Gaza: “Espero que el alto el fuego dure”

El Dr. Abu Abed es palestino y vive con su familia en Gaza, donde trabaja con MSF desde hace diez años. Durante la operación “Margen protector” continuó con la coordinación de las actividades médicas de MSF en Gaza. Y desde la entrada en vigor de la tregua el martes, disfruta junto su familia de la vuelta de una calma que espera que dure.

El Dr. Abu Abed es palestino y vive con su familia en Gaza, donde trabaja con MSF desde hace diez años. Durante la operación “Margen protector” continuó con la coordinación de las actividades médicas de MSF en Gaza. Y desde la entrada en vigor de la tregua el martes, disfruta junto su familia de la vuelta de una calma que espera que dure.

“Por fin pude dormir en mi cama. Y mi hija de cinco años está feliz: pudo beber su leche antes de ir a dormir y pasar una buena noche. Tengo suerte, mi casa no ha sufrido demasiado. Pero no hay electricidad ni agua corriente. Tengo un pequeño generador que nos da electricidad, dos horas por la mañana y dos horas por la tarde. Y vamos a sacar agua de los pozos. Espero que esta vez el alto el fuego dure. Pero mi hija todavía está asustada, no entiende porqué todo está destruido. Ayer dijo: “No salgáis, pueden romper el alto el fuego”… Mis hijos de 11 y 12 años han perdido su infancia. Esperemos que no pierdan también su adolescencia.

Hemos vivido momentos terribles. No recuerdo la fecha, era el vigésimo primer día de la guerra. El bombardeo comenzó a las once de la noche y no paró hasta las cinco y media de la mañana. Nadie durmió en toda la noche. Mi hija de cinco años tenía pánico y no pudimos tranquilizarla. Mi casa está en un barrio de la ciudad de Gaza cerca de la playa y también cerca de un campo de entrenamiento de la policía. Cada cinco minutos caían bombas por todos lados. Yo corría de una ventana a otra para entender lo que pasaba, pero era imposible de seguir ni podía conseguir información en la radio local.

Después, por la mañana, hablé por teléfono con Nicolás, el coordinador del proyecto en Gaza. Me propuso que trajera a mi familia para instalarnos en la oficina de MSF. Acepté inmediatamente. Ya estaban allí refugiados otros miembros de la organización, un cirujano, guardianes… Pudimos dormir. ¡Qué alivio! Mis hijos por fin veían gente y podían jugar al aire libre tras pasar 20 días encerrados en una habitación. Solo mi esposa salía para ir a la cocina a buscar lo necesario. Yo iba a trabajar en un coche de MSF que me venía a buscar y me devolvía por la noche. Y mi familia me preocupaba.

La oficina de la organización se encuentra a cinco minutos a pie del hospital Al Shifa, el más grande de toda la Franja de Gaza. MSF envió a un equipo quirúrgico para prestar ayuda al personal del hospital, completamente agotado. En Gaza, MSF también tiene una clínica de atención postoperatoria. Durante la guerra, una decena de pacientes venía cada día por sus vendajes. Y para todos aquellos para los que era demasiado peligroso moverse, les dábamos las vendas. Desde el miércoles los pacientes vuelven a venir. Tenemos 45 pacientes que vienen durante el día para revisar sus vendajes o por fisioterapia. Si la tregua continúa, el número se incrementará con todos los heridos que fueron operados y necesitan cuidados postoperatorios.

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