Hospital Noma de Sokoto: “Cualquier persona con noma que me vea, querrá venir al hospital y recibir tratamiento”

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MSF brinda atención a pacientes con noma en el hospital de Sokoto, Nigeria
Khadija, una sobreviviente de noma de 10 años, de Katsina, juega en el patio del Hospital Sokoto Noma. 4 de mayo de 2023. © Fabrice Caterini /Inediz

El noma es una enfermedad completamente prevenible y fácil de tratar si se hace a tiempo.

Si no se trata, el noma corroe la piel y los huesos de la cara en unas pocas semanas, provocando la muerte de hasta el 90% de las personas infectadas, la mayoría niñas y niños. Al 10% que sobrevive le espera un futuro de dolor, incomodidad y estigma social.

Hoy te compartimos los testimonios de pacientes atendidos por nuestro equipo en el Hospital Noma de Sokoto, en Nigeria.

 

Aisha A. 

Médicos Sin Fronteras brinda atención a pacientes con noma en el hospital de Sokoto, Ngeria
Aisha, una sobreviviente de noma de seis años, con su madre Hauwa en la sala postoperatoria del Hospital Sokoto Noma. Aisha solo piensa en el día en que pueda ir a la escuela. Quiere ser maestra. Nigeria, mayo de 2023. © Fabrice Caterini /INEDIZ

 

Aisha tiene seis años y quiere ser maestra. Cuando tenía cuatro años tuvo noma. Se le empezó a hinchar la mejilla y se le cayeron algunos dientes.

La llevaron a un hospital cercano a su casa, en el estado de Jigawa, al norte de Nigeria, pero el tratamiento no funcionó. Rápidamente, una parte de la carne y los huesos de su cara quedaron corroídos y apareció un agujero. Su hermano gemelo la protegía y apoyaba, pero las niñas y niños se reían de ella, así que dejó de salir de casa.

Por suerte, un día una persona de la zona visitó a la familia y llevó a Aisha y a su madre, Hauwa, en un viaje de 12 horas al Hospital Noma de Sokoto. Finalmente, Aisha se sometió a una cirugía reconstructiva para reparar el agujero de su cara. También descubrió que el hospital era un lugar donde se sentía segura y podía encontrar compañía.

“Ha hecho amigos aquí: vaya donde vaya, todo el mundo la quiere y la saluda”, dice Hauwa. “Tenía muchas ganas de operarse. Antes de venir, no podía comer de la emoción”.

Ahora Aisha cuenta los días para poder ir a la escuela.

 

Aisha L.

MSF brinda atención a pacientes con noma en el hospital de Sokoto, Nigeria
Aisha L., una sobreviviente de noma de 45 años, está siendo examinada por el Dr. Muhammad Lawal Abubakar justo antes de una tercera cirugía. © Fabrice Caterini /Inediz

 

Aisha, de 45 años, es agricultora en el estado de Yobe, al noreste de Nigeria. No recuerda la edad exacta en la que contrajo el noma, pero era una niña cuando apareció una herida en sus labios.

Al poco tiempo, se le cayó parte de los labios. No se sintió estigmatizada por su comunidad, pero sí aliviada cuando el equipo de promoción de la salud del Hospital Noma de Sokoto le aconsejó que acudiera allí a recibir tratamiento.

“Cuando vine por primera vez, me sentí feliz, porque me encontré con otras personas con las que me relaciono como si nos conociéramos de antes”, dice Aisha. “No tuve miedo cuando me dijeron que me iban a operar. Me sentí feliz después de las dos operaciones, cuando me reconstruyeron los labios”.

Tras la operación, Aisha se siente segura a la hora de conocer gente nueva y socializar. Está orgullosa de ser un ejemplo para otras personas con noma. “Cualquier persona con noma que me vea, querrá venir al hospital y recibir tratamiento”, concluye.

