Cisjordania: “La violencia consume la mente”

Las operaciones de registro llevadas a cabo por el ejército israelí en Cisjordania tras el secuestro de tres jóvenes colonos han supuesto que muchas familias palestinas deban hacer frente a altísimos niveles de violencia, más elevados de los que están habituados. Melanie Kerloc´h, psicóloga de MSF en Nablus, explica su experiencia.

Las operaciones de registro llevadas a cabo por el ejército israelí en Cisjordania tras el secuestro de tres jóvenes colonos han supuesto que muchas familias palestinas deban hacer frente a altísimos niveles de violencia, más elevados de los que están habituados. Melanie Kerloc´h, psicóloga de MSF en Nablus, explica su experiencia.

“Tengo miedo. No quiero que vengan esta noche, por mucho que sepa que sólo quieren atemorizarnos. No quiero que se lleven a mi padre”, son las palabras de una joven palestina Cisjordania confiadas a Melanie Kerloc’h. Los territorios ocupados de Cisjordania representan ahora para el ejército israelí un campo de entrenamiento a gran escala, y esto es sólo una de las violentas y traumáticas situaciones por las que atraviesan las familias palestinas allí. “La violencia es constante. No se detiene, acecha por todas partes”, dice Melanie, “es una espada de Damocles que golpea de forma esporádica” y aunque no todos los palestinos están expuestos a los mismos niveles de violencia, ésta se ha hecho crónica.

Las familias son más vulnerables por las noches, cuando duermen y han bajado la guardia. La irrupción súbita de soldados en sus casas, en el ambiente familiar (que debería ser un refugio seguro) puede ser experimentado en forma de colapso psicológico. “Los ataques por los colonos a los palestinos y a sus casas son mucho más terroríficos por la noche, dado que las familias se sienten atrapadas. La violencia afecta a las familias en el corazón de su espacio privado”.

Los niños y adolescentes son los más afectados, “el impacto de estas irrupciones, repetidas, en mentes que se están desarrollando es preocupante”, alerta Melanie. Los padres de sus pacientes más jóvenes se sienten abrumados por las circunstancias y no pueden ayudar a los hijos a protegerse mentalmente. Se sienten impotentes: “ver a tu hijo de catorce años detenido arbitrariamente sin tener capacidad de objeción es muy humillante”. Se usurpa la función paterna de protección. En Cisjordania, un chaval palestino puede ser arrestado y encarcelado a partir de los doce años, según UNICEF.

En el último mes, el ejército israelí llevó a cabo operaciones de búsqueda de largo alcance en Cisjordania y detuvo a más de 900 personas, según han publicado diversos medios de comunicación. Una semana después de una incursión en su casa, un chico de catorce años resultó detenido y golpeado durante toda una noche. De acuerdo con Melanie, “así es como los individuos son reprimidos por la violencia del sistema”. Según sus pacientes, los colonos israelíes o los soldados irrumpen en las escuelas palestinas y se dirigen a los niños como si fueran enemigos adultos. “Los niños sujetos a este tipo de agresión hablan a menudo de miedo intenso y sufren excitación mental. Las emociones les superan, son excesivas para su control. ¿Cómo pueden desarrollarse cuando están lidiando con todo esto? Sus mentes están consumidas por la violencia”.

Más allá de las humillaciones, insultos y amenazas, repetidas en cada ataque, los testimonios de los pacientes también ponen en entredicho la manera en la que se imparte justicia. “La justicia debería ser la manera por la que resolvemos conflictos sin dejarnos llevar por deseos de venganza”, dice Melanie. “Pero aquí la justicia se trata más del ojo por el ojo, el diente por el diente”. Melanie recuerda el caso de una familia en la que uno de los hijos fue encarcelado por un crimen del que era responsable. La familia sufrió repetidas incursiones en su casa durante las que les decían que debían pagar por el crimen cometido por su hijo.

En semejantes circunstancias, los jóvenes palestinos tienen muy difícil afrontar su futuro. “Incluso si quieren estudiar y sobresalir en la escuela o en la universidad, los jóvenes están viviendo sin ninguna esperanza, las perspectivas de futuro sólo sirven para provocarles más ansiedad”, concluye Melanie.

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