Gaza: reconstruir vidas después de las amputaciones

© Giles Duley

Amro, Mohammad, Muawiyah y Mahmoud comparten una experiencia: todos sufrieron una amputación después de ser gravemente heridos por las fuerzas israelíes. Todos fueron pacientes de Médicos Sin Fronteras (MSF) y contaron sus historias al fotógrafo Giles Duley, quien también tuvo amputaciones por las heridas que recibió cuando estuvo en zonas de conflicto.

Amro, Mohammad y Mahmoud forman parte de las 36 mil personas que resultaron heridas durante las protestas de la Gran Marcha del Retorno. Estas manifestaciones se realizaron cerca de la valla de seguridad entre Gaza e Israel todos los viernes entre el 30 de marzo de 2018 y diciembre de 2019 para conmemorar el 70 aniversario del éxodo de 1948, un evento conocido por la población palestina como “Naqba”.

Muawiyah resultó herido durante el bombardeo de la Franja de Gaza de 2021 por parte de las fuerzas israelíes. Él y sus 152 compañeros palestinos sufrieron amputaciones para evitar el riesgo de infección en sus heridas.

Giles Duley invitó a Amro, Mohammad, Muawiyah y Mahmoud a contar las historias de sus vidas después de la amputación, durante su visita a Gaza en marzo de 2022.

 

Capítulo uno: Amro Ayman Alhadad

Amro Ayman Alhadad © Giles Duley

 

Amro, de 23 años, fue herido por una bala del ejército israelí el 14 de mayo de 2018, durante la Gran Marcha del Retorno. Después de recibir tratamiento de emergencia en Gaza, Amro fue llevado a Turquía para ser operado de nuevo. Su pierna fue amputada y, a su regreso, Amro se encerró en el departamento de su familia en la ciudad de Gaza.

“Encontré una vía de escape en el dibujo, vi videos en internet y aprendí a ser artista”. Amro no se atrevía a salir por miedo a cómo la gente miraría su pierna amputada. También le dan miedo las multitudes.

Al margen de las sesiones fotográficas, Giles le propuso compartir un momento al aire libre. “En mi último día en Gaza, le pregunté a Amro si quería acompañarme a tomar un café en una parte tranquila de la playa. Estuvo de acuerdo y pasamos unas horas tomando café y hablando. Le sugerí que conociera a Mahmoud (otro paciente de MSF) y que se uniera a un grupo de apoyo para personas con amputaciones. Es a través de la experiencia de otros que encontramos esperanza. Me prometió que lo haría y me pidió que compartiera su historia. ‘Tal vez mis salidas le den esperanza a alguien más’, me dijo”, relata Giles.

 

Capítulo dos: Mohamad Soliman Mohamad

Mohamad Soliman Mohamad Saad. © Giles Duley

 

Saad Mohammad Saad resultó herido el 21 de septiembre de 2018. Se dirigió a la valla fronteriza después de enterarse de que su hijo de 15 años había resultado herido. Momentos después de encontrarlo, las fuerzas israelíes también le dispararon en la pierna. Cuando recuperó el conocimiento, le dijeron que podría perder la pierna debido a un coágulo de sangre, y durante los siguientes años, se sometió a 10 operaciones para estabilizar la condición de su pierna, pero no podía caminar. Tenía dolor las 24 horas del día y se sentía cada vez más frustrado por no poder trabajar.

En 2021 tuvo su primera consulta con MSF, y le recomendaron la amputación. Rápidamente aceptó, decidido a seguir adelante. “Afortunadamente, no he sentido ningún estigma. Mi esposa y mi familia me han mostrado amor y aliento en todo momento”, cuenta. Después de pasar por semejante calvario, Mohamad no duda en compartir su experiencia: “Si los médicos recomiendan la amputación, es mejor hacerla. Antes de mi amputación, no podía salir ni jugar con mis hijos. Ahora puedo hacer todo. Después de tres años de dolor, finalmente puedo seguir con mi vida”.

 

Capítulo tres: Muawiyah Al-Wahidi

Muawiyah Al-Wahidi. © Giles Duley

 

El 12 de mayo de 2021, Muawiyah, de 42 años, estaba abriendo su peluquería en la ciudad de Gaza cuando un cohete impactó contra un automóvil en la calle. No resultó herido, pero el sastre que trabajaba al otro lado de la calle corrió hacia él, gritando que lo habían golpeado en el pecho. A medio camino de Muawiyah, se derrumbó, la sangre brotaba de su boca.

Muawiyah estaba agachado junto a él recitando oraciones cuando cayó el siguiente cohete. Cuando despertó en el hospital, le habían amputado la pierna derecha y tenía el tobillo izquierdo fracturado. En las semanas siguientes, se negó a comer y sufrió depresión. “Me miraba a mí mismo y luego miraba a los demás y me decía: no quiero ser diferente”.

Cuando regresó a casa del hospital, su depresión empeoró. “Al principio rechacé la comida que cocinaba mi esposa, era difícil para ella. Estaba enojado con ella, con mi hermano, con los niños. Fue difícil. Pero, afortunadamente, lo superamos”.

El apoyo de la comunidad desempeñó un papel importante en su trayecto. También lo hizo la orientación de Marwah, psicóloga de Médicos Sin Fronteras, quien les enseñó a él y a su esposa Yassmin a lidiar con la ira y la depresión. Unos días después de conocer a Muawiyah en su peluquería, el fotógrafo Giles Duley fue invitado a cenar con su familia. Mientras cocinaba, Yassmin dijo: “Al principio fue difícil para mí y para los niños. Tenía que fingir ser fuerte para todos”.

 

Capítulo cuatro: Mahmoud Khaled Ibrahim Khader

Mahmoud Khaled Ibrahim Khader. © Giles Duley

 

A Mahmoud, de 27 años, le amputaron la pierna después de recibir un disparo en el muslo en mayo de 2018. Inicialmente fue trasladado a un hospital en Jordania donde los cirujanos intentaron salvarle la pierna.

Después de 38 días, sin señales de que el hueso estuviera sanando, se tomó la decisión de amputarle la pierna. Después se sometió a nuevas intervenciones quirúrgicas, pero no podía usar una prótesis porque la herida seguía infectada. En julio de 2020, dos años después de perder la pierna, Mahmoud se reunió con un equipo médico de MSF, que sugirió una nueva amputación. El equipo creía que la eliminación de cinco centímetros adicionales de hueso podría reducir la infección y crear un muñón más estable que se adaptaría mejor a una prótesis. Casi inmediatamente después de la cirugía, Mahmoud pudo sentir la diferencia.

Muy pronto pudo usar una prótesis y volver a trabajar. Sin embargo, se siente bajo a la mirada insistente de los transeúntes y a los prejuicios, como la idea de que las personas con amputaciones tienen más posibilidades de volcarse a la drogadicción.

“Los padres de mi novia se negaron a que me casara con su hija. Me dijeron que no querían que su hija se casara con un drogadicto. Eso fue difícil de escuchar”. Fue un encuentro casual con un grupo de ciclistas amputados lo que ayudó a Mahmoud a encontrar la paz. Ahora puede liberar su energía y pasar tiempo hablando con personas que comparten una experiencia similar.

“El ciclismo se convirtió en mi vía de escape, y a través de esta actividad la gente podía ver que yo era atlético y no estaba drogado”. Una semana antes de conocer a Giles, Mahmoud se casó. Hoy sueña con formar una familia. “El ciclismo siempre será parte de mi vida. Este grupo también es mi familia”, concluye.

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