Comunidades de Zamfara, se enfrentan a altos niveles de violencia e inseguridad

Recopilamos testimonios de mujeres desplazadas por la violencia e inseguridad en Zamfara, Nigeria.

Las comunidades de Zamfara, en el noroeste de Nigeria, se enfrentan a altos niveles de violencia e inseguridad. Esta situación ha provocado desplazamientos, dificultades para acceder a la atención sanitaria básica, incluyendo las vacunas contra enfermedades prevenibles, y trastornos en la agricultura que contribuyen a altos niveles de desnutrición. Este estado, al igual que gran parte de la región noroeste, ha estado tradicionalmente al margen de las respuestas humanitarias más amplias en Nigeria, por lo que muy pocas organizaciones humanitarias trabajan en esta zona.

En Zamfara, trabajamos en cuatro áreas de gobierno local: Zurmi, Shinkafi, Gurmi y Talata Mafara. Nuestros equipos brindan una amplia respuesta médica que incluye atención traumatológica, servicios quirúrgicos, pediatría, apoyo en salud mental y salud reproductiva, así como derivaciones de urgencia al centro médico federal de Gusau y a otros hospitales de atención especializada en Sokoto. Como Zamfara tiene altos niveles de desnutrición en las cuatro áreas, MSF brindamos atención a la desnutrición infantil. Gestionamos cuatro centros de hospitalización y 17 ambulatorios para niños y niñas con desnutrición en Zamfara. En estos centros, nuestros equipos trataron a 65,000 menores con desnutrición en 2024. En total, en siete estados del norte de Nigeria, hemos tratado a 354,000 niños y niñas con desnutrición entre enero y noviembre de 2024.

Maryam Usman*

20 años, en el Hospital General de Shinkafi, donde apoyamos al Ministerio de Salud estatal ofreciendo servicios de salud reproductiva.
Maryam Usman*, en el Hospital General de Shinkafi, donde apoyamos al Ministerio de Salud estatal brindamos servicios de salud reproductiva. © Abba Adamu Musa/MSF

 

“Me llamo Maryam Usman*. Tengo 20 años. Soy de una aldea de Shinkafi, en el estado de Zamfara. Este es mi primer parto y he perdido al bebé. Cuando estaba embarazada, no acudía a las revisiones porque no tenemos ningún centro de salud en nuestro pueblo, y no podía ir a otros centros de pueblos vecinos por miedo a que me atacaran. En las carreteras, personas armadas asaltan a la gente y les roban sus objetos de valor. También secuestran a personas y piden un rescate para liberarlas. Cuando empezó el parto, me llevaron a un centro de salud de un pueblo cercano. Tras evaluarme, me remitieron al Hospital General de Shinkafi. Cuando me trajeron, no estaba consciente. Al final recobré el conocimiento, pero el bebé nació muerto. Era un niño”.

 

Ramatu Adamu*

Ramatu Adamu, de 35 años, está en el Hospital General de Shinkafi, donde apoyamos al Ministerio de Salud del Estado ofreciendo servicios de salud reproductiva, tras dar a luz a su nuevo bebé.
Ramatu Adamu, de 35 años, está en el Hospital General de Shinkafi, donde apoyamos al Ministerio de Salud del Estado ofreciendo servicios de salud reproductiva, tras dar a luz a su nuevo bebé. © Abba Adamu Musa/MSF

 

“Me llamo Ramatu Adamu*, tengo 35 años. Cuando estaba embarazada de un mes, empecé a orinar con frecuencia. Un médico me examinó y me dio pastillas e inyecciones. Después, me ponía enferma a menudo. Cuando estaba embarazada de 3 meses, empecé a recibir atención prenatal. Al principio me sentía un poco mejor, pero seguí enfermando y recuperándome, hasta que di a luz. Normalmente caminábamos mucho para llegar a la clínica de atención prenatal. Un día, mi familia y yo fuimos atacados por gente armada cuando íbamos al hospital. Nos robaron todas nuestras pertenencias, incluyendo los sujetadores. Tenemos centros de salud cerca de nuestros pueblos, pero todos los trabajadores han huido por la inseguridad.

He dado a luz antes, pero nunca había sangrado como esta vez. Di a luz en casa. No pude venir al hospital porque el parto empezó por la noche, y no se puede viajar por las carreteras de noche por culpa de la gente armada”.

