Ébola:10 años después, 5 cosas que hay que recordar

Actividades de MSF en Kailahun Sierra Leona
Miembros del personal de MSF llevan a un paciente fallecido de Ébola a la morgue. Centro de gestión del Ébola de Kailahun, diciembre de 2014. © Anna Surinyach

Hace 10 años, el 23 de marzo de 2014, Guinea declaró un brote de Ébola. Se sabía que los brotes de Ébola eran peligrosos, pero también pequeños. Pero esta vez no: pasarían dos años, y más de 11,000 muertes, antes de que la epidemia terminara. El Dr. Michel Van Herp, reconocido experto en Ébola incluso antes de 2014, echa la vista atrás al mayor brote de Ébola de la historia y responde a cinco preguntas clave.

 

¿Qué ocurrió hace 10 años?

A principios de 2014, informaron de personas que morían de una enfermedad desconocida en Guinea. Nadie pensó que pudiera ser Ébola, porque se consideraba una enfermedad de África Central, no de África Occidental. Pero Médicos Sin Fronteras (MSF) pensamos que los síntomas de los pacientes eran sospechosamente similares a los del Ébola. Y, de hecho, había habido un caso de Ébola en África Occidental: en Costa de Marfil, en 1994, una persona se había infectado con una cepa muy rara de Ébola: Taï Forest. No era muy conocida, se trataba de un solo caso, y el paciente había sobrevivido a la infección. Pero cuando leímos los informes de Guinea, pensamos que probablemente se trataba de un brote de Ébola de Taï Forest. Enviamos a nuestros equipos de Ébola sobre el terreno. En aquel momento, MSF éramos una de las pocas organizaciones con experiencia en brotes de Ébola.

Una vez sobre el terreno, dos cosas quedaron claras. En primer lugar, no se trataba de la rara cepa del bosque de Taï, sino de la infame cepa Zaïre, que sabíamos que era muy mortal. En segundo lugar, este brote llevaba meses aletargado (desde finales de 2013) y ya estaba presente en muchos más lugares de los que MSF -o cualquier otra organización- estábamos acostumbrada a tratar. Había empezado en el sureste de Guinea, una zona pobre y mayoritariamente ignorada por el gobierno nacional. Pero está muy cerca de la frontera con Sierra Leona y Liberia, y personas de los tres países cruzan regularmente esas fronteras. Las regiones fronterizas de Sierra Leona (Kailahun) y Liberia (Lofa) estaban igualmente olvidadas por sus gobiernos. De este modo, el virus pudo propagarse y cruzar las fronteras, durante meses, antes de que las autoridades empezaran a actuar al respecto.

Respuesta rápida de MSF albrote de Ébola
En diciembre de 2014, el equipo de respuesta rápida de MSF intervino en un remoto brote de Ébola en Quewein, Liberia. © Yann Libessart/MSF

 

El brote se produjo en un lugar del mundo donde nadie esperaba el Ébola, en una zona que no interesaba a las autoridades, y nadie estaba preparado para hacerle frente. También parecía que nadie quería hacerle frente. Los gobiernos, las agencias de la ONU y las organizaciones de ayuda tardaron muchísimo tiempo en tomarse en serio el brote. En MSF nos sentimos muy solos en aquellos primeros meses. Tocamos la alarma frenéticamente, muchas veces, pero nadie parecía escuchar. Todo el mundo lo negaba.

 

¿Por qué este brote era diferente?

Este brote era tan gigantesco que el mundo nunca había visto una epidemia de Ébola como ésta. Antes había habido brotes de Ébola que habían afectado a ciudades, pero se trataba de ciudades pequeñas y rurales, nada que ver con Conakry, la capital de Guinea, donde viven unos dos millones de personas. Nunca se habían producido brotes de Ébola en tantos países al mismo tiempo. El virus se propagó en Guinea, Sierra Leona y Liberia, pero también hubo casos en Senegal, Mali y Nigeria. También era la primera vez que países occidentales, como Italia, España, Reino Unido y Estados Unidos, tenían casos de Ébola. 

La magnitud de esta epidemia era absolutamente inaudita. Cuando finalmente terminó, en marzo de 2016, se había informado de más de 28,000 personas infectadas, de las cuales 11,000 murieron, pero probablemente hubo muchísimas más. Sabemos que el sistema de notificación no funcionó muy bien en muchos lugares. Antes de esta epidemia, ¡el mayor brote de Ébola contaba con 425 personas infectadas! Todo el mundo, incluyendo MSF, estábamos completamente desbordado por este brote. 