 

Amadu

Amadu, de 45 años, vendía ropa de segunda mano en Lagos (Nigeria) cuando una mujer se le acercó y le preguntó por su cara. Él le contó que era muy pequeño cuando su rostro se vio afectado por esta enfermedad, por lo que no recordaba cuándo y cómo había sucedido.

La mujer le tomó una fotografía y la colgó en internet para ver si alguien sabía de qué se trataba. Un integrante del personal del Hospital Noma de Sokoto respondió a su mensaje y pidió a Amadu que fuera a Sokoto, donde podrían ayudarle. Amadu realizó varias visitas al hospital antes de someterse a una cirugía reconstructiva en mayo de 2023.

Los padres, la esposa y el hijo de Amadu viven en el estado de Bauchi, en el noreste de Nigeria, mientras que él los mantiene con el dinero que gana trabajando en Lagos. Tras recuperarse de la operación, planea hacer grandes cambios en su vida.

“Fue el noma lo que me impidió ir a la escuela”, dice. “Después de esta operación, quiero conseguir algo de capital y montar un negocio en Bauchi, donde mi hijo va al colegio. Quiero abrir una tienda de alimentos“.

 

Rabiu

MSF brinda atención a pacientes con noma en el hospital de Sokoto, Nigeria
Rabiu, un sobreviviente noma de 20 años, está recolectando raciones en el departamento de nutrición del Hospital Sokoto Noma. 2 de mayo de 2023. © Fabrice Caterini /Inediz

 

“Es la primera vez que vengo a este hospital”, dice Rabiu, de 20 años. “Al principio me negué, pero mi hermana mayor me convenció y me trajo aquí”. Rabiu vive en el estado de Sokoto, no lejos del Hospital Sokoto Noma. Rabiu contrajo el noma cuando sólo tenía un año.

“Le trataron en casa con hierbas”, cuenta su hermano Bello. “Tenía un forúnculo en la cara y utilizaron un metal caliente para romperlo. Se le quitó la llaga y se curó. Aparecieron otros dos forúnculos e hicieron lo mismo”.

Rabiu no sintió rechazo y su vida era tranquila, pero tenía dificultades para comer debido al trismo, una posible consecuencia del noma que bloquea las mandíbulas. “Cuando como, tengo que empujar la comida dentro de la boca con la mano porque no puedo abrir bien la boca”, dice. “No me arrepiento de haber venido aquí. Quiero que me corrijan todo para poder comer libremente. Y también quiero casarme con mi novia y empezar una nueva vida”, dice Rabiu mientras espera que llegue el día de su operación.

Por desgracia, días antes de la fecha prevista, Rabiu se desmayó a causa del calor. Su operación se ha retrasado otros siete meses, hasta que el próximo equipo quirúrgico llegue a Sokoto.

 

Abdulwahab

Abdulwahab, de 16 años, dice que quiere quedarse en el Hospital Noma de Sokoto para siempre. Sabe que no puede, pero disfruta mucho del ambiente tranquilo. Dice que es la primera vez en su vida que nadie se burla de él, le ataca o le aparta por las desfiguraciones que le ha dejado el noma en la cara.

“La gente suele pedirme que me vaya porque me cae saliva de la boca”, dice Abdulwahab. Maryam, su hermanastra, que cuida de Addulwahab desde que sus padres murieron, añade: “La gente no quiere comer del mismo plato que él. Le piden que se vaya y se quede solo. Algunos incluso le pegan. Le echan”.

Todo esto empezó a ocurrir cuando a los ocho años Addulwahab contrajo noma. Las personas en su pueblo pensó que había sido poseído por los espíritus y le trataron la herida con hierbas. Cuando aquello no funcionó, lo llevaron a un hospital del estado de Kano y finalmente lo derivaron al Hospital Noma de Sokoto.

Hace tres años le operaron por primera vez, pero la cicatriz no se curó bien y ahora necesita una segunda intervención. “Si me arreglan la cara, volveré a la escuela”, dice Abdulwahab. “Quiero recibir una educación. Quiero obtener conocimientos que me permitan ayudar a las personas”, concluye.

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