Cuatro cosas que debes saber sobre la crisis en Burkina Faso

Meses de tensión y protestas en Burkina Faso culminaron con un golpe militar el lunes 24 de enero. La crisis política se añade a un contexto frágil marcado por un conflicto con un deterioro dramático de la seguridad y un aumento en el desplazamiento de población vertiginoso.

Meses de tensión y protestas en Burkina Faso culminaron con un golpe militar el lunes 24 de enero. La crisis política se añade a un contexto frágil marcado por un conflicto con un deterioro dramático de la seguridad y un aumento en el desplazamiento de población vertiginoso.
 
Esta situación ha dejado a muchas personas luchando por encontrar alimentos, agua, refugio y atención médica. Las organizaciones humanitarias también se han visto afectadas por la violencia, algo que hace extremadamente difícil proporcionar una ayuda que es muy necesaria.
 

1. Más de un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares

Durante más de una década, la región central del Sahel, principalmente Malí, Níger y Burkina Faso, ha sido escenario de conflictos entre varios grupos armados y fuerzas gubernamentales e internacionales. En 2021, Burkina Faso se convirtió en el principal foco de violencia de la región, con un fuerte aumento de los secuestros y de los ataques, como el acontecido en Solhan en junio, cuando murieron 160 personas. Si bien los ataques de envergadura como ese son cubiertos por los medios internacionales, la mayoría de los continuos atentados pasan desapercibidos.
 
Según la ONU, más de 1,5 millones de personas en un país de 20 millones se han visto obligadas a abandonar sus hogares, la mayoría en los últimos tres años; a finales de 2018 había alrededor de 50,000 personas desplazadas. La mayor parte de estos movimientos de población se han producido en las regiones de Sahel, Centro-Norte y Este, pero el conflicto afecta progresivamente en las zonas que antes se consideraban estables.
 
 
 
 
La violencia puede estallar repentinamente, por lo que la gente a menudo huye apenas con la ropa puesta. Una mujer llamada Salamata, que ahora vive con su esposo y cuatro hijos en un campo para personas desplazadas en Barsalogho, en la región Centro-Norte, nos dijo el año pasado: "Una mañana, vimos que todo el pueblo se vaciaba. Todos corrían, así que cogimos a los niños y comenzamos a correr también. Íbamos descalzos, pero no nos detuvimos durante 35 kilómetros. Fue cuando llegamos aquí que nos enteramos de que muchos de nuestros familiares habían sido asesinados y nuestra propiedad destruida. Puede que nunca vuelva a ver nuestro pueblo”.
 

2. La comida y el agua escasean

El impacto del conflicto en la población local se ha vuelto cada vez más pronunciado. Más allá de los efectos directos de la violencia física, muchos también han perdido sus hogares y medios de subsistencia. Para las comunidades rurales, huir del hogar significa perder las cosechas y el ganado.
 
Durante la próxima temporada, muchas personas no podrán sembrar o cosechar ningún cultivo. Con tantas personas que dependen de la agricultura y la ganadería para alimentar a sus familias, la disponibilidad de alimentos es un motivo de gran preocupación. Médicos Sin Fronteras (MSF) y otras organizaciones están distribuyendo alimentos y tratando a niñas y niños con desnutrición.
 
En los campos para personas desplazadas, las condiciones de vida suelen ser precarias, con tiendas inadecuadas para la temporada de lluvias, con un saneamiento rudimentario e insuficiente agua potable. Las personas en estos campos nos dicen que a menudo tienen que caminar varios kilómetros y luego esperar varias horas para obtener suficiente agua para beber, cocinar y lavar.
 
Burkina Faso es un país sin salida al mar, con precipitaciones limitadas y la disponibilidad general de agua está disminuyendo a causa del cambio climático. Si bien las comunidades locales hacen todo lo posible para albergar a la gran cantidad de personas desplazadas, el aumento de la demanda de agua está provocando una escasez generalizada. MSF y otras organizaciones perforan pozos y transportan agua en camiones cuando es necesario.
 

3. El conflicto está teniendo un gran impacto físico y psicológico

Nuestros equipos médicos trabajan en cinco de las 13 regiones del país y son testigos de los efectos del conflicto en las personas que buscan atención médica. Además de necesitar tratamiento para las lesiones físicas causadas por la violencia, muchos de nuestros y nuestras pacientes sufren un impacto psicológico al haber visto a personas asesinadas frente a ellos, sus casas y cultivos quemados, sus posesiones y medios de subsistencia reducidos a la nada.
 
Las precarias condiciones de vida exponen a las personas a un alto riesgo de contraer enfermedades, incluyendo dolencias endémicas como la malaria, una enfermedad que sufrieron 11 millones de burkineses en 2020. Las condiciones de hacinamiento aumentan la probabilidad de sufrir enfermedades infecciosas del tracto respiratorio, mientras que el saneamiento deficiente y la escasez de agua disparan el riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua como la diarrea y el cólera.
 
 

4. Llegar a un hospital es un desafío; proporcionar atención médica un riesgo 

Las personas necesitan más alimentos, más agua y un mejor acceso a la atención médica en todas las regiones actualmente afectadas por el conflicto en Burkina Faso. Sin embargo, hay un déficit en la provisión de asistencia humanitaria que se debe a una serie de factores, incluyendo la falta de financiación y, sobre todo, la inseguridad.
 
Los niveles extremos de inseguridad impiden a menudo a la población moverse para visitar un médico, mientras que muchas otras personas no pueden pagar el transporte hasta el hospital. Al mismo tiempo, la inseguridad impide en ocasiones que el personal sanitario, incluidos los equipos de MSF, lleguen a las comunidades necesitadas.
 
Hoy, los equipos médicos y humanitarios afrontan riesgos en Burkina Faso. Trabajadoras y trabajadores de MSF, así como de otras organizaciones y del Ministerio de Salud, han sido atacados y, en ocasiones, secuestrados. Nos han robado ambulancias y se han destruido centros de salud. En algunos lugares, se han colocado artefactos explosivos improvisados en las carreteras, lo que hace que viajar sea potencialmente letal.
 
Debido a estos peligros, hemos visto una reducción significativa en el número de parteras del Ministerio de Salud en la región Este y se han clausurado centros de salud en la región del Sahel tras ataques contra el personal médico. Según el Ministerio de Salud, en junio de 2021, 357 establecimientos de salud en todo el país estaban cerrados o no estaban en pleno funcionamiento como resultado de la violencia. Hay una escasez de médicos especialistas, incluyendo cirujanos, anestesistas y parteras, en todas las zonas de Burkina Faso afectadas por la violencia.
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