Congo: MSF trata a 7,600 pacientes de malaria en Lulingu

Kutupalong makeshift settlement

La organización médico-humanitaria intervino durante tres meses en la zona tras ser alertada por las autoridades de una “misteriosa” enfermedad.

La organización médico-humanitaria intervino durante tres meses en la zona tras ser alertada por las autoridades de una “misteriosa” enfermedad.

Aún en una zona donde la malaria es vieja conocida, los habitantes no dudaron en atribuirlo a la brujería: cada día morían niños en Lulingu y Tchonka, por razones desconocidas. Muchos niños. La zona es extremadamente remota: no lo parecería, porque está a “sólo” 300 kilómetros de la ciudad de Bukavu. Por unos caminos impracticables que suponen un viaje de entre ocho y diez días. O por avión. Que es como tuvo que aprovisionarse el equipo de MSF llamado a intervenir por las autoridades locales ante una epidemia extraña, que mataba a los niños de los pueblos. Tras diagnosticar la enfermedad como un brote muy virulento de malaria y tres meses de intervención con el tratamiento de 7,657 pacientes en los hospitales y centros de salud de Lulingu, Katchungu y Tchonka y reducir drásticamente la tasa de mortalidad, Helena Valencia, coordinadora de terreno de la emergencia valora la operación.

“Ha sido una intervención muy satisfactoria, la gente lo atribuía a algún tipo de brujería porque la tasa de mortalidad entre los niños era muy elevada, morían cada día en el hospital de Lulingu unos ocho niños. Tras nuestra llegada, con un diagnóstico acertado, la gente pudo ver que con tratamiento adecuado, en tres días la enfermedad revertía y ya no tenían que enterrar a sus muertos”.

En la zona de Lulingu, donde MSF ya había intervenido en una operación de emergencia similar el pasado año, la malaria es endémica. Con numerosos estanques, los mosquitos portadores de la enfermedad se multiplican. En una zona minera, donde apenas se cultiva mandioca para sobrevivir y se complementa con pescado seco extraído de los estanques, la malaria se ceba. Especialmente en los pequeños, con menos defensas. Si se presenta con complicaciones, con desnutrición, con sarampión o se agrava al crear anemia en el infectado, la letalidad se dispara y los niños son los más afectados.

“Es una zona muy pobre, pueblos que vivieron épocas mejores en el pasado, pero en los que ahora no hay ninguna inversión, no hay trabajos, sólo hay minería extractiva ilegal y una zona muy volátil controlada por señores de la guerra, grupos armados. En las inmediaciones se encuentra una de las minas de oro más importante del Este de Congo”, contextualiza Valencia, “no hay opciones de progreso. Es tierra de nadie y en conflicto entre los Raïa Mutomboki (grupos armados de autodefensa) y las FARDC (ejército regular de RDC)”.

Como en el resto del país, la opción de acudir al hospital no es la prioritaria cuando se enferma, porque tienen que pagar por los servicios médicos.” Así que prefieren ir a la “chambre de priére” y encomendar su enfermo a los representantes religiosos. Sólo cuando el paciente está muy grave se plantearán acudir al hospital”. Y a eso hay que sumarle que llegan desde pueblos distantes, lo que puede suponer largas horas caminando: entonces los enfermos ya llegan extremadamente graves. La intervención de MSF, gratuita para la población, tuvo, lógicamente, un efecto llamada, “llegaron muchos pacientes y se pudieron salvar a muchos”.

La operación supuso transportar por avión todo el material necesario: generadores, medicinas, instrumentos de diagnóstico, motos para facilitar el desplazamiento en la zona, “para desmantelar la emergencia fueron cuatro toneladas de material y 24 personas las que trasladamos”. MSF completó asimismo una campaña de prevención mediante el reparto de 15,000 mosquiteras cedidas por UNICEF que supuso movilizar también a promotores de salud comunitarios que explicaran la necesidad de utilizarlas correctamente y la importancia de detectar la enfermedad lo antes posible para una cura más efectiva y rápida. La organización médica realizó una donación de material al hospital de Katchungu, mientras en Lulingu, en el hospital se rehabilitó y organizó el espacio de farmacia, mientras se formó al personal de laboratorio en el diagnóstico precoz de la enfermedad.

“El cierre de la emergencia se hizo de forma natural. La gente, en la calle incluso, te paraba, estaba muy agradecida porque los niños habían dejado de morir. Sabían que MSF había estado antes, habíamos vuelto entonces y por ello confían que si vuelve a suceder algo similar regresaremos. Se hizo un acto público, se les informó de que su situación y seguiremos haciendo controles epidemiológicos”.

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