Brindamos atención médica a las personas en Etiopía

Las actividades médicas de MSF en el centro de Kule
En el centro de salud del campo de personas refugiadas de Kule, MSF gestionamos un departamento para pacientes hospitalizados que, entre marzo y noviembre, admitió 1,799 pacientes. © Gabriella Bianchi/MSF

Se estima que más de 22 millones de personas necesitaron ayuda humanitaria en Etiopía durante 2022. Muchas se enfrentaron a las trágicas consecuencias del conflicto, especialmente las comunidades de las regiones de Afar, Amhara, Tigray y las Naciones del Sur (SNNPR). 

Al mismo tiempo, los desastres naturales llevaron al límite los mecanismos de sobrevivencia de la población. Las comunidades de la vasta región somalí sufrieron la que se considera la peor sequía en cuarenta años, y cuando las inundaciones impactaron la región de Gambella, más de 180,000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares; y las instalaciones médicas sufrieron graves daños.

En Médicos Sin Fronteras (MSF) respondemos a las necesidades médicas y humanitarias urgentes de la población de todas estas regiones, incluidas las afectadas por las mortales enfermedades tropicales desatendidas endémicas de Etiopía. Nuestro personal nos compartió lo que ha visto sobre la necesidad y el impacto de la acción humanitaria en Etiopía.

 

Zona de Sitti, región Somalí: clínicas móviles de estabilización 

“Entre julio y septiembre respondimos a una terrible emergencia en la zona de Sitti, en la región somalí de Etiopía, un área afectada cíclicamente por una combinación de sequías e inundaciones, la pérdida de los medios de subsistencia, así como conflictos cercanos y desplazamientos”, explica Anna, la coordinadora del proyecto de MSF.

Según Anna, el reto era encontrar la forma de responder a las enormes necesidades de comunidades dispersas por una zona enorme. Por esta razón, MSF puso en marcha clínicas móviles de estabilización nutricional en varios lugares, y realizaban consultas médicas y una primera respuesta a casos de desnutrición con alimentos terapéuticos.  

El proyecto estaba dirigido a niños y niñas, pero las personas adultas con desnutrición severa también recibían atención médica y a los pacientes con complicaciones se les trasladaba al centro de alimentación terapéutica de MSF en Asbuli para recibir una atención más avanzada.

“Durante la intervención, casi 2,600 personas recibieron consultas médicas. Sabemos que nuestra intervención fue limitada, ya que solo pudimos responder a las necesidades de las personas a las que podíamos llegar o que podían llegar a nosotros. Sin embargo, considero que la intervención fue un éxito porque se puso en marcha en el momento oportuno y, junto con la labor de las autoridades regionales y otras organizaciones, sin duda se salvaron vidas y se ayudó a superar la brecha del hambre hasta que por fin llegaron las lluvias”, afirma Anna.

Respuesta médica de emergencia de MSF
Las personas que habitan Lat, un pueblo remoto en la región de Amhara en el norte de Etiopía mientras esperan recibir atención médica de MSF. © Gabriella Bianchi/MSF

 

Zona de Liban, región somalí: Respuesta al cólera

El pico de la temporada de desnutrición fue en noviembre. Mientras nuestra respuesta de emergencia a la desnutrición empezaba a reducirse, otros equipos de MSF se preparaban para responder a un brote de cólera.  

Los equipos médicos empezaron a impartir formación práctica sobre gestión de casos de cólera al personal médico local. Además, el personal de MSF experto en logística, agua y saneamiento garantizaba el acceso al agua potable y la higiene, una labor crítica que a menudo queda a la sombra de la acción médica de nuestra organización, pero que resulta indispensable.

Los equipos viajaron durante cinco días para llegar a Kersa Dula, en la zona de Liban, y responder al brote que se propagaba rápidamente. El cólera es una enfermedad que puede precipitar o agravar la desnutrición. 

“Una vez en el lugar, el equipo se apresuró a instalar una unidad de tratamiento del cólera con letrinas y duchas. Como el número de personas afectadas aumentó en la zona de Liban, el equipo también construyó una unidad de estabilización en Baliat”, explica Najah Aden Mire, responsable de Agua y Saneamiento de MSF.

