Huyendo de una nueva ola de violencia en el norte de Mozambique

Abdalla Antonio, Mozambique, 2022
Abdalla Antonio, 2022. © Mariana Abdalla/MSF

Entre principios de junio y julio, más de 80.000 personas se han visto desplazadas en Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, tras ataques y rumores de ataques.

Estos son los testimonios de tres de ellas que encontraron refugio en un asentamiento situado en las afueras de la ciudad de Montepuez.

 

“Aquí estamos comenzando desde cero”

Abdalla Antonio, Mozambique, 2022
Abdalla Antonio, 2022. © Mariana Abdalla/MSF

 

Abdala Antonio

“Aquí estamos empezando desde cero. Necesitamos muchas cosas porque dejamos todo lo que teníamos atrás. Huí de Ancuabe con mis dos hijos. Por el momento, no sé dónde está su madre. Cuando mi pueblo fue atacado, cada uno de nosotros huyó en una dirección diferente y todavía no he podido comunicarme con ella. Espero que me llame, que recuerde mi número, para que podamos reunirnos todos”.

 

“Mi sueño es que esta guerra termine y podamos regresar a nuestra tierra”

Maria Maleve, Mozambique, 2022
Maria Maleve, Mozambique, 2022. © Mariana Abdalla / MSF

 

María Maleve

“Recientemente llegué a la comunidad de Mumane, en el distrito de Montepuez, de Ancuabe. El día que mi pueblo fue atacado, yo huí hacia Montepuez y mi esposo hacia la capital, Pemba. Yo tenía una ‘machamba’ —tierra de cultivo— donde sembraba arroz, caña de azúcar, plátanos… pero tuve que dejar todo atrás; vine apenas con la ropa que llevo ahora puesta. A pesar de todo, aquí estamos bien, porque allí vivíamos con miedo todo el tiempo. En estos momentos, también estoy cuidando a un niño huérfano cuyo padre fue asesinado y cuya madre fue secuestrada. Mi sueño es que esta guerra termine y que podamos regresar a nuestra tierra”.

 

“Vivía con el temor constante de perder la vida”

Sumail Afonso, Mozambique, 2022.
Sumail Afonso, Mozambique, 2022. © Mariana Abdalla / MSF

 

Sumail Afonso

“Mi casa se quemó por completo. Vine aquí desde Ancuabe con mis dos hijas. Cuando mi pueblo fue atacado, mis familiares huyeron a diferentes lugares y hoy en día desconozco el paradero de muchos de ellos. Sin embargo, me siento más a gusto y seguro aquí en Montepuez, pues en Ancuabe vivía con el temor constante de perder la vida”.

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