Crisis en el este de Congo

La población de las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur está librando una guerra por la supervivencia: no solo es víctima de los ataques cometidos durante el último pico de violencia en este largo conflicto, sino de la falta de infraestructuras y servicios sanitarios. Miles de personas viven en una vorágine de miedo e inestabilidad, condenadas a huir sin descanso.

La población de las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur está librando una guerra por la supervivencia: no solo es víctima de los ataques cometidos durante el último pico de violencia en este largo conflicto, sino de la falta de infraestructuras y servicios sanitarios. Miles de personas viven en una vorágine de miedo e inestabilidad, condenadas a huir sin descanso.

Desde abril, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han atendido a más de 200 personas con heridas a causa de los enfrentamientos entre el Ejército y varios grupos armados en estas provincias del este de República Democrática del Congo (RDC). Pero contar el número de pacientes ingresados en nuestros hospitales con heridas de bala o de machete no es suficiente para entender el devastador impacto que está teniendo el conflicto en la salud y el bienestar de los habitantes de esta convulsa región.

Durante los últimos meses, muchas familias se han visto obligadas a refugiarse en campos de desplazados y centros de tránsito por miedo a ser atacadas de noche en sus casas. Más preocupante que ver colas de gente cargando colchones en la carretera es comprobar el silencio reinante en aldeas que antes rebosaban vida. Ya no hay gallinas picoteando el grano, ni niños sesteando a la sombra, ni mujeres vendiendo batatas o maíz en los márgenes de las carreteras.

Miles de personas viven con familias de acogida: extraños que comparten su hogar y su comida con los que huyen. Muchos más se esconden en el bosque, refugiándose bajo plásticos que cubren con hojas para camuflarse. Estas personas raramente entran en los cómputos oficiales porque no han sido registradas en lugares habilitados para los desplazados.

“Una avalancha de gente corría hacia nosotros. Empezamos a huir también. Me puse un niño a la espalda y cogí al mayor de la mano. Mi mujer llevaba al bebé. Estamos en guerra y no sabemos adónde ir”.

– Hombre de 28 años con cinco hijos, dos de los cuales están desaparecidos desde el ataque a su aldea en Kivu Norte, mayo de 2012

Miedo a buscar ayuda
En los centros de MSF cada vez hay más casos de pacientes que ponen en riesgo sus vidas por su decisión o la de sus familias de retrasar el momento de acudir a un hospital por miedo a ser atacados o extorsionados durante el camino.

“Una mujer embarazada empezó a sangrar a medianoche; la hemorragia era grave. Pero con el Ejército y todos los grupos armados en las carreteras, su familia tenía demasiado miedo de viajar por la noche, así que esperaron hasta la mañana para caminar unas horas hasta el hospital. Llegó a mediodía. Para entonces ya había perdido demasiada sangre y no había mucho que hacer. Murió a los pocos minutos de llegar”.

– Enfermera de MSF en el hospital de Mweso, Kivu Norte, abril de 2012

También hay casos como el de una mujer que fue asaltada y violada por un grupo de hombres armados mientras caminaba hacia el hospital con su hijo enfermo. Cuando finalmente llegó, necesitaba atención médica más urgente que su hijo.

En algunos lugares vemos un gran aumento de pacientes (en el caso de un centro médico en particular, más del 40%) debido a la afluencia de desplazados por los combates. En otros, vemos disminuir su número porque la población de la zona ha huido o está escondida.

Pese al fértil y verde paisaje, la desnutrición hace mella entre los más débiles y vulnerables, ya que la gente no se atreve a ir al mercado o salir a cultivar sus tierras para conseguir alimentos.

“Hoy llegué al hospital con mi hija que tiene desnutrición severa. Vivimos en una aldea a tres horas a pie de aquí. A causa de la inseguridad de estas últimas semanas, ya no dormimos en casa sino en el campo o en el bosque. Por la noche los bandidos atacan la aldea y durante el día hay combates. Es difícil encontrar comida con las balas silbando alrededor y sin poder ir a los campos”.

– Madre de un paciente de 4 años en un centro de nutrición de MSF en Kivu Norte, abril de 2012

Una espiral de violencia
Los equipos de MSF también atienden a personas que han sido tomadas por combatientes y atacadas con machetes o armas de fuego. Los pacientes y el personal de la organización hablan de familiares que han sido secuestrados y forzados por los grupos armados a cargar suministros y botines, y que luego han sido confundidos como miembros de dichos grupos.

El actual pico de inestabilidad en Kivu Norte y Sur es parte de un ciclo de violencia de larga duración en el este de RDC, que sigue teniendo graves consecuencias médicas y humanitarias sobre la población civil.

“El pasado domingo escuchamos disparos en la aldea y todo el mundo se refugió en casa. Mi pequeña fue la última en esconderse porque la multitud le impedía entrar. Le dispararon en el muslo. Lloró y gritó mucho. La llevamos al centro medico, donde se quedó un día. El martes la llevamos al hospital en motocicleta. Temo por mis hijos y por lo que les puede pasar si la guerra continúa, porque cuando huimos no podemos llevar ni ropa ni comida y muchas veces somos perseguidos por grupos armados”.

– Madre de cinco hijos en Kivu Norte, mayo de 2012

Pese a la inseguridad reinante, MSF sigue ofreciendo atención médica de calidad en las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur a través de 10 hospitales de referencia, 31 centros de salud, nueve puestos de salud, clínicas móviles semanales, centros de tratamiento del cólera e intervenciones de emergencia.

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