Irak: “Caminamos toda la noche, alejándonos de las carreteras por miedo a ser atrapados”

El campo Al Alam, cerca de Tikrit, es hogar de alrededor de 8,000 hombres, mujeres y niños que han sido desplazados de sus hogares en el norte del país a causa del conflicto. Las familias han llegado a este lugar buscando seguridad y apoyo; vienen de ciudades y pueblos destrozados por el conflicto, en donde la comida, el combustible y los medicamentos escasean. 
El campo tiene dos secciones, cada una rodeada de altas rejas de metal. Con los fuertes vientos, las tiendas de campaña parecen hundirse bajo el cielo gris. Los niños usan sandalias y ropa ligera mientras corren y juegan entre las tiendas. Una familia se encuentra detrás de las rejas de metal, con sus pertenencias en los brazos. Acaban de llegar, están esperando ser registrados y que se les asigne una tienda.

“Las personas llegan al campo sólo con lo que pueden cargar con ellos”

En la clínica del campo, gestionada por Médicos Sin Fronteras, se forma una fila desde las primeras horas de la mañana. El área de espera se llena rápidamente de niños y sus madres. “Las personas se encuentran extremadamente vulnerables y dependen de la ayuda humanitaria,” dice Géraldine Duc, coordinadora médica de MSF.  “Han huido del conflicto, y frecuentemente llegan al campo sólo con lo que pueden cargar con ellos. El clima aquí es extremo, en invierno las temperaturas llegan a los cero grados y en el verano el sol es abrasador. Las personas viven en tiendas de campaña, duermen en el suelo o en delgadas colchonetas.”

“Explotó en mi mano”

Khalid, de 19 años, llegó a Al Alam con su familia en octubre. Son originarios de Hawija, un distrito al norte del país. “Caminamos toda la noche, manteniéndonos alejados de las carreteras porque teníamos miedo de ser atrapados,” dice. “Durante la caminata, recogí un objeto del suelo. Explotó en mi mano.” La explosión causó heridas graves en el brazo y la cabeza de Khalid. Tuvo que ser operado varias veces en los hospitales en el área. Ahora viene a la clínica de MSF para cambiar sus vendajes.
El distrito de Hawija ha estado bajo el control del Estado Islámico (EI) durante más de dos años. Desde que se intensificaron las operaciones militares en agosto, miles de personas han huido de Hawija. Muchas familias describen una escasez de alimentos y combustible en el área, y los peligrosos caminos que se deben emprender para poder llegar a un lugar seguro.
Más de tres millones de iraquíes han sido desplazados de sus hogares desde principios del 2014 debido a la violencia. El conflicto también ha afectado el sistema de salud del país e incrementado la necesidad general por servicios médicos.

Viviendo en edificios sin terminar

MSF está proporcionando atención médica general y apoyo en salud mental en Al Hajjaj Silo, un campo de tránsito en Samad, un vecindario en Al Alam, en el que las familias desplazadas se han establecido en edificios sin terminar. En Al Hajjaj Silo, tres mujeres que hace poco llegaron a pie desde Hawija están esperando afuera de la clínica móvil de MSF. Traen a dos bebés que nacieron durante la misma noche hace seis meses, pero uno de ellos es más pequeño que el otro.
“Ella tiene un problema en el corazón,” dice la madre. “Caminamos toda la noche por las montañas para llegar hasta aquí porque no hay suficiente comida en Hawija. No hay doctores y todo, desde el combustible hasta los jabones, es muy caro.”

No es uno, son muchos eventos traumáticos

La mayoría de las personas desplazadas en el área de Tikrit vienen de Hawija, en el noreste; o de Shirqat y Baiji, en el noroeste. Casi todos han experimentado o han sido testigos de una violencia brutal, que puede provocar problemas psicológicos. El trauma que provocan el desplazamiento y la separación de los seres queridos, al igual que el acceso limitado a los medicamentos, también han exacerbado las condiciones psicológicas existentes de estas personas. Las malas condiciones de vida y la incertidumbre sobre el futuro aumentan el estrés de la población, por esta razón, el apoyo en salud mental es un importante componente de las actividades de MSF. 
Vemos llegar a muchos pacientes con síntomas de estrés y trauma,” dice Ana Martnis, coordinadora de las actividades de salud mental de MSF. “No han experimentado uno o dos eventos traumáticos, han estado expuestos continuamente a estos y a la violencia en curso. Y esto se está manifestando en síntomas como ataques de pánico, trastornos de estrés postraumático, problemas para dormir y dolor corporal generalizado.”
Con la ayuda de consejeros psicosociales, MSF proporciona a sus pacientes apoyo para prevenir que estos síntomas se vuelvan más serios. Pero para algunas personas, los síntomas ya son severos y necesitan atención psiquiátrica especializada. Aunque, como explica Martins, asegurarse de que reciban esta ayuda puede ser todo un desafío.
Algunos de nuestros pacientes necesitan ser referidos a un hospital para recibir atención psiquiátrica especializada,” dice Martins, “Pero sólo hay un psiquiatra en el hospital general de Salaheddin, y los medicamentos psicotrópicos adecuados no siempre están disponibles. Las referencias también pueden ser complicadas porque los pacientes necesitan una autorización por parte de la seguridad para pasar a través de los puntos de acceso y poder entrar al hospital.”
Las personas desplazadas en Irak se encuentran en una situación muy difícil: las condiciones de vida en las zonas más seguras a las que se está dirigiendo la población distan de estar en un estado óptimo, y su regreso a casa se complica debido a la persistente inestabilidad y a la ausencia de las necesidades básicas que requieren para sobrevivir.
MSF gestiona clínicas móviles en los campos y asentamientos informales en el área de Tikrit desde agosto de 2016, proporcionando consultas médicas, tratamiento para enfermedades crónicas y apoyo psicosocial. En enero de 2017 MSF abrió una clínica permanente con una unidad de estabilización en el campo Al Alam.
Trabajamos de manera continua en Irak desde 2006. Para asegurar nuestra independencia, no aceptamos financiación de ningún Gobierno, comité religioso o agencia internacional para nuestros proyectos en Irak. Nuestras intervenciones dependen únicamente de donaciones privadas. En la actualidad, contamos con más de 1,600 trabajadores humanitarios en el país.

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