Filipinas: La urgencia de sobrevivir

Aleppo city

Un tifón en Filipinas. Miles de desplazados tras una ola de violencia en Sudán del Sur. Un aeropuerto donde los civiles se refugian huyendo de las atrocidades en República Centroafricana (RCA). Las víctimas no pueden esperar: estas situaciones de emergencia exigen una respuesta humanitaria inmediata. Muchas vidas dependen de la rapidez y eficacia de estas intervenciones, cada vez más complejas en un mundo plagado de guerras, epidemias y desastres naturales.

Un tifón en Filipinas. Miles de desplazados tras una ola de violencia en Sudán del Sur. Un aeropuerto donde los civiles se refugian huyendo de las atrocidades en República Centroafricana (RCA). Las víctimas no pueden esperar: estas situaciones de emergencia exigen una respuesta humanitaria inmediata. Muchas vidas dependen de la rapidez y eficacia de estas intervenciones, cada vez más complejas en un mundo plagado de guerras, epidemias y desastres naturales.

“Son periodos de sufrimiento máximo para unas sociedades ya de por sí frágiles”, resume la responsable de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), Teresa Sancristóval, en alusión a estas situaciones críticas. Uno de los principios fundamentales de la organización es asistir a las poblaciones que atraviesan un momento de vulnerabilidad extraordinaria. A menudo son comunidades en unas condiciones de vida pésimas que, además, son golpeadas por la guerra, las enfermedades y los desastres naturales. Es el momento en el que hay más vidas en juego.

El pasado 8 de noviembre, el tifón Haiyan tocó tierra en Filipinas. Más de 6.000 personas perdieron la vida. La capacidad de reacción de los filipinos fue admirable, pero litorales enteros fueron arrasados y las casas de miles de personas se derrumbaron. La intervención inmediata salva muchas vidas, porque hay heridos graves atrapados bajo los escombros y que necesitan ayuda.

“Demorar la atención a esta población podría suponer tener que lidiar con complicaciones resultantes de las heridas. Es crucial llegar lo antes posible”, decía, tres días después del tifón, la coordinadora de la intervención en Filipinas, Llanos Ortiz. En esta emergencia hubo un obstáculo adicional para una reacción rápida: la dificultad para llegar a las zonas más afectadas en el archipiélago, que tiene más de 7.000 islas.

Conflictos en África y Oriente Próximo

Los conflictos y los escenarios de violencia soterrada o crónica son otra amenaza mayúscula para las poblaciones de todo el mundo. En guerras abiertas como la de Siria, el castigo a los civiles no solo tiene su origen en la crueldad de las partes en conflicto, sino en las restricciones que sufren las organizaciones humanitarias para atender a los heridos y a los afectados indirectamente por las bombas. Otras crisis, enmarcadas en un contexto de violencia enquistada, no ocupan tantas portadas pero en sus momentos más virulentos tienen efectos devastadores sobre la población. Sudán del Sur y RCA son casos paradigmáticos.

La situación de los civiles es desesperada en muchos puntos de RCA. “Cuatro de mis hermanos fueron asesinados en Bossangoa cuando las milicias anti-Balaka atacaron la ciudad y el movimiento rebelde rival Séléka represalió a la población civil”, narra, deprimida, Albertine, quien huyó de los combates en Bangui y está refugiada en el campo de M’poko, en el aeropuerto de la capital.

Albertine es una de las 900.000 personas desplazadas en RCA a causa del conflicto, 500.000 de ellas tan solo en Bangui. El pasado diciembre, cuando estallaron los combates en la capital, MSF lanzó una intervención de emergencia y trató a más de 2.300 heridos en diversos hospitales y centros de salud a los que aún da apoyo. Esta asistencia se llevó a cabo pese a episodios como los tiroteos en el campo del aeropuerto, que condujeron a una reducción temporal de las actividades de MSF en la zona, o a las ocasiones en las que los equipos de la organización tuvieron que interponerse para evitar que hombres armados atacaran a los pacientes.

Otra crisis se desencadenó en diciembre en Sudán del Sur, también en el corazón de África. El país más joven del mundo, independizado de Sudán en 2011, fue escenario del desplazamiento de cientos de miles de personas a raíz de los combates entre el Ejército sursudanés y los rebeldes dirigidos por el ex vicepresidente Riek Machar. Todo ello en un país azotado por la malaria, la desnutrición y con más de 200.000 refugiados en su frontera con Sudán.

“Los picos de violencia han empeorado la situación humanitaria de una población que cuenta con unos indicadores de salud muy preocupantes y no tiene acceso a la mayoría de servicios básicos”, resume Llanos Ortiz, que coordina las operaciones de emergencia de MSF en Sudán del Sur. El elevado número de heridos a causa de los combates hace que el componente quirúrgico sea fundamental en esta intervención.

Cerca de las víctimas

Atender a la población en esos momentos críticos es una prioridad para MSF España, y por eso dedicó en 2013 el 24,3% de su presupuesto operacional a las emergencias (19,9 millones de euros de un total de 81,9 millones). Está previsto que en 2014 la cifra aumente a 21,6 millones, aunque variará en función de las crisis humanitarias que requieran una atención inmediata este año.

¿Cómo se decide cuándo intervenir? Las emergencias se distinguen por ser los momentos en los que hay un mayor número de personas que pueden perder la vida, según el presidente de MSF, José Antonio Bastos. “Eso tiene un peso moral enorme. La diferencia entre intervenir y no intervenir es brutal. En estas ocasiones nuestro impulso humanitario se expresa con mucha más claridad y rapidez”, explica Bastos, que ilustra su reflexión aludiendo al descenso de la tasa de mortalidad tras una intervención que ataja una epidemia de cólera.

Las armas, las enfermedades o los desastres naturales pueden amenazar con romper las costuras de una sociedad. En estas situaciones límite, la ayuda es más necesaria que nunca.

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