Kenia: se necesitan soluciones urgentes para las personas refugiadas a medida que se cierran los campos

Con la fecha límite para cerrar los campos para población refugiada en Kenia a poco más de seis meses, aumenta la urgencia de encontrar soluciones sostenibles para las personas refugiadas en los campamentos de Dadaab, que corren el riesgo de verse privadas de la poca asistencia que reciben actualmente, advierte hoy la organización médico internacional, Médicos Sin Fronteras (MSF).

Con la fecha límite para cerrar los campos para población refugiada en Kenia a poco más de seis meses, aumenta la urgencia de encontrar soluciones sostenibles para las personas refugiadas en los campamentos de Dadaab, que corren el riesgo de verse privadas de la poca asistencia que reciben actualmente, advierte hoy la organización médico internacional, Médicos Sin Fronteras (MSF).
“El cierre planificado de los campos en junio de 2022 debería ser una oportunidad para acelerar el proceso de búsqueda de soluciones duraderas para las personas refugiadas”, asevera Dana Krause, directora de MSF en Kenia. “En la actualidad, la mayoría de las personas refugiadas somalíes en Dadaab – muchas de las cuales han estado atrapadas en los campos por tres décadas – se enfrentan a una asistencia humanitaria cada vez menor y opciones limitadas para llevar una vida segura y digna”.
En un nuevo reporte publicado hoy, MSF pide a Kenia y a sus socios internacionales que cumplan los compromisos asumidos en el Pacto Mundial sobre Refugiados en 2018 al permitir que las personas refugiadas somalíes se integren a la sociedad de Kenia o sean reasentadas en el extranjero.
El reporte revela que el número de personas refugiadas que regresan voluntariamente de Kenia a Somalia ha disminuido drásticamente en los últimos tres años – de más de 7,500 en 2018 a menos de 200 en 2020 –, de acuerdo con el  ACNUR – coincidiendo con el aumento de la violencia, el desplazamiento y la sequía en Somalia. Mientras tanto, las ofertas de reasentamiento de los países ricos se han agotado en gran medida, dejando a la oblación refugiada con pocas opciones más que quedarse en Kenia, donde tienen derechos limitados. En la actualidad, a las personas refugiadas en Dadaab se les prohíbe trabajar, viajar o estudiar fuera de los campos.
La reciente promulgación de la ley de refugiados en Kenia podría brindar la oportunidad de una mayor integración de las personas refugiadas dentro de Kenia, pero esto depende de que se implemente de manera amplia para incluir a todas las personas refugiadas, incluyendo a somalíes.
“Kenia ahora tiene una opción simple: dejar que la población refugiada caiga aún más en la precariedad o defender sus derechos ofreciéndoles la oportunidad de estudiar, trabajar y moverse libremente”, dice Krause. “Los países donantes deben compartir la responsabilidad aumentando la asistencia para el desarrollo a Kenia para que pueda garantizar que las personas refugiadas tengan acceso a los servicios públicos”.
El plan de cerrar los campos ya ha hecho que la asistencia humanitaria se desplome, y el Programa Mundial de Alimentos advirtió en septiembre que podría verse obligado a dejar de distribuir raciones de alimentos por completo a finales de este año si no llega más financiamiento.
“Lo que más tememos es que cerrar los campamentos sin ofrecer soluciones a las personas refugiadas podría resultar en un desastre humanitario”, dice Joroen Matthys, coordinador del proyecto de MSF en Dagahaley, uno de los tres campamentos que componen Dadaab. “Es vital que las personas refugiadas tengan acceso interrumpido a la asistencia humanitaria durante todo el proceso de cierre del campamento y hasta que tangan la certeza sobre su futuro y puedan volverse autosuficientes”.
“Incluso cuando los países ricos han violado de los derechos de las personas refugiadas, Kenia se ha mantenido generoso al acoger a cientos de miles de personas refugiadas por años”, dice Krause. “Al conmemorar el 70 aniversario de la Convención sobre Refugiados este año, Kenia debería aprovechar esta oportunidad para cambiar de rumbo y encontrar soluciones duraderas que tengan en el corazón los intereses de las personas refugiadas”.
MSF ha brindado atención médica a las personas refugiadas en Dadaab durante la mayor parte de la existencia de los campos, habiendo establecido actividades en el campo por primera vez en 1991.
Nuestros programas actuales están enfocados en el campo de Dagahaley, donde brindamos atención médica comprensiva a las personas refugiadas y las comunidades de acogida, incluida la atención primaria y secundaria a través de dos puestos de salud y un hospital de 100 camas.
Nuestros servicios médicos incluyen atención médica sexual y reproductiva, incluyendo cirugías obstétricas, asistencia médica y psicológica a sobrevivientes de violencia sexual y de género, salud mental, atención domiciliaria con insulina y cuidados paliativos.
En los últimos diez años, MSF también ha respondido a más de una docena de emergencias en la región noreste de Kenia incluyendo dos brotes de cólera en los campos. Inmediatamente después del brote de COVID-19, en el campo de Dagahaley, MSF instaló una unidad de aislamiento y adoptó medidas para garantizar un control adecuado de las infecciones en las instalaciones de salud existentes en el campo. MSF también ha apoyado a los gobiernos de los condados de Garissa y Wajir, organizando cursos de formación para el personal de salud del condado y reforzando las medidas de prevención de infecciones en dos hospitales de los subcondados.
En 2020, MSF realizó una media de 12,500 consultas ambulatorias y unas 720 admisiones al mes en Dagahaley. También asistimos 2,956 partos durante todo el año.

Lee nuestro reporte al respecto haciendo click en este enlace.

Compartir