Centro Médico Príncipe de Gales MSF contra el Ébola en Freetown
El Centro Médico de Ébola de MSF en Freetown abrió sus puertas en el recinto escolar Príncipe de Gales, Sierra Leona. © Yann Libessart/MSF

 

¿También fue diferente la respuesta al brote?

Durante casi seis meses, el mundo trató de ignorar este brote, mientras se descontrolaba cada vez más. A finales del verano de 2014, otros gobiernos empezaron por fin a ayudar, y cuando pusieron dinero a disposición, otras organizaciones de ayuda también intervinieron. Pero pagamos un precio muy alto por llegar tan tarde.

En aquel momento, no había tratamientos para el Ébola. Los pacientes ingresaban en una clínica de Ébola, donde recibían tratamiento de apoyo, pero los médicos no tenían ningún tratamiento curativo. El principal objetivo de su ingreso era aislarlos, para evitar que infectaran a otras personas. En brotes anteriores, más pequeños, esto se hacía de forma muy humana. Un familiar incluso acompañaba al paciente en el hospital. Nuestro personal tenía experiencia y sabía cómo hacerlo posible de forma segura. De todos modos, no había tantos pacientes ni familiares acompañantes, así que había más tiempo y menos presión.

Pero en 2014, incluso nuestro personal más experimentado se vio desbordado. Para admitir al enorme número de pacientes hubo que construir estructuras muy grandes. Y las gestionaban personas que nunca antes habían trabajado en brotes de Ébola. Era imposible permitir que los familiares entraran en las clínicas del Ébola. Los procedimientos de seguridad tenían que ser extremadamente estrictos. Había que abandonar el acercamiento personal a los pacientes y sus familias, que había sido tan clave en la contención de brotes anteriores. No había otra opción, dado el enorme número de infectados. Pero este enfoque a gran escala también asustó a los pacientes y a sus familias. Y asustar a los pacientes es absolutamente contraproducente en un brote de como este.

En MSF estábamos acostumbrados a trabajar solos, en estrecha relación con el Ministerio de Salud y algunos otros socios técnicos, como laboratorios especializados. Pero a finales de 2014, docenas de organizaciones de ayuda, la mayoría de ellas sin experiencia con el Ébola, participaban ahora en diferentes aspectos de la respuesta. Esto era necesario para gestionar las enormes cifras. Pero también tuvo sus inconvenientes: el trabajo se dividió y las organizaciones se centraron únicamente en sus tareas específicas. La coordinación de todas esas organizaciones, en múltiples lugares de múltiples países, fue extremadamente difícil. Algunos gobiernos recurrieron a tácticas autoritarias para obligar a los pacientes y sus familias a cumplir. Eso les asustó aún más.

MSF responde al Ébola en Foya, condado de Lofa, norte de Liberia
El equipo entra en la casa. Para Jerome es un momento difícil, ya que va primero. Nunca sabes qué encontrar ahí dentro…” © Martin Zinggl/MSF

 

En conjunto, la respuesta distó mucho de ser ideal. La atención a los pacientes y sus familias se perdió por completo en la enorme maquinaria en que se había convertido la respuesta al Ébola. Muchas de las lecciones de brotes anteriores fueron ignoradas u olvidadas, pero la escala del brote no dejaba a nadie muchas opciones.

 

¿Hemos aprendido algo?

Muchas de las cosas que consideramos “lecciones aprendidas” de los últimos 10 años son en realidad cosas que sabíamos antes de 2014, pero que se olvidaron durante el brote de África Occidental. El siguiente gran brote de Ébola se produjo en 2018 en el este de la República Democrática del Congo. La comunidad internacional de ayuda entró con el enfoque de África Occidental cuatro años antes. Para la mayoría de las organizaciones de ayuda, ese era el único enfoque que conocían.

Una vez más, los actores de la ayuda tenían tareas limitadas y específicas; la coordinación era difícil; había grandes clínicas de Ébola; las autoridades eran a veces muy autoritarias… Y una vez más, esto no funcionó muy bien. Creemos, o esperamos, que la mayoría de los gobiernos y organizaciones de ayuda lo entiendan ahora. La clave para contener los brotes de ébola es centrarse realmente en las necesidades de los pacientes y sus familias.

