Edgard Boquín, el líder del equipo detrás de una gran batalla contra el dengue

Edgard Boquín, miembro de MSF el líder del equipo detrás de una gran batalla contra el dengue en Honduras

Imagina un escenario donde los mosquitos dejan de ser una amenaza para la salud de las personas. Imagina que estos seres diminutos ya no contagian el dengue, Zika y chingunguya, sino que se convierten en aliados inesperados en la lucha contra estas enfermedades.  

Todo esto es posible y en Honduras un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) y otras entidades está intentando convertirlo en realidad. La persona que lidera el esfuerzo se llama Edgar Boquín, psicólogo hondureño que trabaja desde 2006 con la organización, atendiendo distintas emergencias por desastres de origen natural, epidemias y violencia. 

Desde junio de 2023, Edgard es el coordinador del proyecto “Prevención de Arbovirus”, una intervención inédita que busca enfrentar las enfermedades transmitidas por mosquitos desde un enfoque de la prevención y aprovechando la tecnología y el poder del trabajo comunitario. En este texto, Boquín reflexiona sobre los primeros meses de esta batalla contra el dengue, Zika y chikungunya. 

Proyecto Arbovirus en Honduras
Proyecto Arbovirus, en Honduras. © Martín Cálix

 

El reto de adaptarse a lo innovador 

“Durante la creación del proyecto surgieron muchos retos, como cambiar completamente de un enfoque de atención a pacientes a uno de investigación para generar resultados a largo plazo a través de las intervenciones comunitarias, así como ser amigables con el medio ambiente. A nivel personal creo que ese es el desafío más grande que ha representado para todos los que estamos en el proyecto, no ha sido nada sencillo. 

Pero no solo es eso, he trabajado en lugares donde no es fácil ingresar porque la violencia prevalece y también he enfrentado situaciones que la gente nunca había visto como: atender pacientes, trasladar pacientes y dar consulta. Y si atender pacientes puede ser raro para algunas comunidades, imagínate liberar mosquitos, esto sí es muy retador.  

En algún momento la ansiedad y la preocupación me acompañaron, principalmente por los equipos de terreno, todos los días ellos se enfrentan a personas que los pueden rechazar, que los puedan agredir y eso no ha sido nada fácil.  

Hemos tenido que enfrentarnos a lo que la gente opina y la interpretación que pueda hacer sobre lo que estamos haciendo, que puede ser negativa. Eso me generó mucho estrés, porque era la primera vez que aplicábamos este método en el país. Como es muy innovador, hay que luchar también con el desconocimiento. 

 

La reflexión que me llevó a formar parte de la solución 

Si a mí me preguntan qué pensé cuando hicieron la propuesta para aplicar este método a través de un proyecto, me pareció descabellado. No es lo que usualmente hace MSF, porque el enfoque suele ser muy tradicional para enfrentar enfermedades como el dengue, principalmente a través de fumigaciones y limpiezas de contenedores de agua, aparte del apoyo en la atención directa en los hospitales. 

Eso me llevó a una reflexión interna: no siempre hemos implementado la mejor alternativa o la mejor solución, las técnicas han evolucionado mucho y al final creo que es darnos cuenta de que no vamos a poder erradicar al Aedes aegypti, y hay que buscar las mejores soluciones para adaptarnos a esa realidad.  

Cuando me informé más a fondo sobre el método Wolbachia y supe de todos los lugares donde lo han aplicado con buenos resultados, me di cuenta de que tenía una gran oportunidad de liderar la experiencia en Honduras y  decidí intentarlo. 

Staff del proyecto Arbovirus en Honduras
Los mosquitos tienen cuatro etapas en su ciclo de vida: huevo, larva, pupa y adulto. Aquí se pueden ver cientos de larvas que en los próximos días se convertirán en adultos para ser liberadas. © Martín Cálix

 

Detrás de cada reto surge una gratificación 

Es muy gratificante ver cómo funciona la parte operativa del proyecto, cómo cada área, cada disciplina, cada departamento entiende lo que estamos haciendo, era algo nuevo para todos.  

Saber que los equipos a cargo del insectario aprendieron sobre su labor, saber cómo los promotores hacen las actividades comunitarias todos los días, eso te da una sensación de tranquilidad, porque todo está entrando a una sistematización, luego tienes la satisfacción de llegar a la oficina y te enteras de que las liberaciones ya se están haciendo. 

El día más esperado: La liberación de mosquitos, un gran trabajo en equipo 

Cada paso del proyecto implicó algún reto en su momento, desde los acuerdos con las autoridades locales y con los socios implementadores, hasta la llegada de los primeros mosquitos importados de un país vecino. Pero el día de la primera liberación de mosquitos tuve una descarga de emoción porque sentí que llegamos y lo logramos. 

Ese día de liberación fue como culminar un primer objetivo: el inicio de la implementación que ahora estará por seis meses bajo la supervisión de los equipos de MSF. Siempre reconozco el trabajo de las personas que hacen parte del proyecto, todas ponen lo mejor de sí mismas para que esto funcione.  

Mi satisfacción es esa: si por algún motivo yo salgo del proyecto, esto no se va a detener porque los equipos saben cómo hacerlo. 

Staff del proyecto Arbovirus en Honduras
MSF junto con el Ministerio de Salud iniciaron las primeras liberaciones de mosquitos con Wolbachia en una de las áreas de intervención en Tegucigalpa. © Laura Aceituno

 

Un futuro lleno de esperanza 

Me gustaría que este proyecto sea exitoso para reducir el impacto de estas enfermedades sobre las poblaciones con las que trabajamos, pero también para traspasar la experiencia a otros actores, sea en Honduras, sea en otro país. Quiero que el proyecto pueda trascender y aporte datos de valor a nuevas generaciones. Esta es una gran oportunidad de conocimiento que puede mejorar la vida de muchas personas, y eso es lo más gratificante. 

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