“Por otra parte, unas 75,000 personas viven en el campo de desplazados de Adeley, el más afectado por la epidemia de cólera, y el equipo instaló centros de tratamiento, puntos de lavado de manos, construyó 12 letrinas y una planta de tratamiento de agua para que la gente tuviera acceso a agua potable limpia. También instalaron puntos de rehidratación oral en el campamento”, agrega Najah Aden. 

Dado que ya se han reportado casos de cólera y sarampión, la posibilidad de que se produzcan nuevos brotes, incluyendo otras enfermedades, es alta. El equipo trabajó en colaboración con la Oficina Regional de Salud impartiendo formación sobre gestión de casos y prevención y control de infecciones al personal sanitario local.

 

Región de Amhara: Comunidades afectadas por el conflicto

En las zonas rurales del norte de Amhara afectadas por el conflicto, la población ha sufrido violencia, pérdida de propiedades y bienes, y lucha por acceder a servicios básicos como la atención médica debido a la interrupción de los sistemas. Los meses de conflicto en la región han agotado los mecanismos de sobrevivencia de la población.

“Aquí vemos necesidades muy elevadas. La mayoría de nuestros pacientes sufren depresión, algunos han perdido familiares o sus casas han sido destruidas, otros pueden haber perdido sus medios de vida“, explica Demeke, supervisor de los servicios psicosociales.

“Varios de los pacientes que atendemos son sobrevivientes de violencia o pueden haber presenciado sucesos traumáticos y padecen ahora un trastorno de estrés postraumático. Frehewot fue una de esas pacientes. Sus padres trajeron a esta niña de seis años a nuestra clínica después de que empezara a mojar la cama. Se hizo evidente que sus síntomas habían aparecido repentinamente después de haber atestiguado actos violentos y tras haber visto cadáveres tirados a un lado de la carretera”, agrega. 

Entre los servicios médicos esenciales que ofrecen los equipos móviles de Médicos Sin Fronteras, la salud de la mujer y el apoyo psicosocial son fundamentales en la respuesta.

Nuestros equipos médicos han atendido a sobrevivientes de violencia sexual y de género.  A las sobrevivientes se les ofrece atención médica y apoyo psicosocial”, explica Noortje, una de las médicas de MSF que trabaja como parte del equipo de clínicas móviles que ofrece atención en la región.

“Las historias que escuchamos son bastante similares. Compartiré el ejemplo de una mujer de 45 años que fue agredida sexualmente hace un mes. La llamaré Lilian”, dice Noortje. 

Consulta médica de MSF en el campo para personas desplazadas de Kule
Nyamuol, que llevó a su bebé, Nyacoth, a recibir atención médica por parte del equipo de MSF. © Gabriella Bianchi/MSF

 

La violencia sexual está muy estigmatizada; por cada persona que busca tratamiento, muchas otras no lo hacen. Cuando Lilian acudió por primera vez a la clínica, sufría dolores inexplicables en el abdomen. A la gente le preocupan las infecciones graves como el VIH, por lo que dedicar tiempo a explicar los riesgos y la profilaxis post-exposición marca una gran diferencia. Después de recibir atención médica, me di cuenta de que ya se sentía aliviada y tranquila”, dice Noortie. 

Campo de Kule: MSF no tiene fronteras 

En el campo de Kule, donde residen actualmente más de 50,000 personas procedentes de Sudán del Sur tras haber buscado refugio, los equipos médicos de MSF ofrecen servicios de atención médica primaria y secundaria y tratan tanto a pacientes ambulatorios como hospitalizados. 

“Manejé 45 minutos para llevar a mi hija y a mi mujer al médico“, dice Temesegen, empleado estatal del Servicio de Refugiados Retornados. “No es la primera vez que vengo al hospital de MSF. En 2019, me ingresaron en estado crítico. En ese momento, primero había visitado otro centro de salud, mucho más cerca de donde vivía, para buscar tratamiento, pero al ver que no mejoraba me dijeron que probara con otra organización llamada MSF, en el campo de Kule. Aunque hay otras opciones, MSF ofrece el mejor servicio de calidad“, afirma. 

