Bangladesh: “Tengo miedo de volver a mi casa, no sé qué hacer”

En la madrugada del 22 de octubre, un grupo de hombres armados atacó a las y los residentes de un campo rohingya con un nivel de violencia no visto desde la llegada de cientos de miles de personas refugiadas a Cox’s Bazar, cuatro años atrás.

En la madrugada del 22 de octubre, un grupo de hombres armados atacó a las y los residentes de un campo rohingya con un nivel de violencia no visto desde la llegada de cientos de miles de personas refugiadas a Cox's Bazar, hace cuatro años.
 
Además de 26 personas heridas, los cuerpos de 3 personas fallecidas fueron llevados a nuestro centro de MSF, y un paciente murió poco después de su ingreso. De acuerdo con las autoridades locales, en total murieron siete personas. Los agresores presuntamente pertenecían a un grupo armado activo dentro de los campos. Este nuevo evento ha incrementado el miedo entre toda la población refugiada que vive en la zona debido a la creciente sensación de inseguridad.

“Escuché mucho ruido y disparos, así que fui a la madrasa (instituto educativo) a buscar a mis hermanos y llevarlos a casa. Solo tienen ocho y nueve años y no era seguro. Mientras caminábamos de regreso a casa, un grupo de personas nos atacó con palos, cuchillos y pistolas”, cuenta Awas, de 20 años, recordando la mañana del ataque mientras yace en una cama del hospital de Kutupalong de MSF para recuperarse.

"Alejé a mis hermanos para que los atacantes fueran por mí. Me golpearon por todas partes y me cortaron los dedos”, dice. 

En el hospital, Awas está acompañado por su familia, incluyendo algunos de sus hermanos y hermanas. “Estoy muy asustado, pero no vemos otra alternativa que volver. Somos 12 en casa, incluyendo a mi mamá, mi esposa y mi hija”, dice.
 
“Los atacantes llegaron alrededor de las 3 de la mañana, algunos de nosotros estábamos orando y otros estaban afuera porque teníamos miedo, podíamos ser atacados”, dice Solim, uno de los profesores de la madrasa. Estuvo presente durante el ataque y ahora también está ingresado en el hospital de Kutupalong. 
 
“Cuando comenzó, éramos unas 20 personas en el edificio- incluyendo niñas y niños pequeños- y los atacantes entraron por las cuatro puertas, armados con palos, cuchillos y armas de fuego”, dice Solim. 
 
Solim escapó de la muerte porque los atacantes pensaron que ya estaba muerto. Un vendaje sobre su cabeza cubre una herida que sufrió después de que le arrojaran una roca. “Me quedé inconsciente, no recuerdo cómo obtuve las otras heridas”, dice. Tiene heridas de arma blanca en uno de sus brazos y dos dedos rotos. 
 
En su opinión, las cosas empeorarán en los campos de personas refugiadas. “La violencia aumentará. Las personas tienen miedo. No queremos estar con criminales, por eso algunas personas huyen de los campos sin importar los riesgos”, dice Solim. “Para que podamos sentirnos seguros, las autoridades tienen que identificar a los atacantes y tomar acción, y algunos de nuestros líderes comunitarios deben alzar la voz contra estos ataques”. 
 
Nueve pacientes- tres en estado crítico-  permanecen en el hospital de Kutupalong casi una semana después. Esto ocurrió un mes después del asesinato de un destacado líder rohingya también dentro de los campos, presuntamente a manos de un grupo armado rohingya. 
 
“Seguimos tratando de entender cómo evolucionará la situación después de los incidentes en el campo 18, pero estamos viendo que las condiciones en los campos se deterioran de muchas maneras diferentes”, dice Natàlia Torrent, representante de MSF en Bangladesh.
 
 
 
 
“Los hechos violentos son parte de una situación generalizada que miles de personas se ven obligadas a enfrentar aquí. La solución inmediata no debería ser solo llevar a las personas a otros campos, sino mejorar lo que está sucediendo en estos”, dice Torrent. 
 
"Este empeoramiento de las condiciones está cobrando factura a las vidas de la población refugiada. La salud mental de las personas está deteriorándose, y hay una sensación cada vez mayor de desesperanza, estrés, ansiedad y depresión en los campos", dice Sandra Zanotti, responsable de salud mental en el hospital de MSF en Goyalmara. 
 
“Muchas personas quieren regresar a Myanmar si se les garantizan sus derechos y su seguridad, ya que ahora descubren que no pueden sentirse seguros en los campos en Bangladesh y no hay nada que puedan hacer al respecto”, agrega Zanotti.
 
Algunos de los pacientes tratados por MSF dijeron tener miedo de volver a casa una vez que sean dados de alta. “Mi familia y yo podríamos ser atacados”, dice Hossen, uno de los estudiantes heridos en la madrasa. “Pueden atacar en cualquier lugar, a cualquiera que no está trabajando con ellos”.
 
También expresa su preocupación sobre cómo puede evolucionar esta situación diciendo que este es el ataque más grave que ha visto desde que llegó a Bangladesh en 2017. En su opinión, las autoridades deberían hacer más. “Los atacantes pueden ser identificados. Tienen que ser arrestados y acusados, sin que los liberen poco después”, dice.
 
"No, no podemos volver a casa", dice la madre de Zunaid con una mirada temerosa. Está sentada en el hospital de Kutupalong junto a la cama de su hijo de 20 años. "Se supone que Zinaid no debía estar en el campo donde se produjo el ataque. La noche anterior, visitó a un amigo en el campo 18 y se le hizo demasiado tarde para volver a casa, así que decidió quedarse". 
 
“En medio de la noche escuché un ruido afuera y fui a ver qué pasaba. De repente, un grupo de  hombres me agarró. Me golpearon por todas partes con un palo de madera. También me apuñalaron en el pecho”, dice Zunaid. A la mañana siguiente fue tratado en la clínica Balukhai de MSF y ahora se recupera en el hospital. Vive con su madre, su padre y su esposa, pero tiene mucho miedo de volver a casa. “No sé qué hacer.” 
 
 
*Los nombres de los pacientes han sido cambiados por motivos de seguridad 
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