De Libia a Agadez: el difícil retorno

Migrants in Kos, Greece

Habiba Ismael tiene la mirada cansada y ojerosa. Ha aceptado abrir la puerta de su casa en el barrio de Dagamanete, en Agadez, Níger, para compartir la historia de su periplo desde Libia. Ha vivido una amarga experiencia junto a cientos de inmigrantes que huyen de los bombardeos en ese país.

Habiba Ismael tiene la mirada cansada y ojerosa. Ha aceptado abrir la puerta de su casa en el barrio de Dagamanete, en Agadez, Níger, para compartir la historia de su periplo desde Libia. Ha vivido una amarga experiencia junto a cientos de inmigrantes que huyen de los bombardeos en ese país.

Agadez dista unos 1,300 kilómetros de la frontera con Libia. Es el lugar de espera de los migrantes antes de regresar a Libia o de dispersarse por sus pueblos de origen en Níger. Habiba espera regresar al país vecino “en cuanto la situación se calme”.

Desde 2010, Médicos Sin Fronteras (MSF) lleva a cabo un proyecto de atención médica gratuita a migrantes que cruzan la frontera de Níger. Entre junio y octubre, cuando escasean los alimentos antes de la siguiente cosecha, los nigerinos buscan desde hace años en Libia los recursos que su tierra les niega. Es una migración económica. Níger también es un país de tránsito para migrantes de otros países africanos que inician el largo y peligroso viaje hacia Europa.

Ahora, con la guerra en Libia, la situación se ha complicado. El movimiento sigue siendo de ida y vuelta: de Libia a Níger y, aunque parezca sorprendente, de Níger a Libia. Sobre todo se ha hecho más imprevisible. En enero de 2011, MSF realizó más de 450 consultas médicas a migrantes en Agadez, que se duplicaron en mayo, alcanzando el punto máximo, para volver a caer en junio.

Bombardeos
Habiba decidió volver a Níger cuando la situación en Libia se hizo insostenible. Los ataques aéreos ponían la vida de los suyos en peligro. “Por la noche dormíamos fuera de casa, por temor a los bombardeos”, explica. “Por la mañana volvíamos para comprobar los destrozos”.

Habiba tiene 50 años y está a cargo de nueve menores. Sus tres hijos varones continúan en Libia. “Estoy en contacto con ellos y temo por sus vidas”. La abuela también está con ella. Actualmente nadie trabaja en la familia.

Dos oasis en el desierto: MSF en Dirkou y Agadez
Para escapar del conflicto, Habiba cogió un taxi en el shabiyat (distrito) de Sabha, en el centro-oeste de Libia, hasta Dirkou, ciudad fronteriza entre ambos países. “Trajimos todo lo que pudimos”, dice.
Dirkou es una tierra austera, yerma, de un amarillo deslumbrante. La mirada sólo alcanza a ver desierto en los cuatro puntos cardinales. Una clínica móvil de MSF estuvo ofreciendo atención médica a deportados subsaharianos de Libia entre enero y marzo. El equipo atendió a más de 1,000 personas.

A partir de marzo empezaron a llegar los inmigrantes que huían del conflicto, como Habiba. El riesgo de epidemias también se multiplicó a medida que crecía el número de migrantes. MSF dio apoyo al Ministerio de Salud para llevar a cabo una campaña de vacunación de sarampión, con 1,000 vacunados en Dirkou y 7,500 en Agadez.

Un equipo de MSF está siguiendo de cerca la evolución de la situación en Dirkou. Los acontecimientos en Libia serán determinantes.

Desde la ciudad fronteriza a Agadez, la familia de Habiba continuó su periplo en camión. Durante el viaje, el pequeño Mohamed, de 5 anos, se fracturó la pierna izquierda cuando las maletas le cayeron encima. Fue atendido por MSF en Agadez. Entre mediados de marzo y mayo de 2011, el equipo asistió a más de 4,676 migrantes.

Mohamed lleva 27 días con la pierna enyesada y MSF está siguiendo su evolución. Pero las necesidades médicas de la familia no acaban aquí. Los niños tienen pesadillas por las noches a causa de los bombardeos. Habiba, por su lado, ha perdido el apetito. “Es muy duro dejar tu vida atrás”, afirma.

Vida interrumpida
Como muchos de los inmigrantes que se ven forzados a volver a Níger, la familia de Habiba llevaba más de 25 años establecida en Libia. Las raíces, antaño profundas en el país subsahariano, hoy han desaparecido. Los inmigrantes regresan a la tierra que les vio nacer, pero ya no les queda nada.

En Libia teníamos alimentos subvencionados por el Estado, asistencia sanitaria gratuita. En Níger no tenemos nada”, se queja. “Mantengo a mi familia con lo que pude traer de Libia”.

Ahora teme por la salud de sus hijos y por su educación.”En Níger no conozco el calendario de vacunaciones y eso me preocupa”. Uno de sus hijos, Alkasum, tiene miedo de las inyecciones y se esconde tras su abuela cuando habla de vacunación. Habiba quiere que los pequeños de su familia continúen sus estudios.”Es su futuro”, afirma convencida.
 

   

Pie de Foto: Habiba durante la entrevista con MSF en Dagamanete, un barrio de la ciudad de Agadez. Su deseo es poder volver algún día a Libia.
Texto y foto © Yolanda Romero/MSF

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