“En el camino del Darién no hay nacionalidades, es solidaridad entre personas”

Bajo Chiquito

Fabiola Pintado, gestora de actividades médicas de Médicos Sin Fronteras (MSF), y su equipo llegaron a Panamá el 5 de abril. De inmediato comenzaron a brindar servicios médicos y psicológicos a las personas migrantes que habían cruzado a Panamá a través de la selva del Darién. Al finalizar su misión, preguntamos a Fabiola sobre la situación en el país.

Fabiola Pintado, gestora de actividades médicas de Médicos Sin Fronteras (MSF), y su equipo llegaron a Panamá el 5 de abril. De inmediato comenzaron a brindar servicios médicos y psicológicos a las personas migrantes que habían cruzado a Panamá a través de la selva del Darién. Al finalizar su misión, preguntamos a Fabiola sobre la situación en el país. Esto es lo que nos explicó.
 

¿Qué es lo primero que te llamó la atención cuando llegaste a Bajo Chiquito?

Cuando llegamos a Bajo Chiquito, la primera población a la que llegan las personas migrantes en Panamá una vez han cruzado el Darién, fue una imagen abrumadora por las condiciones en las que vivían tanto las y los migrantes como la población local: carpas por todas partes, basura por todas partes. Nada más al llegar me trajeron a un niño de 8 días que había nacido en la selva, le cortaron el cordón umbilical con una navaja. Tuvimos que organizar la evacuación al hospital más cercano, de hecho lo llevamos de Bajo Chiquito en nuestra piragua -una embarcación pequeña-, (el acceso a Bajo Chiquito en buena parte del año es exclusivamente por el río Turquesa). Solo llevé un botiquín básico, porque no habíamos iniciado actividades, íbamos a evaluar e hice lo que pude con lo que tenía. Como médica fue frustrante ver las necesidades y no poder hacer más en ese momento.
 
Cuando llegamos al puesto de salud, también me impactó, porque en cuanto la gente nos vio, empezaron a correr y a pedir consultas. Vi a un niño, que traía una candidiasis oral, y cuando acabé ya había cinco niños y niñas más…las personas se agolpaban en la valla, mostrándonos a sus hijos e hijas, y sus cartas de vacunación, fue una imagen abrumadora.
 

¿Qué ha sido lo más difícil para ti allá?

Lo más difícil ha sido ver el dolor y la frustración de la gente. Ver las heridas con las que llegan, que no pueden caminar, que tienen que pagar por todo para poder estar, que tienen muchísimos retos después de cruzar el infierno del Darién y que el camino se les haga tan duro y que dependa del dinero que tengas para poder moverte. La xenofobia que ves, también, en muchos niveles. 
 

¿Qué es lo que necesitan las personas migrantes?, ¿Quiénes son más vulnerables?

Lo que más necesitan las personas migrantes son rutas seguras y dignas. Desde mi punto de vista, esa ruta no puede pasar por el Darién, ya no es por la cantidad de actos criminales que se producen, los asaltos y la violencia sexual, sino también el propio Darién, que es un camino extremadamente difícil, la gente arriesga sus vidas para cruzarlo. 
 
Los más vulnerables en la ruta son mujeres embarazadas, niños, niñas y las mujeres en general por el hecho de ser mujer, por las violaciones y agresiones sexuales que sufren. Es lo que más indignación me ha causado, el nivel tan brutal, que sea tan sistemático contra la mujer. Si en México las y los migrantes centroamericanos nos lo decían, que existía el riesgo de violencia sexual, aquí el riesgo se multiplica enormemente, la probabilidad es sumamente elevada. 
 
 
 

¿Qué es lo más gratificante?

Lo más gratificante: estar ahí ahora, en el momento en el que llegan destruidos física y mentalmente. Y poder sonreírles, ofrecerles un espacio de recuperación, de autocuidado y de seguridad, cuando puedes tocarles, reconocerles como personas. Sacarle una sonrisa a un niño o niña, a una señora que viene llorando o a un papá que viene frustrado. 
 