Afortunadamente, también hemos aprendido otras cosas. Hemos aprendido a tomar una simple muestra bucal de las personas fallecidas para comprobar murieron de Ébola. Técnicamente hablando, eso ya era posible antes de 2014, pero nunca se hizo. Con los hisopos orales, podíamos analizar más cadáveres y con mayor rapidez. Esto nos permitió comprender mejor la dinámica de la epidemia.

Jackson Niamah, médico liberiano asistente en el Centro de Gestión del Ébola de MSF
Jackson Niamah, se dirige a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, que más tarde votan de forma anónima una resolución de emergencia sobre el brote de Ébola. © Morgana Wingard

 

También organizamos estudios clínicos para encontrar tratamientos, y más tarde también vacunas, contra el Ébola. Los estudios de tratamiento no dieron ningún resultado, pero encontramos una buena vacuna contra la cepa Zaire del Ébola, lo que fue muy alentador. Y aprendimos de la organización de los estudios clínicos, por lo que pudimos organizar nuevos estudios clínicos para otros fármacos durante el brote de 2018 en RDC. Estos condujeron a dos buenos tratamientos con anticuerpos para la cepa Zaire del Ébola.

Aprendimos bastantes cosas del enorme brote de 2014-2016, pero también de los brotes posteriores. Ahora tenemos que combinar esas lecciones y desarrollar una forma nueva y mejorada de brindar atención médica a las y los pacientes de Ébola.

 

¿Qué debe ocurrir en el futuro?

Tenemos que adaptar nuestros modelos de intervención para aprovechar al máximo las nuevas herramientas. Tenemos que volver a los pacientes, en lugar de traer los pacientes a nosotros, pero esta vez podemos traer nuestras nuevas herramientas con nosotros: una vacuna y tratamientos. Hay pasos muy específicos y concretos que podemos dar para mejorar nuestro enfoque.

Debemos volver a permitir que un familiar acompañe a un paciente en la clínica del Ébola. Esto era posible antes, así que debe ser posible ahora. Podemos protegerlos aún mejor, con vacunas y fármacos para la profilaxis preexposición. Esto inspirará más confianza, y cuantas más personas confíen en los equipos de ayuda, más vidas se salvarán.

Los pacientes muy enfermos deben someterse a pruebas rápidas. Estas pruebas no son perfectas, y pueden no detectar el virus en personas que no están tan enfermas. Pero detectarán el virus en pacientes muy enfermos y así podremos darles un tratamiento con anticuerpos mucho más rápido. Es un tratamiento de una sola dosis, una perfusión de aproximadamente una hora. Puede hacerse en un centro de salud local, o incluso en una ambulancia de camino a una clínica de Ébola. Los anticuerpos actúan con rapidez y pueden salvar vidas. Cuanto antes los reciba el paciente, mejor funcionan. Debemos adaptar nuestros modelos para aprovechar al máximo esta opción.

También tenemos que seguir buscando otros componentes para el tratamiento. El virus del Ébola puede provocar una respuesta inflamatoria demasiado fuerte, tanto que puede matar al paciente. Si tuviéramos un fármaco para calmar esa respuesta inflamatoria, salvaríamos a más pacientes. También deberíamos mejorar el seguimiento de los pacientes tras su recuperación. Los tratamientos con anticuerpos ayudan a los pacientes a sobrevivir, pero incluso entonces el virus puede persistir en el cerebro, los ojos y los testículos. Pero hay otro tipo de fármacos, llamados antivirales. Son menos útiles para ayudar a sobrevivir a los pacientes muy enfermos, pero pueden limpiar el virus de estos lugares. Hay avances positivos para fabricar antivirales en forma de píldora oral. Y seis meses después de su recuperación total, los sobrevivientes de Ébola deben recibir una inyección de la vacuna, para dar otro empujón a su sistema inmunitario.

Salud de los sobrevivientes del Ébola en Tonkolili, Sierra Leona, octubre de 2015
Una sobreviviente del Ébola, se somete a un examen ocular con el promotor de salud de MSF. © Tommy Trenchard

 

En los últimos 10 años, sin duda hemos cometido errores al responder a los brotes de Ébola. Algunos errores han sido forzados, otros no. Pero, en general, es evidente que hemos progresado, y hay buenas opciones para progresar aún más. En un próximo brote, las opciones en caso de que haya un paciente con Ébola serán mucho mejores que hace 10 años.

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