Etiopía: “Si las personas no comprenden lo que hacemos nunca vendrán a nuestras clínicas”

Roberto Wright es un antropólogo brasileño que trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) en la región somalí de Etiopía. Él es responsable de desarrollar una estrategia de participación comunitaria para el equipo de sensibilización de MSF, quienes son los que conversan con las personas en los asentamientos para contarles cómo la organización trabaja en el tratamiento, identificación y prevención de la desnutrición.

Roberto Wright es un antropólogo brasileño que trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) en la región somalí de Etiopía. Él es responsable de desarrollar una estrategia de participación comunitaria para el equipo de sensibilización de MSF, quienes son los que conversan con las personas en los asentamientos para contarles cómo la organización trabaja en el tratamiento, identificación y prevención de la desnutrición.
 
Son las 8 de la mañana en Galorgube, una pequeña localidad de la zona de Doolo, en la región somalí de Etiopía. El sol ya comienza a estar más fuerte. Hasta finales de 2016, esta zona era más verde de lo que es hoy y estaba menos poblada. Pero tras la ausencia de una serie de temporadas de lluvias, la tierra se volvió naranja y se cubrió con cientos de tiendas de campaña de distintos colores, telas y materiales pertenecientes a los pastores nómadas. Ellos se vieron obligados a instalarse aquí después de que los animales de los que dependían para subsistir murieron por la sequía.
 
En una tienda oscura, un hombre de barba que lleva una playera de MSF y su traductor pasaron una hora hablando en voz baja con un grupo de unos 40 hombres, en su mayoría ancianos. Ellos son los representantes de esta comunidad. El hombre alto es Roberto Wright, de Brasil, un antropólogo de MSF que forma parte del equipo de emergencia de la organización y quien ha estado trabajando en la región somalí desde finales de junio.
 
"Llegamos a un acuerdo que respeta su visión y al mismo tiempo mantiene nuestros objetivos médicos. Dijeron que sí, valió la pena", dice Roberto con una gran sonrisa al salir finalmente de la tienda. 
 
 
Los líderes de la comunidad acaban de aceptar que un niño que se encuentre gravemente desnutrido puede ser trasladado para recibir tratamiento en el centro de tratamiento de alimentación para pacientes internos en Yucub, a sólo 6 km de Galorgube. Anteriormente se habían negado porque preferían los servicios de sus curanderos tradicionales.
 
"Parte de mi trabajo es entender cuál su visión de la medicina tradicional y a su vez, explicarles cuál es la atención que brinda MSF para que puedan combinar ambos", dice Roberto. "Si ellos no comprenden lo que hace MSF, nunca van a buscar nuestros servicios o van a venir a nuestros centros de salud".
 
Para lograr ese objetivo, Roberto capacita y trabaja junto a cientos de trabajadores de la salud, la mayoría de ellos locales o pastores desplazados. Cada mañana, se dividen de a dos y pasan el día hablando con los desplazados, en particular con las mujeres, las cuales en su mayoría tienen entre tres y ocho hijos. El personal de salud les hace preguntas para descubrir si alguno de sus hijos sufre desnutrición aguda severa o presentan otras complicaciones que necesitan tratamiento médico. Debido a la escasez de alimentos en esta zona, los equipos han enviado un promedio de 10 niños por semana a los centros de salud de MSF para recibir tratamiento.
 
"Tenemos que adaptar nuestra forma de trabajo a su perspectiva para poder adecuarnos a sus prácticas comunitarias", explica el antropólogo. Los principales objetivos de Roberto en la región somalí son ayudar a MSF a llegar a estas comunidades y aumentar su aceptación. Él ha desempeñado funciones similares en Irak, Sierra Leona, República Centroafricana y Turquía, pero aquí, en Etiopía, se requiere pasar mucho más tiempo en el auto. Las distancias en la región somalí son enormes, y las diversas comunidades están lejos unas de otras. En dos meses, Roberto estuvo 60 días andando en la carretera y cubrió más de 6,000 km.
 
Hoy el conduce de regreso a Galorgube desde Yucub para llevar al centro de salud de MSF a otro paciente, un bebé de un año. La mamá del bebé y los ancianos están de acuerdo en que MSF debe brindarle tratamiento. Desde Galorgube, el niño será transferido al hospital de Wardher, apoyado por MSF, que queda a una hora de distancia.
 
La mama del bebé tiene 25 años, tiene cuatro hijos más grandes y está embarazada de dos meses. “Estuvimos viviendo en el bosque con 200 animales”, cuenta, “pero ahora sólo tenemos 10. Todos murieron. Este es mi hijo menor y ya ha estado enfermo tres veces”. 
 
Antes de ir a Wardher, Roberto y el equipo de sensibilización conducirán durante dos horas más a Lahelow, un asentamiento para desplazados en un área remota y seca. Ellos visitan la clínica móvil de nutrición y Roberto necesita reunirse con el equipo de MSF y comprobar cómo sobrevive la gente en el campo.
 
"Para mí, el desafío en la región somalí, aparte de las largas distancias, es entender cómo la gente está tratando de adaptarse. Están acostumbrados a las crisis, pero en ésta, su ganado está muriendo muy rápido, algo que nunca antes habían visto. Necesitan una plataforma para intercambiar ideas y decidir qué hacer luego. Queremos desarrollar esto a nivel comunitario, pero también dentro de la instalación sanitaria en una tienda de promoción de la salud".
 
Después de otros 65 km, el auto llega al hospital de Wardher, donde originariamente había dos tiendas para niños desnutridos y actualmente hay seis, además de dos salas.
 
Las enfermeras llevan al bebé enfermo y a su madre a la sala de espera, mientras que Roberto observa cómo está funcionando la nueva sala. De repente, mira hacia el árbol que está  en el patio del hospital y recuerda la noche cuando un médico de MSF lo llamó porque una madre quería irse del centro de salud con su hijo inconsciente y acudir al curandero tradicional.
 
"Esa noche fui al hospital para hablar con la madre, averiguar los motivos por los cuales quería irse y tratar de encontrar un punto en común", dice Roberto. "Cuando le pregunté, me dijo: 'Quiero darle a mi hijo un tratamiento tradicional. Ella debe ser exorcizada. Quiero que un jeque le lea el Corán a mi hija. "Le respondí:" Eso es algo con lo que podemos ayudar".
 
Como parte de su estrategia de participación comunitaria, Roberto ya se había contactado con líderes religiosos clave, por lo que llamó a un jeque para ir allí. La noche terminó bajo las estrellas, con una suave voz leyendo el Corán y el bebé siendo cuidado en el hospital. Puede que no sea un rol clásico dentro de MSF, pero el trabajo de Roberto como antropólogo es una parte importante de la cadena. Él escucha a la comunidad local y trata de entenderlos. Y esto, en la región somalí, ha demostrado ser clave para que MSF pueda proporcionar atención médica."
 
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