¿Qué patologías observas ahora, una vez inmersos en la estación de lluvias?

Las principales patologías son las lesiones del camino: por hongos, fricción de ropa con la piel, quemaduras por fricción, enfermedades gastrointestinales y diarrea porque solo pueden beber el agua del río, infecciones en vías respiratorias altas y enfermedades de la piel. También lesiones físicas no intencionadas: caídas y lesiones ocasionadas en el camino, llegan con los pies destrozados, jamás había visto pies así, es impresionante ver cómo las personas siguen caminando con los pies así y solo se puede explicar porque la necesidad es enorme, es lo único que los mantiene sobreviviendo y seguir dando pasos con esos pies. Su voluntad es continuar la ruta, lo que te habla de la necesidad imperante que tienen en salir. Dependiendo de la gravedad unos pies tan hinchados, tan heridos pueden tardar en sanar desde 2 o 3 días, hasta un mes si se produce infección. Necesitan reposar y no están en condiciones para guardar reposo adecuadamente. En temporadas de lluvias, las lesiones en los pies son mucho peores. 
 

¿Cómo se detecta la violencia sexual?

Tenemos dos formas de detectarla: la persona llega y lo dice directamente: me han violado. La otra es la búsqueda en consulta, porque les preguntamos si durante la ruta les pasó algo, si alguien las tocó inadecuadamente. Y con eso, solo hay que ver la reacción en sus caras. A los hombres les preguntamos y la mayoría dicen que no les pasó nada, pero conocen a alguien que sí, y son ellos los que nos traen a las mujeres sobrevivientes de violencia sexual. Eso también te habla de la calidez humana de estas personas, que acaban siendo familia durante la ruta, de cómo se ayudan y cómo se preocupan por los otros.

 

¿Cómo se ayudan en el camino?

Mira, te digo una frase de una señora procedente de Cuba: “nosotros pensábamos que los haitianos eran gente sin educación, con un sistema de creencias diferente, pero durante el camino fueron los que más nos ayudaron”.  Durante el camino no hay nacionalidades, se ayudan los unos a los otros. Recuerdan que, aunque hubiera solo una sopita y una cucharada para cada uno, se la repartían. Cada día en Panamá, cuando te explican eso, tu corazón se deshace, es increíble. Ver esta solidaridad entre personas te devuelve la fe en la humanidad, completamente. 
 

¿Por qué es necesario tener un equipo de salud mental?

Las experiencias que han vivido las personas migrantes son potencialmente traumáticas si no tienen un apoyo para resignificar lo que les ha pasado y no me refiero solo a las agresiones sexuales: han sufrido robos, han visto cómo mataban a gente, han visto como son torturados psicológicamente para que entreguen sus pertenencias; ven cadáveres en el camino, los huelen. Hubo un señor que decía, “no podré dejar de oler a muerto”. Sin el componente de salud mental que tenemos, se les haría muy difícil poder normalizar que lo que sienten es lógico, sería difícil para ellos continuar el camino, sobrevivir, y aprender a vivir con esta experiencia tan dura. 
 

¿De quién te acuerdas más?

Una chica haitiana a la que violaron, Nancy. Venía además cargando a dos niños que no eran suyos, se los encontró perdidos en el Darién y decidió no moverse de Bajo Chiquito esperando a que los niños pudieran reencontrarse a su familia. Estuvo una semana, teniendo la posibilidad de salir de allá antes y continuar el camino. Nos trajo a otras mujeres también violadas y pasaba cada día por el puesto de salud a ver si podía ayudar en las traducciones del francés al español. Un corazón enorme. Buscaba espacios para que otras personas pudieran dormir o comer. Es mi heroína.
 
 
MSF demanda a los gobiernos de Colombia y Panamá que busquen alternativas para garantizar el paso entre los dos países y desplieguen los mecanismos de protección necesarios en su territorio para evitar más muertes y sufrimiento en la ruta a través del Darién.
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