Gaza: Historias desde el Hospital de maternidad Emiratí en Rafah

Historias de pacientes en el Hospital de maternidad Emiratí en Rafah, Franja de Gaza. ©Jorge Montoya

Pascale Coissard Rogeret, coordinadora de emergencia de Médicos Sin Fronteras en Gaza, nos comparte en este texto algunas historias de las pacientes que conoció en Gaza.  

Me llamo Pascale, trabajo como coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Gaza desde el 20 de diciembre de 2023.  

Esta semana me senté con algunas de nuestras pacientes en el hospital emiratí de Rafah. En este centro de MSF en el sur de la Franja de Gaza, las mujeres reciben atención postparto. Además del agotamiento del parto, estas mujeres deben lidiar con el estrés constante de los bombardeos, el desplazamiento, las condiciones de vida en Rafah y la incertidumbre de lo que les deparará el mañana. 

Estas mujeres están desplazadas. Sobreviven en tiendas de campaña de plástico que montan con sus familias lo mejor que pueden, donde pueden, en una ciudad que está ganando densidad cada día por la afluencia constante de personas refugiadas que huyen de los ataques aéreos y los combates en toda Gaza. Estamos en pleno invierno. Los días son fríos y a veces llueve. 

Tres de estas mujeres me llamaron particularmente la atención. 

Maha* es del norte de Gaza. Acudió a un hospital cuando sintió que comenzaba el parto, pero no pudieron atenderla. Todas las salas de parto estaban llenas. Sabía que algo no estaba bien, que necesitaba ser admitida; había tenido una cesárea antes. Pero, sin otra opción, tuvo que regresar a su tienda de campaña.  

Su hijo murió. Lo dio a luz en las letrinas más cercanas a su tienda. 

Cuando entré a nuestras instalaciones, Maha estaba sentada en su cama, después de recibir atención posparto. Ella me llamó para hablar conmigo. Necesitaba expresarnos a todos su profundo dolor; necesitaba gritarnos la injusticia que vivó. Sin esta guerra, no habría perdido a su hijo. 

 

Noor tuvo una niña muy bonita. Después de dar a luz, estaba feliz pero cansada, medio dormida y un poco pálida. Mis colegas le hicieron una prueba de hemoglobina: necesitaba tomar algunos suplementos de hierro y vitamina C.  

Su suegra la había acompañado y me dijo que su familia es de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza. Su casa, su calle, están ahora reducidas a escombros. Le pregunté cómo se llamaría su bebé. Noor aún no lo ha decidido. Pero a su suegra le gustaría que se llame Salam (Paz), que nunca ha sido más necesaria. 

 

Reham también acababa de dar a luz a una niña. Las dos están bien. Quiere mostrarme el rostro del recién nacida y me dice con una sonrisa que se llama Amal (Esperanza), porque la esperanza es lo que anima a la población palestina, a pesar de los horrores que han vivido durante los últimos 91** días, a levantarse cada mañana. Y es lo último que Reham quiere perder. 

 

*Los nombres de las pacientes han sido cambiados. 

**91 días al momento de escribir este texto. A día de hoy, son 112 días. 

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