¿Cómo afectan los conflictos la salud de una nación?

“Los conflictos debilitan el sistema inmunológico de una nación y llevan a emergencias de salud pública catastróficas.

“Los conflictos debilitan el sistema inmunológico de una nación y llevan a emergencias de salud pública catastróficas.
 
Se han cumplido cien años desde que finalizó la guerra más mortal del mundo, pero no debemos olvidar otro centenario. Hace cien años, un brote mortal de gripe se extendió por todo el Reino Unido y en todo el mundo, y mató a más personas que las dos guerras mundiales juntas. La gravedad del brote de gripe española no fue solo mala suerte o una coincidencia, fue una consecuencia de la guerra. La Primera Guerra Mundial debilitó gravemente los sistemas inmunológicos de naciones enteras. Dejó los sistemas de salud destrozados y a las personas desplazadas, con desnutrición y sin agua potable ni servicios de saneamiento.
 
Los conflictos crean una emergencia de salud pública porque eliminan la red de seguridad de la que dependen las personas y las comunidades, especialmente las personas más vulnerables que se encuentran en los lugares más vulnerables.
 
En las últimas semanas, los medios de comunicación han estado inundados de informes sobre un aumento en las tasas de desnutrición en Yemen, un país que ha sufrido tres años de guerra. En ese tiempo, los yemeníes también han sufrido brotes generalizados de cólera y difteria.
 
Los conflictos fracturan familias y comunidades. Separan a las personas de sus medios de vida y redes de apoyo. Les impide obtener educación y empleo. Las guerras interrumpen la infraestructura y los sistemas que las sociedades establecen a lo largo del tiempo para mantener sus economías en funcionamiento, proteger a sus poblaciones y garantizar el bienestar de las personas.
 
La salud, la educación y el comercio requieren edificios, una fuerza laboral remunerada, continuidad de acceso y recursos como electricidad y agua. Los viajes seguros dependen de carreteras confiables y que haya combustible disponible. Para acceder a los alimentos es necesario el espacio y la seguridad para cultivarlos, y el dinero para comprarlos.
 
Cuando la infraestructura y los sistemas se quiebran, los más vulnerables se quedan sin recursos o acceso a alimentos adecuados, especialmente los ancianos, las personas con discapacidades y los niños pequeños. Es en estas personas vulnerables que vemos los primeros signos de una crisis de desnutrición.
 

La hambruna como resultado de la Guerra

 
La situación económica claramente está empeorando en Yemen, pero el país no sufre de una escasez de alimentos. Hay comida en los mercados, pero la población no puede adquirirla, porque la economía está en declive debido al conflicto y el bloqueo impuesto al país. El poder adquisitivo ha colapsado, la harina cuesta casi 80% más que antes de la guerra, y el precio de la gasolina ha aumentado casi un 130%.
 
No solo los yemeníes están sufriendo las consecuencias nutricionales de la guerra. En el último año, las personas atrapadas en medio de los conflictos en Sudán del Sur, Siria y Nigeria se han visto afectadas por la escasez de alimentos. En julio de 2017 Hilal Elver, Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, informó que alrededor de 20 millones de personas se han enfrentado a una "inseguridad alimentaria devastadora" como resultado de los conflictos.
 
En el pasado, hemos visto que usan el hambre como arma, lo hacen mediante asedios y bloqueos, y en algunos casos contaminando o destruyendo los suministros de alimentos. Los asedios de alto perfil que se presentaron durante el conflicto de Biafra a finales de la década de 1960 crearon una emergencia humanitaria y llevaron atención mundial a esta táctica de guerra.
 
De hecho, fue este desastre el que llevó a la creación de MSF hace casi 50 años. Pero el uso de los alimentos como arma de guerra viola directamente el Derecho Internacional Humanitario, las "reglas de la guerra" bajo las cuales los civiles, sus hogares y sus fuentes de alimentos están protegidos.
 

 

Protegiendo a los vulnerables

 
Los conflictos en sí mismos crean una emergencia de salud pública al eliminar la red de seguridad de toda la población, especialmente la de las personas más vulnerables en los lugares más vulnerables. Aquellos de nosotros que hemos atendido a niños gravemente desnutridos hemos escuchado las historias de madres que tienen que elegir qué hijo alimentar.
 
Reconocemos el grito agudo del hambre. Ser testigo de estas escenas, ver de cerca la desnutrición severa, cambia tu visión del mundo. Los trabajadores humanitarios han estado luchando durante décadas para salvar a personas que se encuentran al borde del abismo y, sin embargo, observamos que la situación en Yemen se desarrolla con una inevitabilidad deprimente.
 
A la vez que nuestro país recuerda las vidas perdidas durante y después de la Primera Guerra Mundial, los gobiernos y las personas deben volver a comprometerse a proteger a los más vulnerables de las emergencias de salud pública que siguen y, a pesar de ello, se ven eclipsadas por los conflictos. Debemos insistir en que el uso del hambre como arma de guerra es inaceptable. Debemos insistir para que los vulnerables estén protegidos. La desnutrición se puede prevenir, y la escasez de alimentos no debe ser causa de sufrimiento en el mundo en que vivimos hoy.”
 
La Dra. Sylvia Garry ha trabajado en África oriental y el sudeste asiático, y para MSF en Haití, Etiopía y Sudán del Sur, donde gestionó la unidad de cuidados intensivos en un centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados.
 
La Dra. Rosamund Southgate es una médico de salud pública de MSF y gestiona un equipo que trabaja en los programas de salud pública, epidemiología y el uso de tecnología y mapas digitales. Ha trabajado para MSF en Medio Oriente, Sudán del Sur y Sierra Leona.
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