averiguar qué hacer a continuación: cómo comer, cómo cuidar nuestros jardines. Intentamos acostumbrarnos a la situación, pero era imposible acostumbrarnos a esta cantidad de bombardeos. Disparos toda la noche y todo el día. Fue terrible”, concluye. 

Raisa recibe apoyo de salud mental de parte del personal de psicología del equipo de la clínica móvil de MSF. Brindan a pacientes herramientas para controlar su estrés, lo que puede ayudar a normalizar la presión arterial; y mecanismos de afrontamiento para la ansiedad, las reacciones de estrés agudo y los ataques de pánico. 

“Vine a ver al psicólogo porque todavía no puedo dormir”, dice Raisa. “En la oscuridad de la noche, los cohetes vuelan sobre los edificios. Da mucho miedo. Está destruyendo mi sistema nervioso”. 

Aunque la mayoría de las personas se recuperarán por sí solas de las pesadillas y los recuerdos, el apoyo de salud mental puede acelerar su recuperación. Cuando el apoyo de salud mental por sí solo no es suficiente, los equipos médicos y psicológicos de Médicos Sin Fronteras trabajan en colaboración para encontrar la mejor manera de apoyar a sus pacientes. 

MSF brinda atención médica y de salud mental en Járkiv, Ucrania
A causa de los combates, la casa de Valentyna, de 70 años, resultó dañada dos veces en mayo, y finalmente fue destruida en junio.
©Linda Nyholm/MSF

 

“Duermo muy mal, estoy agotada”, dice Valentyna, de 70 años, de Vasylenkova, cuyo hijo Roma murió por una mina terrestre. “Me despierto horrorizada y lo veo frente a mí”. 

Valentyna está recibiendo atención médica general para ayudarla con sus problemas de sueño, mientras que los psicólogos de MSF le brindan apoyo en salud mental. 

“Esta guerra se llevó mi salud y la de mi hijo”, dice. “Estoy llorando y gritando. Ahora se ha ido y mi vida se ha acabado”. 

Muchas de las mujeres mayores que acuden a las clínicas de MSF se sienten aisladas, abandonadas y solas. En duelo por la pérdida de familiares y la pérdida de la vida que conocían, muchas dicen sentir que sus vidas ya no tienen sentido. 

“Para estas mujeres mayores, la sensación de haber perdido su propósito en la vida les provoca ansiedad, y la sensación de tener que reconstruir un nuevo propósito para los últimos años de sus vidas les causa desesperanza”, asevera el director de actividades de salud mental de MSF, Camilo García. “Escuchamos a mujeres mayores decirnos que sienten que les han robado los últimos años de sus vidas”. 

Entre las personas más vulnerables se encuentran las y los adultos mayores con demencia o condiciones psiquiátricas, que no pudieron viajar a un lugar seguro al comienzo de la guerra, y las personas solas sin nadie que les cuide. Algunas decidieron quedarse en sus casas, otras fueron evacuadas a albergues saturados en las ciudades. Y estas evacuaciones aún continúan. 

Aunque las necesidades de salud mental de las personas en esta región son altas, García cree que su fuerza interior les ayudará a sobrellevar la situación y recuperarse. 

“Las babushkas de Ucrania tienen un poder oculto: la resiliencia”, asevera Camilo García. “Decidieron quedarse en sus pueblos a pesar de los combates y a pesar de las bombas. Han defendido su derecho a quedarse donde pertenecen, esto requiere valor” concluye. 

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