Brasil: Migrantes de Venezuela sin acceso a salud, refugio y servicios básicos en Roraima

Desde que la frontera entre Brasil y Venezuela fue abierta parcialmente en julio de este año, un alto número de migrantes y solicitantes de asilo han cruzado la frontera solo para encontrarse viviendo en las calles, con un precario acceso a salud y otros servicios básicos en el estado de Roraima.

Desde que la frontera entre Brasil y Venezuela se abrió parcialmente en julio de este año, un alto número de migrantes y solicitantes de asilo cruzaron la frontera solo para encontrarse viviendo en las calles, con un precario acceso a salud y otros servicios básicos en el estado de Roraima.
 
Pacaraima, una ciudad de 20 mil habitantes en el norte de Roraima, es el primer lugar al que llegan cientos de personas de Venezuela que cruzan la frontera con Brasil, diariamente, con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida y de seguridad para ellos y sus familias. Se estima que diariamente 500 personas viajan a través de caminos improvisados llamados “las trochas”, mientras que la oficina de migración de la pequeña ciudad fronteriza procesa solo 65 solicitudes de regularización migratoria diariamente.
 
 
 
 
“En contraste con su esperanza, la mayoría de las personas enfrentan una difícil realidad", dijo Michael Parker, coordinador de proyecto de MSF en Roraima. “Las personas que llegan a través de "las trochas” usualmente sé que quedan en Pacaraima hasta que su estatus migratorio es aclarado, el cual es un proceso muy lento”.
 
“El sistema de salud es precario y no hay infraestructuras suficientes para albergar a las personas migrantes”, continuó Parker”. “Como resultado, cientos de hombres, mujeres e infantes viven en malas condiciones sin acceso a servicios básicos de salud”.
 
En noviembre, de acuerdo a la Organización Internacional de Migración (OIM) más de 3 mil personas se encontraban viviendo en situación de calle en Pacaraima, en espera de que su estatus migratorio fuera aclarado, debido a la falta de albergues. 
 
“De acuerdo a la ley brasileña, toda persona tiene derecho al acceso a los servicios de salud pública, sin importar el estado en el que se encuentre su proceso migratorio”, agrega Parker. “Pero la realidad es que, inclusive con este derecho, actualmente los servicios se encuentran saturados y limitados en el estado de Roraima”.
 
En respuesta a la falta de servicios de salud y acceso a la información, MSF cuenta con servicios médicos primarios, de salud sexual y reproductiva, y salud mental, por medio de clínicas móviles en las ciudades de Pacaraima y Boa Vista, en donde se estima que otras 2 mil personas se encuentran sin acceso a los albergues, de acuerdo a la OIM. De enero a octubre de 2021, los equipos de MSF atendieron a 37,517 pacientes en todos sus servicios. 
 
 
 
 
 
MSF vio un claro incremento en la demanda de atención cuando la frontera fue abierta parcialmente después que las restricciones por la pandemia de COVID-19 se retiraran en julio. De julio hasta finales de septiembre los equipos atendieron a 14,511 pacientes y el 56% del total de las consultas de los primeros nueve meses del año fueron realizadas en esos tres meses. Los principales diagnósticos que se han visto en las consultas son infecciones respiratorias y ginecológicas. Los equipos de salud mental identificaron síntomas de depresión, ansiedad y estrés agudo en el 69% de sus pacientes. Las principales causas fueron desplazamiento, separación familiar, caminar largas distancias y situaciones de violencia. 
 
“Cuando la gente llega y nos ve, la principal pregunta que nos hacen es sobre los servicios de salud y cómo acceder a ellos”, dijo Alvilyn Bravo, promotora de salud en el proyecto de Roraima. “Se encuentran en un país con una cultura diferente y enfrentan barreras culturales, como el idioma, y entender cómo funcionan los servicios de salud o cuales están disponibles”. 
 
MSF también lleva tiene actividades de promoción de salud donde se enfocan en mensajes de salud sexual y reproductiva. 
 
“Cuando llegué a Brasil, hace dos años, no había tanta gente como la hay ahora”, mencionó Alejandra*, paciente de MSF. “Los servicios a los que podíamos acudir, cuando recién llegamos, como tener una cita con el médico, ahora no están disponible. El único servicio de salud al que puedo acudir es esta clínica".
 
“Pude traer a mi hija de Venezuela hace un par de meses”, agregó Alejandra. “Su proceso de migración aún no está completo y siempre que vamos a ver como van, la oficina siempre está llena, las calles llenas, y solo sigue llegando más gente".
 
Y aún con la precariedad extrema que se vive en Pacaraima, migrantes y solicitantes de asilo dicen, casi de manera unánime, que prefieren estar en situación de calle en Brasil que quedarse en Venezuela.
 
“Al llegar aquí, dormía en el piso sobre una caja, y eso era mejor que estar en Venezuela”, finalizó Alejandra. 
 
 
 
 
“Nuestros y nuestras pacientes nos cuentan que migrar no era parte de su plan de vida, lo consideraban un último recurso para escapar de la inseguridad social, financiera y alimentaria de su país de origen", dijo Parker. “Durante el trayecto, enfrentan hambre y peligros mientras intentan huir a un lugar estable y seguro. A pesar del contexto difícil, escuchamos historias de esperanza y deseos para una vida mejor".
 
Nuestros equipos son testigos de la llegada de familias, mujeres, menores de edad y hombres a Brasil en busca de seguridad y una mejor vida. MSF hace el llamado por más apoyo en los servicios de salud e infraestructura, como albergues y servicios básicos, para migrantes y solicitantes de asilo en Pacaraima y Boa Vista. 
 
 
*Los nombres fueron cambiados por protección de la paciente
 
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