El conflicto sigue afectando el acceso a la atención sanitaria en Cabo Delgado, Mozambique

Siete años después de que estallara la violencia en Cabo Delgado, las necesidades médicas y humanitarias de la población siguen siendo importantes. Médicos Sin Fronteras (MSF) respondemos en zonas de difícil acceso.

Pacientes esperan en un pasillo del hospital rural de Mocímboa da Praia, en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique.
Acceso limitado a la atención sanitaria en Cabo Delgado, Mozambique, una ciudad afectada por el conflicto. © MSF

Desde el inicio del conflicto en Cabo Delgado en 2017, más de un millón de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, lo que supone casi la mitad de la población de la provincia del norte de Mozambique. Según datos de la ONU[1], todavía hay 576,000 personas desplazadas. Mientras que otras 630,000 han regresado en los últimos tres años a zonas previamente golpeadas por el conflicto, principalmente en los distritos de Mocímboa da Praia y Palma.

Actualmente, la situación de seguridad sigue siendo inestable, con operaciones militares en curso en las zonas costeras de las fuerzas mozambiqueñas y aliadas, en particular el ejército ruandés. También ha habido un aumento de los ataques reivindicados por un grupo armado no estatal en una zona geográfica más amplia de la provincia. Estos nuevos ataques han provocado nuevos desplazamientos en varios distritos en las últimas semanas.

 

Parte del antiguo edificio del hospital de la ciudad de Mocímboa da Praia, en el norte de Mozambique, quedó destruido tras el ataque a la ciudad en 2017.
Parte del antiguo edificio del hospital de Mocímboa da Praia, Mozambique, quedó destruido tras el ataque a la ciudad en 2017. © MSF

 

La población siente el impacto de su desplazamiento incluso años después del mismo.

“Nunca olvidaré ese día”, explica Omar Issa, mientras recuerda el momento en que su ciudad natal, Palma, fue atacada en abril de 2021. Él y su esposa dejaron todo atrás y partieron hacia Pemba, la capital provincial, caminando varios días por el bosque. Durante la huida, Omar se separó de sus hijos, que no estaban en casa en el momento del ataque. Semanas después se enteró de que sus hijos habían llegado sanos y salvos al distrito de Montepuez.

La familia estuvo separada durante meses y no se volvió a reunir hasta 2022, después de que las fuerzas de seguridad retomaron el control de Palma.

“No me siento cómodo, no me siento seguro”, asegura Omar en una clínica apoyada por Médicos Sin Fronteras (MSF). “Los recuerdos aterradores de la violencia todavía me persiguen”.

Muchas personas como Omar luchan por superar los impactos directos e indirectos de la violencia.

 

El impacto del conflicto en la provisión de ayuda

Si bien el conflicto bajó de intensidad en 2023, algunos ataques a lo largo de 2024 han suscitado preocupación. En particular, un ataque en el distrito de Macomia en mayo obligó a MSF a suspender nuestro trabajo[2]. Nuestras clínicas móviles y actividades en zonas periféricas de Palma, Mocímboa da Praia y Mueda se suspendieron durante los meses siguientes y solo ahora las estamos reanudando gradualmente.

 

En el centro de salud de Nanduadua, el equipo de promoción de la salud de MSF comparte información sobre la prevención de enfermedades con los pacientes en la sala de espera.
En el centro de salud de Nanduadua, el equipo de promoción de la salud de MSF comparte información sobre prevención de enfermedades. Mozambique 2024. © MSF

 

En estas localidades y sus alrededores, muchas instalaciones sanitarias siguen sin funcionar, ya sea porque resultaron dañadas durante ataques o por falta de financiación. Las instalaciones también carecen de personal sanitario, ya que la gente no se siente lo suficientemente segura para realizar su trabajo. Sin muchas otras opciones de atención, la interrupción temporal de algunas actividades de MSF afectaron gravemente a los residentes. Particularmente a pacientes con enfermedades crónicas y necesidades de emergencia, como las mujeres con embarazos complicados.

“Se debe garantizar que las organizaciones humanitarias puedan llegar a las personas más necesitadas en las zonas de difícil acceso de Cabo Delgado”, afirma Nathalie Gielen, coordinadora de MSF en Mozambique. “Seguimos pidiendo a las partes en conflicto que respeten y protejan a los trabajadores médicos y las instalaciones sanitarias para que podamos mantener y ampliar nuestras actividades. Queremos proporcionar servicios vitales a las comunidades vulnerables durante esta crisis que se prolonga en el tiempo”.

