Ébola: Poniendo fin a la estigmatización – La historia de un luchador del Ébola

MSF's answer to cholera epidemic in four regions of the country

Jackson K.P. Naimah es un luchador liberiano contra el Ébola que trabaja como asistente médico en el Centro de Tratamiento de Ébola ELWA 3, en Monrovia. Aquí relata su historia.

Jackson K.P. Naimah es un luchador liberiano contra el Ébola que trabaja como asistente médico en el Centro de Tratamiento de Ébola ELWA 3, en Monrovia. Aquí relata su historia.

"Mi esposa y yo vivimos una vida solitaria. Nuestros vecinos le han prohibido a sus hijos jugar con los nuestros – nuestra casa es una 'zona prohibida' para ellos. Algunos incluso nos niegan el habla a mi y a mi esposa.

Hemos estado aislados porque los dos somos profesionales de la salud. Yo trabajo como asistente médico en el Centro de Tratamiento de Ébola de Médicos Sin Fronteras (MSF) ELWA 3, en Paynesville, y mi esposa trabaja en el hospital John F. Kennedy como partera.

La gente nos acusa de ser portadores de la enfermedad. Si cayésemos enfermos, me pregunto si lo celebrarían y estarían contentos de que estamos muertos y nos hemos ido.
 

Los errores no están permitidos

Perdí a mi sobrina y mi primo a causa del Ébola en julio del año pasado. Pero eso no me ha desanimado para ofrecerme como voluntario con MSF para combatir el virus en Liberia en los últimos cinco meses.

Como asistente médico capacitado, sentí el impulso de salvar las vidas de los más vulnerables que han sido afectadas. La tarea no ha sido fácil.

En esta batalla, uno siempre debe mantenerse en el lado seguro o arriesgarse a unirse a las víctimas. No estamos luchando ciegamente contra el Ébola. Estamos luchando con nuestra mente consciente. La seguridad en la primera línea de trabajo depende del cuidado que pongas y la adherencia total a los protocolos.

Los errores no están permitidos aquí. Uno siempre tiene que recordar las cosas que te enseñan que debes hacer para no infectarte, que puede ser por tocar a una persona o un objeto infectado.

No podemos abandonar a los centros de tratamiento. No habría nadie para atender a los pacientes si lo hacemos. Es nuestra responsabilidad.

Un castigo injusto

Mi familia entiende lo que estoy haciendo y me apoya. Aún así, algunos de nuestros vecinos y amigos no lo entienden. Nos han condenado al ostracismo. A veces me pregunto si estoy trabajando a favor o en contra de la sociedad.

Todos los días de mi estancia en el Centro de Tratamiento de Ébola han sido desgarradores. En un momento un paciente sobrevive y lo celebramos, pero luego en una fracción de segundo, ves como otro paciente con quien hablaste hace un par de horas envuelto en una bolsa para cadáveres.

Terminas tu día emocionalmente devastado y psicológicamente traumatizado. Y cuando regresas a casa con la esperanza de tener alguna conversación gentil con tus vecinos y relajar tu mente con los amigos, te encuentras con que te dan la espalda.

Esto se siente como un castigo injusto. Las personas para las que trabajamos no nos aprecian. De hecho, estoy deseando que llegue el día en que algunos de los pacientes que he atendido me agradezcan por ayudar a salvar sus vidas.

Tenemos esperanza
 

"Varios colegas han abandonado su empleo debido al estigma. Pero yo me tomo esto como un reto. No podemos abandonar los centros de tratamiento. No habría nadie para atender a los pacientes si lo hiciéramos. Es nuestra responsabilidad. Tenemos esperanza, nos sentimos orgullosos y, sobre todo, seguiremos siendo muy cuidadosos”.

Antes de unirse a la misión de emergencia de Ébola de MSF en Liberia, en agosto de 2014, Jackson K.P. Naimah trabajaba como oficial de vacunación en el Ministerio de Salud y Bienestar Social de Liberia.

 

 

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