Distintas emergencias marcan los inicios del país más joven del mundo

Mientras que en el norte de Sudán del Sur siguen llegando miles de refugiados a los campos, la población del este del país hace frente a las consecuencias de la violencia, los desastres causados por las lluvias y la mortalidad materna.

Mientras que en el norte de Sudán del Sur siguen llegando miles de refugiados a los campos, la población del este del país hace frente a las consecuencias de la violencia, los desastres causados por las lluvias y la mortalidad materna.

No fue nada fácil. La primera ayuda que recibieron los 3,000 desplazados sursudaneses que huyeron de los bombardeos producidos el pasado mes de abril cerca de la frontera con Darfur del Sur, la ofreció la pequeña población local de Firka, situada a unos pocos kilómetros de distancia, dentro del estado de Bahr El Ghazal Occidental. Sus apenas 7,500 habitantes dieron lo poco que tenían, que en ese momento era todo: refugio y protección.

Tampoco fue fácil para las organizaciones humanitarias llegar a la zona, ya que ninguna de ellas obtuvo permiso para intervenir hasta que en el mes de mayo, MSF logró el acceso para desplegar clínicas móviles y realizar una campaña de vacunación de sarampión a todos los menores de 15 años tanto de la población desplazada como de la local. Sin embargo, estas actividades se vieron interrumpidas por un nuevo obstáculo en las vías de acceso: las primeras inundaciones de la estación lluviosa. Ello supuso un reto logístico y humano que imposibilitó llevar ayuda a la población durante el mes de julio.

“Las personas en un estado de salud más vulnerable tuvieron que arreglárselas, durante treinta días, con la ayuda que les quedaba de la primera visita de MSF y la generosidad de lo población local, con la que muchos tenían vínculos familiares. Nuestros equipos no pudieron volver hasta el mes de agosto, y sólo por helicóptero, para reanudar las clínicas móviles en las que se atendieron principalmente casos de malaria, diarreas y parasitosis intestinales, además de completar la campaña de vacunación, y la distribución de mosquiteras. Esto puede dar una idea de la gravedad de las inundaciones en el país”, dice Federica Nogarotto, coordinadora de MSF en Sudán del Sur.

Ignorados
En los mapas de la nueva república de Sudán del Sur, donde aún quedan por definirse algunas fronteras, la población de origen de los desplazados (Siri Malaga) y la de acogida (Firka), a pocos kilómetros de la frontera con Darfur del Sur, apenas se distinguen y están fuera del foco mediático. De hecho, no ha habido información de los citados bombardeos ni de otros episodios de violencia prácticamente en ningún medio de comunicación, ya que el limitado interés informativo se ha centrado en las consecuencias de las disputas fronterizas entre los dos Sudán, sobre todo desde la independencia de Sudán del Sur, en julio de 2011. La población civil a uno y otro lado de la frontera se enfrenta a una situación precaria, como demuestran los más de 200,000 refugiados que se acumulan en los diferentes campos y comunidades situados en el norte y noroeste del país.

Además de la emergencia de los refugiados, MSF también presta atención en proyectos regulares los estados orientales del país, tanto en Bahr El Ghazal Occidental, donde se encuentra Firka, como en el condado de Yambio, en Equatoria Occidental, donde a finales de septiembre los equipos médicos de MSF completaron la distribución de artículos de primera necesidad a más de 3,500 personas desplazadas a causa de las inundaciones en un área situada a dos horas de camino de Yambio.

“En Bahr El Ghazal Occidental y Equatoria Occidental nos enfrentamos además a las tasas de mortalidad materna más altas del país y una de las más altas de África. Esto se suma a los desastres naturales y a las consecuencias de la violencia, y nos obliga a mantener nuestra presencia atendiendo a la población. Ésta y otras emergencias suelen pasar inadvertidas porque aquí no se concentran los grandes campos de refugiados, pero tienen un enorme impacto. Como casi todo en este país, se trata de una emergencia, pequeña o grande, pero constante”.

Las crisis humanitarias que azotan Sudán del Sur, ya sean en forma de inundaciones, violencia o de altos índices de mortalidad materna, no se lo ponen fácil al país más joven de la tierra que aún negocia sus fronteras, mientras que su población depende de la ayuda de emergencia para sobrevivir.

Desde noviembre de 2011, MSF trabaja en cinco campos de refugiados para sudaneses que huyen de los estados de Kordofán del Sur y Nilo Azul. Pero además los equipos médicos están presentes en un total de ocho estados del país, entre los que se incluyen Bahr El Ghazal Occidental y Equatoria Occidental, en los que se atiende a la población en las estructuras sanitarias o mediante clínicas móviles, se trata a miles de niños con alimentación terapéutica, se realizan campañas de vacunación masiva contra el sarampión, además de distribución de artículos de primera necesidad y ayuda alimentaria.

Compartir