Algunos pacientes también tienen dificultades para acceder a la atención sanitaria debido a redes de comunicación deficientes y a las malas condiciones de las carreteras. Algunas madres que vienen con sus hijos enfermos al centro de salud que apoyamos en Nanduadua, en la ciudad de Mocímboa da Praia. Toman hasta cuatro tipos de transporte diferentes para llegar al centro.

 

Pacientes esperan en un pasillo del hospital rural de Mocímboa da Praia, en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique.
Acceso limitado a la atención sanitaria en Cabo Delgado, Mozambique, una ciudad afectada por el conflicto. © MSF

 

La temporada de lluvias agrava las necesidades humanitarias

Más allá de estos desafíos, Cabo Delgado se enfrenta a otra estación lluviosa, que puede durar hasta abril. Misma que trae consigo la probabilidad de ciclones en un país que ha sido golpeado por varios de ellos en los últimos años y es muy vulnerable a la crisis climática.

En los centros de salud que apoyamos ya vemos un gran número de pacientes con malaria, una enfermedad mortal transmitida por mosquitos. Es especialmente peligrosa en niños, niñas y mujeres embarazadas, pero relativamente fácil de curar cuando se detecta y se trata pronto. Entre enero y septiembre, MSF tratamos 82,000 casos de malaria en Cabo Delgado.

“Muchos niños vienen con malaria avanzada, debido a las largas distancias [hasta la clínica]”, dice Selma Felix, oficial médica de MSF. “El 50% de los niños que visitaron el centro de salud de Nanduadua dieron positivo en esta enfermedad”.

Como parte de nuestra respuesta de emergencia, también nos preparamos para posibles brotes de cólera, una enfermedad transmitida por el agua que es endémica en la región, y de sarampión. “El acceso limitado a agua potable y a un saneamiento adecuado agrava estos problemas de salud, creando un entorno propicio para la propagación de enfermedades”, afirma Benjamim Janeiro Mwangombe, coordinador médico de MSF.

 

Augusta Agostino llegó al centro de salud de Palma, en el norte de Mozambique, para recibir atención médica para su hijo, que dio positivo en la prueba de malaria.
Augusta Agostino llegó al centro de salud de Palma, en el norte de Mozambique, para recibir atención médica para su hijo, que dio positivo en la prueba de malaria. © MSF

 

Trabajo comunitario y apoyo a los centros de salud

Médicos Sin Fronteras realizamos actividades médicas y humanitarias en Cabo Delgado desde 2019. Asistimos a las personas afectadas por el conflicto, a través de servicios comunitarios y apoyando centros de salud y hospitales. Actualmente damos asistencia en materia de salud mental, mejoramos los sistemas de agua y saneamiento, brindamos consultas de salud sexual y reproductiva y ayudamos a personas que viven con VIH y tuberculosis, entre otras actividades.

En las zonas remotas MSF apoyamos a los agentes de salud polivalentes del Ministerio de Salud y trabajamos con promotores de salud. Ellos actúan como puente entre las comunidades y los proveedores de atención médica. Algo esencial para garantizar que la asistencia médica llegue a quienes más la necesitan, incluso en regiones inestables.

Indrissie Imbrahim, promotor de salud, destaca que a pesar de los numerosos desafíos los equipos de MSF derivaron en lo que va de año a cerca de 5,000 pacientes que necesitaban atención especializada a estructuras sanitarias de Cabo Delgado.

Sin embargo, algunas de las necesidades más agudas de las personas no son visibles. Tras los ataques en Macomia y la suspensión temporal de nuestras actividades, Azvinei Juliasse, supervisor de salud mental de MSF, estaba preocupado.

“Perdimos el contacto con varios pacientes que luchaban contra la depresión y, en muchos casos, ya no veían un propósito en sus vidas”, recuerda. “Tememos que, sin apoyo continuo, puedan recaer en estados depresivos”, añade, destacando uno de los desafíos constantes a los que se enfrentan las personas en Cabo Delgado: la interrupción de su atención.

 

[1] © IOM DTM Mozambique Multi-sectoral location assessment – Round 14, August 2024

[2] https://www.msf.org.za/news-and-resources/press-release/msf-suspends-activities-macomia-following-recent-attacks

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