 

Habiba Saleh*

Habiba Saleh con sus hijos en un campo de desplazados internos en el área de gobierno local de Zurmi, estado de Zamfara. Ante al escasez de alimentos, observamos altos niveles de desnutrición.
Habiba Saleh con sus hijos en un campo de desplazados internos en el área de gobierno local de Zurmi, Zamfara. © Abba Adamu Musa/MSF

 

“Me llamo Habiba Saleh. Mi familia y yo fuimos desplazados de nuestro hogar y llevamos siete meses aquí, en este campamento de Zurmi. Personas armadas nos persiguieron intentando matarnos, así que huimos aquí en busca de seguridad. Mi esposo y mis cinco hijos están aquí conmigo. La vida en este lugar no es fácil, pero nos las arreglamos. Tenemos servicios sanitarios, pero no cubren todo. Aquí pasamos mucha hambre. Por lo general, solo comemos una vez al día, normalmente por la noche. En casa, mis hijos iban a la escuela, pero aquí no. Esperamos volver a nuestras granjas en paz”.

 

Rukkaya Mohammed*

Rukkaya Mohammed*, sentada en una esterilla con sus hijos en un campo de desplazados internos en el área de gobierno local de Zurmi.
Rukkaya Mohammed*, sentada en una esterilla con sus hijos en un campo de desplazados internos en el área de gobierno local de Zurmi. Zamfara. © Abba Adamu Musa/MSF

 

“Me llamo Rukkaya Mohammed*. Yo, mi esposo y mis siete hijos acabamos en este campo después de que tuviéramos que huir de nuestro pueblo por los altos niveles de violencia e inseguridad. Gente armada nos aterrorizaba. Matan, secuestran y se llevan las pertenencias de las personas. Ahora mismo han secuestrado a ocho personas de nuestro pueblo y los secuestradores piden cinco millones. No nos dejan cultivar. Se han llevado todo lo que teníamos. Aquí, la vida no es fácil. Cuando podemos conseguir trabajos serviles, comemos. Pero es difícil cuando no tenemos ningún trabajo que hacer, y aquí no es fácil encontrar trabajo. Muchas veces, solo podemos comer una vez al día. Rezamos por la paz para poder volver a nuestros pueblos. También esperamos tener comida para alimentar a nuestros hijos. En casa, nuestros hijos iban a la escuela, pero aquí no”.

 

Rabi Suleiman*

Rabi Suleiman*, una mujer desplazada y embarazada, recoge tallos de mijo, en el campo de desplazados internos del Área de Gobierno Local de Zurmi. Rami y su familia huyeron por la violencia e inseguridad.
Rabi Suleiman*, una mujer desplazada y embarazada, recoge tallos de mijo, en el campo de desplazados internos del Área de Gobierno Local de Zurmi. Rami y su familia huyeron por la violencia e inseguridad. © Abba Adamu Musa/MSF

 

“Me llamo Rabi Suleiman. Ahora vivo en este campo con mi esposo y mis cuatro hijos. Tuvimos que huir de repente de nuestro pueblo porque nos enteramos de que hombres armados planeaban atacarnos. No pudimos llevarnos nada con nosotros. Ansiamos volver a casa”.

 

Amina Yakubu

Amina Yakubu es una de las muchas personas desplazadas por la violencia e inseguridad que ahora vive en un campo de Zamfara.
Amina Yakubu es una de las muchas personas desplazadas por la violencia e inseguridad que ahora vive en un campo de Zamfara. © Abba Adamu Musa/MSF

 

Me llamo Amina Yakubu*. Es una situación muy difícil para mí y mi familia. Huimos de nuestros hogares por culpa de la violencia. Se han llevado toda nuestra comida y nuestras pertenencias”.

 

 

*Los nombres fueron cambiados para proteger su identidad.

 

Médicos Sin Fronteras apoyamos al Ministerio de Salud del Estado en el Hospital General de Shinkafi y en el Hospital General de Zurmi brindamos servicios de salud reproductiva a las mujeres. En estos dos lugares, realizamos 47,245 consultas a mujeres embarazadas y atendimos 6,568 partos en 2024. 

En toda Nigeria, nuestros equipos atendieron 26,119 partos en 2024. Estas zonas de Zamfara sufren mucha violencia e inseguridad, lo que dificulta el acceso de las mujeres a los servicios de salud materna. Nigeria tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo, por lo que la prestación continua de servicios de salud sexual y reproductiva es crucial para reducir las cifras de mortalidad materna.

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