En tiempos de COVID-19, la malaria sigue siendo la principal causa de muerte infantil en la República Centroafricana

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Malaria peak in Batangafo

El hospital de Batangafo, una ciudad de 31,000 habitantes entre quienes se incluyen 22,000 desplazados de otras partes de la República Centroafricana, está repleto de actividad. Si bien se ha puesto especial atención a las medidas de prevención y control de infecciones (IPC) para identificar y aislar a las personas con casos sospechosos de COVID-19; hay otra enfermedad mortal con un impacto mucho más pesado en la vida de las personas que viven aquí.

El hospital de Batangafo, una ciudad de 31,000 habitantes entre quienes se incluyen 22,000 desplazados de otras partes de la República Centroafricana, está repleto de actividad. Si bien se ha puesto especial atención a las medidas de prevención y control de infecciones (IPC) para identificar y aislar a las personas con casos sospechosos de COVID-19; hay otra enfermedad mortal con un impacto mucho más pesado en la vida de las personas que viven aquí.

Como cada año, en septiembre llega temporada de lluvias, y es cuando la malaria se vuelve más mortal que nunca en la República Centroafricana. Es la principal causa de muerte en niños menores de cinco años en el país. Durante los periodos en que la transmisión de malaria es alta, ocho de cada diez consultas pediátricas en el hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras en Batangafo se deben a complicaciones de malaria, incluyendo la anemia y la deshidratación.

Desde principios de año, los equipos de MSF han tratado 39,631 casos de malaria en Batangafo, en comparación con los 23,642 tratados durante el mismo periodo del año anterior. Este año 1,074 niños menores de cinco años han sido hospitalizados por malaria; 28 de ellos no sobrevivieron.

"Desde que contrajo malaria, mi hijo está muy débil, y los médicos dijeron que tiene anemia. Están tratando de estabilizar su condición para evitar más complicaciones que podrían ser fatales. Tengo mucho miedo de perderlo", explica Chancella Gbtoum, madre Yakota Abbias, de cinco años. Chancella y su hijo menor han recibido medicamentos antipalúdicos de MSF como medida preventiva.

"Le di a mi otro hijo de 11 meses el medicamento contra la malaria que recibimos de MSF", dice.  “Yo también lo tomé. Sé que esta vez, no nos enfermaremos."

Para mitigar el impacto de esta enfermedad mortal y proteger a la comunidad, MSF lanzó una campaña específica de tratamiento preventivo, también conocida como ‘administración masiva de medicamentos contra la malaria’, al comienzo de la temporada de lluvias. Con el fin de llegar a un número máximo de personas y asegurarse de que la población entendiera la importancia de esta iniciativa, la campaña se desarrolló en tres etapas.

Primero, generamos conciencia sobre la campaña con la ayuda de los líderes comunitarios y transmitimos anuncios en la radio local. Posteriormente, el equipo fue de puerta en puerta para distribuir el tratamiento preventivo. Y finalmente regresaron a cada hogar para comprobar si las personas habían tomado el tratamiento e identificar cualquier efecto secundario.

 

 

Al llevar el medicamento a las personas en sus propios hogares, evitaron el riesgo de que las multitudes se reunieran en los sitios de distribución y pudieran propagar la COVID-19. Los equipos de MSF también adoptaron medidas de protección, como usar mascarillas y mantener una distancia segura entre las personas.

El aumento de los pacientes con malaria no se limita a esta región cercana a la frontera con Chad, sino que está ocurriendo en todo el país.

“Durante la temporada de lluvias, la malaria devasta a las comunidades que tienen un acceso limitado a la atención sanitaria y las medidas preventivas. Cada año, vemos un aumento de los casos de malaria en todos los proyectos de MSF en la República Centroafricana. En 2019, tratamos 578,072 casos de malaria en todo el país”, explica Carmen Terradillos, coordinadora médica de MSF.

Recibir tratamientos eficaces contra la malaria sigue siendo inadecuado en un país que ha vivido años de conflicto y abandono”, comenta Carmen. “Los mosquiteros tratados son caros y están fuera del alcance de muchos. La administración masiva de medicamentos es una forma eficaz de prevenir las complicaciones causadas por la malaria”.

 

 

Los residentes de Batangafo estaban ansiosos por protegerse a sí mismos y a sus familiares de una enfermedad que ya ha matado a muchos niños en su comunidad.

“Estoy embarazada y no quiero contraer malaria. Es peligroso para mi futuro hijo", dice Félice. “Sé que soy más vulnerable y necesito tomar este tratamiento".

En la primera ronda de la campaña, MSF proporcionó tratamiento preventivo a un total de 32,670 personas, incluidos 6,531 niños y 135 mujeres embarazadas. La próxima ronda de la campaña está prevista para finales de septiembre.

 

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Ubicada en la prefectura de Ouham en el norte de la República Centroafricana, la ciudad de Batangafo ha sido un lugar de tensión política, étnica y religiosa durante más de una década. La situación de seguridad sigue siendo volátil y se espera que aumente la inestabilidad con las próximas elecciones, programadas para diciembre de 2020.

MSF trabaja en Batangafo desde 2006, apoyando al Ministerio de Salud en el hospital de Batangafo y en las áreas circundantes brindando atención de emergencia, cirugía , atención de maternidad, atención pediátrica, tratamiento para VIH / SIDA y tuberculosis, atención a sobrevivientes de violencia sexual y servicios de salud mental.

 

 

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