El costo humano del conflicto y la violencia en Sudán

Personal de Médicos Sin Fronteras fuera de un centro de salud apoyado por MSF en Sudán.
Equipos de MSF reevalúan los daños en un centro de salud apoyado por MSF en Sudán, tras un incidente de saqueo y asalto. © MSF

La guerra en Sudán lleva desde abril de 2023 cobrándose un terrible costo humano, infligiendo una violencia aterradora a la población de todo el país. Además, las dos partes en conflicto muestran un total desprecio por la misión médica: los hospitales son saqueados y atacados sistemáticamente y la ayuda humanitaria, bloqueada deliberadamente. Nuestros equipos en el terreno han recopilado fuertes testimonios de pacientes.

 

El costo humano de combates urbanos a gran escala

“Los combates empezaron mientras estábamos en Souq Al-Arabi (el mercado árabe de Jartum) sobre las 7 u 8 de la mañana. Las milicias de las FAR (Fuerzas de Apoyo Rápido) empezaron a cerrar las calles, los bancos, a parar los autobuses. Y entonces empezaron los estruendos, las explosiones y los disparos. Los proyectiles comenzaron a caer sobre el mercado y sobre las personas. El mercado quedó completamente destruido, no quedó nada de él. Nos escondimos allí durante tres días”. Paciente de Médicos Sin Fronteras (MSF) rescatado por el Geo Barents en el Mediterráneo central describe las primeras horas de combates en Jartum el 15 de abril de 2023 cuando se inició la guerra. Huyó de Sudán a través de Chad y Libia.

“Oímos una explosión, pero no pudimos identificar dónde. Cuando empezaron a llegar las primeras personas, nos informaron de que se había producido un incidente con víctimas en masa y que más gente se dirigía hacia el hospital. Hubo un bombardeo en Thawra 92, 110 víctimas llegaron a Al Nao debido a este suceso. Unas 20 murieron al poco de llegar, incluso algunas llegaron ya muertas. La mayoría llegaron con las manos o las piernas colgando, amputadas. Algunos apenas tenían una pequeña parte de piel que mantenía unidas dos extremidades. Un paciente llegó con una pierna amputada, su acompañante le seguía con la parte que le faltaba en la mano. Incluso si pasabas caminando podías ver a los heridos en el suelo, era un baño de sangre roja alrededor de toda la instalación”. Trabajador sanitario, Omdurman, Jartum Norte, mayo de 2024.

“Las bombas caían por todas partes y los soldados entraban en las casas. Vi muchas personas muertas. También cayó una bomba cerca de mi casa. […] Perdí a 5 personas de mi familia: 2 mujeres y 3 hombres. Una bomba cayó en su casa mientras dormían. Murieron todos”. Refugiado sudanés, Chad, junio de 2023.

 

Saqueos, incendios y violencia contra las personas en sus hogares

“Los hombres iban armados con pistolas (dos fusiles grandes y tres AK-47 con porras en las manos) y vestidos con el uniforme militar de camuflaje de las FAR. Por sus rasgos físicos, también me di cuenta de que eran árabes de la comunidad tarjam y pensé que serían de la FAR. Cuando me volví para entrar en mi casa, uno de los hombres armados me apuñaló por la espalda y otro soldado me golpeó muy fuerte en la nuca. Me apuñalaron varias veces y caí al suelo. Podía oír a los soldados hablar de mí mientras sangraba en el suelo. No podía levantarme. Mis vecinos hacían ruido para ahuyentar a los soldados. Mi mujer salió de casa llorando y gritando a los soldados por qué hacían algo así. Los soldados entraron en mi casa y se llevaron ropa y efectos personales. Vieron que mi coche, dentro del recinto, estaba destrozado y sin neumáticos, por lo que sería difícil moverlo. Decidieron no llevárselo. Cuando salieron de mi casa, me miraron tendido en el suelo, apenas estaba consciente. Los oí decir: ‘Va a morir, no malgastéis vuestras balas’, mientras uno de ellos me pisaba”, Paciente de MSF, Nyala, marzo de 2024.

“Decidí irme de Jartum a El Fasher un mes y medio después de que empezara la guerra, abandonando mi sueño de estudiar literatura inglesa. Fui testigo de cómo los Janjaweed [milicias afiliadas a las FAR] atacaban las casas y robaban todo lo que había dentro, reviviendo el trauma de lo que nos hicieron en Darfur”, Refugiado sudanés a bordo del Geo Barents, el barco de búsqueda y rescate de MSF, Mediterráneo central, octubre de 2023.

Personas desplazadas que huyen del conflicto en Sudán
El costo humano del conflicto en Sudán ha llevado a la población a huir de sus hogares. © Dan Kitwood/Getty Images

 

Acoso y abusos en los puestos de control

“De camino a El Fasher, había puntos de control establecidos por las milicias de las FAR. Te registraban y si encontraban un teléfono o dinero, te lo quitaban. Si el color de tu piel es más rojizo [piel más clara], te dejan ir. Pero si tu color es más azulado [piel más oscura], dicen que eres del Ejército y te llevan a la cárcel”. Refugiado de Darfur a bordo del Geo Barents, Mediterráneo central, octubre de 2023.