“Nuestros pacientes no son sólo personas refugiadas de Sudán del Sur”, dice Hailemariam, médico que trabaja en la sala de urgencias del centro de salud de Kule. “También prestamos servicios a las comunidades que nos  acogían. Muchos trabajan aquí para distintas organizaciones de ayuda, así como para la organización etíope para las personas refugiadas. También vienen personas de otros campos de refugiados; pueden tardar hasta cuatro horas en llegar aquí. La mayoría de los pacientes son niñas y niños menores de cinco años y mujeres embarazadas. Tenemos un formulario de registro en el que anotamos de dónde viene la gente, pero específicamente con fines médicos, porque en MSF no hacemos distinciones a la hora de tratar a los pacientes. Yo también no soy de aquí, vengo de Addis, otros colegas son de Gambella, en MSF no hay fronteras”, concluye. 

 

Abdurafi, región de Amhara: Mordedura de serpiente 

Tanto el envenenamiento por mordedura de serpiente como el kala azar, la segunda enfermedad parasitaria más mortífera del mundo, son endémicas en Etiopía y figuran entre las enfermedades más desatendidas del mundo.

“Acabábamos de reabrir nuestra clínica en Abdurafi cuando, tres días después, nos trajeron del hospital de Metema a un niño de 12 años al borde de la muerte. Había sufrido envenenamiento por mordedura de serpiente en el pie derecho. Provenía de Abdu, un pueblo a 100 kilómetros de Metema”, cuenta Kassaye, responsable de actividades médicas de MSF en Abdurafi.

“Los médicos de allí pudieron meterlo en una ambulancia y enviarlo a Abdurafi, el centro donde, desde 2015, MSF ofrece tratamiento antiveneno gratuito y de calidad. Llegó en muy mal estado. Ni siquiera sus hermanos creían que fuera a recuperarse. Vomitaba sangre, apenas se le distinguía el pulso, estaba en shock hemorrágico y semiconsciente.  

No perdimos el tiempo. Le pusimos dos goteros, uno con el antiveneno y otro con líquidos rehidratantes. Una hora después seguía vomitando, así que le hicimos una transfusión de sangre y le pusimos más antiveneno. Dos horas después, su presión sanguínea se había recuperado, pero seguía sangrando, así que le dimos otra dosis de antiveneno. Lo intentamos todo. Utilizamos 12 viales de antiveneno para tratar al niño. Fue realmente asombroso que el niño se recuperara. 

Me uní a MSF por su impacto en la vida de personas como este chico, y por sus principios. Lo que me parece más vital es la imparcialidad. Está en la esencia de MSF: tratamos a todo el mundo independientemente de quién sea o de dónde venga. 

Recuerdo que por noviembre de 2019, en la frontera con Sudán, no lejos de la clínica Abdurafi- un día, un sudanés vino a nuestro centro de salud. Estaba enfermo de kala-azar, una enfermedad mortal transmitida por la mosca de arena, y que los equipos de MSF tratan en esta clínica. 

Sin embargo, no podíamos entendernos porque él no hablaba ni una palabra de amárico, sólo árabe. Fuimos a buscar un traductor a la ciudad y, efectivamente, encontramos a alguien que podía traducir. El hombre recibió tratamiento, se recuperó y fue dado de alta. Eso es lo que representa MSF. No discriminamos, no miramos de dónde vienen las personas, cuál es su religión, qué afiliación tienen”, concluye Kassaye.

 

 

 

MSF lleva 37 años trabajando en Etiopía, prestando asistencia médica a millones de personas afectadas por conflictos, epidemias, catástrofes o con acceso limitado a la atención sanitaria, en colaboración con las autoridades etíopes a nivel local, regional y nacional. Todas nuestras actividades se rigen por principios humanitarios: humanidad, independencia, neutralidad e imparcialidad. 

Compartir