“Encarnizamiento sin límites” en Bangui, República Centroafricana

La capital de la República Centroafricana, Bangui, desde hace semanas es presa de la violencia pero la gran parte de los hospitales ya no funcionan. Jessie Gaffric es la coordinadora del proyecto de MSF. Ella gestiona nuestras actividades en el único servicio de traumatología de la ciudad dentro del hospital comunitario.

La capital de la República Centroafricana, Bangui, desde hace semanas es presa de la violencia pero la gran parte de los hospitales ya no funcionan. Jessie Gaffric es la coordinadora del proyecto de MSF. Ella gestiona nuestras actividades en el único servicio de traumatología de la ciudad dentro del hospital comunitario.

Desde que estallaron los enfrentamientos en Bangui, el 5 de diciembre, nuestros equipos han tratado a más de 800 pacientes, mayoritariamente heridos de bala o de arma blanca.

Casi desierta, la avenida de los Mártires, una de las principales arterias de Bangui, parece tranquila. Cuesta imaginar que aquí mismo la noche pasada han tenido lugar violentas escaramuzas entre grupos armados. Muy cerca, no lejos del estadio, se encuentra el hospital comunitario, la estructura de referencia de la capital, un edificio decrépito que alberga un servicio de traumatología, el único en la ciudad, en la actualidad gestionado por MSF.

"Ya el mes de noviembre pasado, identificamos una necesidad acuciante de atención quirúrgica y lanzamos nuestra actividad el 2 de diciembre", explica Jessie Gaffric, coordinadora del proyecto de MSF. "Nadie entonces sospechaba que la situación explotaría tres días más tarde. Ese día, recibimos a 120 heridos y 60 más al día siguiente. Estábamos colapsados. Tuvimos que manejar la situación en unas condiciones extremadamente difíciles, aquello era el caos. Como no había lugar en el hospital, instalamos tiendas en el recinto hospitalario para acoger a los pacientes que necesitaban cuidados postoperatorios. Con el tiempo y viendo que la emergencia continuaba, mejoramos el circuito de pacientes, la gestión del servicio de urgencias, la calidad de la atención…"

Desde su apertura, este servicio ha tratado a cerca de 800 personas heridas, esencialmente de bala y arma blanca. El 11 de enero, el día después de la dimisión del antiguo presidente M. Djotodia, recibimos a una cincuentena de pacientes, enviados por otros centros de salud de MSF en Bangui o en los campos de desplazados de la ciudad al hospital comunitario. Un hombre llegó en ambulancia con una herida de bala en un pie que había intentado curarse a sí mismo y que estaba tan infectada que tuvimos que amputar. Otro tuvo un accidente de moto. Otro presentaba una herida de arma blanca. Los pacientes no dejaron de llegar durante todo el día y cada caso era distinto del anterior. Como media, cada día llegan una veintena de heridos con picos de afluencia algunos días.

"Las principales dificultades que nos encontramos son la gestión del tiempo, sobre todo porque tenemos que dejar el hospital a las 18h como muy tarde, hora del toque de queda, cuando la inseguridad es mayor”, explica Jessie. "En este hospital trabajamos nueve expatriados y una cincuentena de empleados centroafricanos. Entre éstos, algunos viven en los campos de desplazados y no pueden venir a trabajar cuando se producen enfrentamientos o se ven obligados a quedarse a dormir en el hospital. Lo que también impacta, es la gravedad de las heridas ya sea de arma blanco o machete. Todas ellas reflejan un nivel de violencia y de encarnizamiento sin límites… "

Los dos bloques operatorios del hospital comunitario hasta la fecha gestionados por MSF acaban de ser asumidos por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Finalmente, el CICR tiene que acabar asumiendo íntegramente el servicio quirúrgico. Mientras, MSF se prepara para trabajar en otro hospital de la ciudad.

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