 

Secuestros, detenciones y actos de violencia que pueden constituir tortura

“Cuando estalló la guerra, inmediatamente evacuamos hacia Sennar. […] Los soldados del Gobierno nos detuvieron y dijeron a todos los hombres que bajaran [del] coche. Éramos un grupo de 14 personas. Nos ordenaron quitarnos la ropa y arrodillarnos en el suelo. Me pusieron un arma bajo mi barbilla y me preguntaron de dónde era. Les dije que era Habesha (de origen etíope) y que iba al campo de refugiados. Me respondieron que no necesitaban más Habeshas aquí y que éramos sus enemigos. Entonces [nos echaron] agua hirviendo en la piel y nos golpearon con un palo [en la espalda]. Estuvimos allí una hora antes de que nos llevaran a un campamento militar y finalmente nos dejaron marchar. […] Todavía tengo mucho dolor de espalda y necesito tratamiento”. Paciente de MSF, Kassala, diciembre de 2023

 

Violencia sexual y de género

“Dos chicas jóvenes de Sariba, nuestro barrio [de Madani], desaparecieron. Más tarde, secuestraron a mi hermano y, cuando volvió a casa, dijo que las dos niñas estaban en la misma casa donde estuvo retenido y que llevaban allí dos meses. Dijo que escuchó que les hacían cosas malas, el tipo de cosas malas que les hacen a las niñas”. Paciente de MSF en Gedaref, marzo de 2024

“Cuando intentamos salir [de Jartum], las FAR nos bloquearon y me obligaron a ir con ellos a servir en el hospital Sharg El Neel para sus soldados. Me amenazaron con dispararme en la cabeza si me negaba. Mi madre les rogó que no me llevaran, y nos dejaron ir. Cuando estábamos en Umdawwanban, llegaron al pueblo y se llevaron a 17 niñas de la tribu Bahateen y a las dos médicas con las que trabajaba. Se las llevaron a la fuerza y no sé qué les pasó. Tengo una amiga que se quedó en Jartum y sé que la mataron”, paciente de MSF en Kassala, diciembre de 2023.

“En Forabaranga oímos que se llevaban a las niñas. Las persiguen y luego las llevan a una casa para violarlas. Hace cuatro nos contaron la historia de dos niñas que intentaban cruzar de Forabaranga [a Chad] y unos hombres intentaron violarlas”. Refugiados de Darfur Occidental, en un grupo de discusión en Mogororo, Chad, junio de 2023.

 

Violencia por motivos étnicos

“Muchos de las personas heridas que llegaron de El Geneina nos informaron de que los milicianos árabes iban especialmente contra ellos por pertenecer a la etnia masalit. Les disparaban. Nos contaron que esta violencia continuó después en los pueblos y puestos de control a lo largo de la carretera hacia Chad. Los hombres de la comunidad masalit eran sistemáticamente el blanco de los disparos”. Responsable de Programas de Emergencia de MSF en Chad, junio de 2023.

“Nos dijeron [a los masalit] que este no era nuestro país y nos dieron dos opciones: marcharnos inmediatamente a Chad o matarnos. Se llevaron a algunos hombres y los vi fusilarlos en las calles, sin que nadie enterrara los cadáveres”. Refugiado sudanés en junio de 2023, Adre, Chad.

Brindamos atención a persenas desplazadas de Sudá,en Sudán del Sur
© Kristen Poels/MSF

 

Complicaciones y pérdidas de tratamientos crónicos

“Viajé con mi madre. Es mayor: tiene un problema crónico de hipertensión y es diabética. No podíamos atenderla bien, no tenía sus medicamentos, así que intentamos buscar un médico en Shendi y pedimos a la gente de la comunidad los medicamentos que necesitábamos. Pero era muy difícil, no siempre conseguíamos la cantidad suficiente y a menudo mi madre se quedaba sin fármacos durante mucho tiempo. Ahora está en coma, no responde”. Paciente de MSF, Kassala, marzo de 2024.

“Sólo tres días después de que empezara la guerra, estaba en un hospital de Bahri dando a luz a mi bebé, que murió pocas horas después. Estaba psicológicamente destrozada y físicamente cansada por las complicaciones de la cesárea. Sin embargo, mi marido y yo decidimos huir de Bahri a Al Managhil, porque el riesgo de morir era demasiado alto. Teníamos que buscar un lugar más seguro. No llevábamos nada con nosotros, lo dejamos todo en casa para escapar. Yo estaba mal, me dolía el cuerpo por la operación. Empecé a limpiarme la herida con un gel; ya sabes, uno de esos geles que se usan para desinfectarse las manos… No tenía nada más”. Paciente de MSF, Gedaref, abril de 2024.

 

Deterioro de la salud mental

“La guerra ha incrementado directamente síntomas como trastornos del sueño, pérdida de apetito, trastornos del estado de ánimo y estrés postraumático. Vemos a muchos pacientes cuyos familiares fueron secuestrados o violados. Dejan de comer, de dormir, de relacionarse con los demás. Algunos se despiertan por la noche y empiezan a gritar debido a las pesadillas. Es el dolor, el trauma, el estigma. Son todas las historias que aún no están preparadas para contar”. Miembro del equipo de salud mental de MSF, abril de 2024.

“Dejé de dormir durante cuatro meses, me siento estresado y abrumado. Mirar atrás es como una fantasía, como un sueño, un día tienes todo y al siguiente lo has perdido”. Paciente de MSF, Gedaref, marzo de 2024

Estamos presenciando un alto costo humano en Sudán, un aumento de pacientes con pensamientos suicidas y de intentos de suicidio. Lo he visto sobre todo con refugiados desplazados que, tras haber construido una nueva vida y haber pasado a veces 20 años en Jartum, acaban de nuevo en un campo de refugiados donde no tienen hogar ni familiares. Tienen que volver a empezar de cero. Algunos quieren poner fin al sufrimiento y deciden quitarse la vida”. Miembro del equipo de salud mental de MSF, abril de 2024.

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