Haití: Las personas siguen sufriendo por la violencia extrema en el corazón de Puerto Príncipe

Un paciente siendo subido a una ambulancia de MSF en Turgeau, Haití
21 de junio de 2022: un paciente con un traumatismo en la cabeza siendo trasladado al centro de urgencias de MSF en Turgeau. © MSF/Johnson Sabin

En el verano de 2021, Martissant, un barrio pobre en el oeste de Puerto Príncipe, la capital de Haití fue golpeado por una ola de violencia sin precedentes cuando grupos armados lucharon por el control del área.   

Médicos Sin Fronteras (MSF) gestionábamos un centro de urgencias en Martissant desde hacía 15 años. Pero el 3 de junio de 2021 comenzaron fuertes enfrentamientos en el barrio y la línea del frente se movió rápidamente. El 26 de junio, el centro de emergencia se encontró en medio de los combates, por lo que menos pacientes tenían posibilidades de llegar. 

“Los únicos pacientes que pudieron llegar en ese entonces fueron los que necesitaban atención vital, porque corrían grandes riesgos para llegar a nuestras instalaciones”, explica el director médico de MSF, el Dr. Frandy Samson.  

 

Una decisión difícil 

El equipo médico era pequeño y trabajaba en turnos de 24 horas para evitar viajes innecesarios hacia y desde el centro, para disminuir su exposición a los disparos. “En cada rotación del personal, solicitamos un alto el fuego para permitir que el equipo pasara una vez al día”, dice el Dr. Samson. “Fue extremadamente complicado”. 

Médicos Sin Fronteras suspendimos las actividades en el centro, y después no tuvimos más remedio que detener las actividades médicas de forma permanente el 2 de agosto de 2021, después de una serie de disparos hacia la instalación. La decisión de dejar de brindar atención gratuita y de calidad donde claramente era necesaria fue una elección difícil, pero el hospital se había convertido en un objetivo y ya no se podía garantizar la seguridad de nuestros pacientes y personal.  

“Cerrar el Centro de Urgencias en Martissant fue la decisión más difícil que tuve que tomar”, afirma el Dr. Samson. 

 

“Un infierno en la tierra” 

Ha pasado un año desde entonces, y los grupos armados siguen luchando por el control de esta zona estratégica de la capital por la que atraviesa la única vía de acceso al sur del país. Nadie sabe cuántas personas han resultado muertas o heridas en los combates, ni el número exacto de personas que han huido de la zona. Parte de la comuna de Martissant ahora está desierta, y quienes pueden permitírselo se han mudado a áreas más seguras. 

“Haití es un infierno en la tierra”, dice Gerard, un trabajador de Médicos Sin Fronteras que vive en Martissant y prefirió ser identificado solo con su nombre de pila por razones de seguridad. “Tenemos que dormir con el sonido de las balas martillando nuestros oídos. Hay personas que han muerto en sus casas por una bala perdida. Una bala perdida casi me da en el pie. Mi madre sufre de presión arterial alta debido a los disparos”.  

 

Seguir brindando atención a pesar de todo    

Hoy la comuna de Martissant está dividida en dos, con una línea del frente que delimita las áreas. Para poder seguir brindando servicios médicos a la población de Martissant y sus alrededores, una población de unas 650,000 personas, MSF trasladamos nuestros servicios de emergencia en agosto de 2021 a otra estructura en Turgeau, un área vecina más segura en el este de Martissant.   

Para permitir que quienes se encuentran al otro lado de la línea del frente también puedan acceder a atención de urgencia, desde finales de 2021, MSF brindamos apoyo a la sala de urgencias del hospital público Raoul Pierre Louis en Carrefour, un barrio al oeste de Martissant. 

Los enfrentamientos continúan cobrándose víctimas que son vistas regularmente por nuestros equipos. Desde principios de 2022, el centro de emergencias de MSF en Turgeau ha recibido 538 pacientes con heridas de bala, el 37% originarios de Martissant. Una pequeña pero creciente parte de estas personas proviene de zonas vecinas consideradas más seguras, como Carrefour-Feuille y Bizoton, donde atendemos sobre todo a víctimas de balas perdidas.  

Mano vive en Carrefour pero ahora está en el hospital de Turgeau después de recibir siete disparos en el brazo cuando intentaba cruzar la línea del frente en Martissant. Ocurrió mientras tomaba un autobús al centro de la ciudad. Tan pronto como el autobús llegó al barrio de Martissant, sujetos fuertemente armados abrieron fuego y acribillaron el autobús. “No sé por qué nos dispararon”, dice, “pude haber muerto”.  

 

Sin personal médico ni farmacias 

“Todavía hay personas en Martissant”, dice Nadège, que acudió al centro de urgencias de Turgeau con su hijo de dos años, que sufre vómitos y fiebre. “La mayoría de los vecinos se fueron a barrios más seguros cuando estalló la violencia hace un año, pero nos quedamos porque no tenemos dinero, yo tengo un salario pequeño que no alcanza para pagar el alquiler”.  

Además de la inseguridad, para Nadège, que también tiene que cuidar a una madre de 85 años que sufre de asma, desde que cerró el centro de urgencias de Martissant el problema más grave sigue siendo el acceso a la atención médica. 

“El acceso a la atención es muy difícil. El centro de salud al que voy ahora para pesar a mi bebé y vacunarlo solo tiene personal de enfermería porque las y los médicos ya no vienen. Para encontrar una farmacia, tienes que salir de Martissant”, dice Nadège.  

La inseguridad empeora la crisis humanitaria  

El frágil sistema sanitario de Haití se debilita aún más con cada nueva crisis. Hay pocas instalaciones médicas en funcionamiento para los más de 3,5 millones de habitantes. Y cuando estos establecimientos cierran, ya sea por la violencia o en protesta por la inseguridad y el secuestro de personal médico, las opciones para la población se reducen aún más, especialmente para quienes no pueden permitirse acudir a instalaciones privadas. La inseguridad tiene un alto costo económico y agrava la crisis humanitaria. 

 “Claro que estoy pensando en irme del país”, concluye Gerard. “En cuatro o cinco años, cuando ahorre dinero, me iré. Así puedo ayudar a mi familia desde afuera”.

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