La gestión migratoria de la Unión Europea es inhumana y vulnera el estado de derecho

En el marco de la cumbre de jefes de Estado de la UE sobre gestión migratoria que se celebra hoy en Malta, denunciamos de nuevo el enfoque inhumano de las políticas europeas. Cerrar la ruta a Italia y bloquear a la gente en Libia es una burla a la dignidad humana: las personas detenidas allí viven en condiciones inhumanas y sufren violencia y abusos.

Mientras los líderes de la UE se reúnen hoy en Malta para discutir, entre otros temas, la gestión de la migración y el cierre de la ruta de Libia a Italia a través de la intensificación de la cooperación con las autoridades libias, alertamos de los graves riesgos para las personas atrapadas en Libia o retornados al país.
 
Desde julio de 2016 brindamos atención médica a migrantes, refugiados y solicitantes de asilo detenidos en Trípoli y sus cercanías. Denunciamos que estas personas son detenidas arbitrariamente en condiciones inhumanas e insalubres, a menudo sin suficiente comida ni agua potable y con una falta de acceso a la atención médica.
 
“La Unión Europea y sus Estados miembros necesitan enfrentarse a la realidad: Libia no es un lugar seguro y de ninguna forma puede considerarse un enfoque humano para la gestión de la migración”, recalca nuestro director general, Arjan Hehenkamp, tras regresar de Trípoli, donde ha estado visitando a migrantes, refugiados y solicitantes de asilos detenidos en la capital libia.
 

Sin acceso al mundo exterior

 
"En estos momento, hay un colapso en la ley y el orden en Libia. Los africanos subsaharianos son detenidos sin el debido proceso legal y sin ninguna forma de impugnar la legalidad de su detención. Los detenidos están desesperados por hacer saber a sus familias que están vivos; prácticamente no tienen acceso al mundo exterior. Aquellos con quienes hablé no sabían qué iba a ser de ellos a pesar de que llevaban meses detenidos”, explica.
 
“Trabajamos en siete centros de detención en Trípoli y en los alrededores, pero incluso los que están en mejor estado no cumplen con las normas nacionales, regionales o internacionales. Las personas están recluidas en condiciones inhumanas. Hay poca luz natural y ventilación, y muchas instalaciones están peligrosamente sobrepobladas. La falta de dignidad humana que he presenciado es abrumadora”, denuncia Arjan Hehenkamp tras señalar que varios de nuestros equipos están tratando a “unas 500 personas a la semana por infecciones del tracto respiratorio, diarrea acuosa aguda, enfermedades de la piel e infecciones del tracto urinario”.
 

“Estas afecciones están relacionadas fundamentalmente con las condiciones en los centros de detención”.

 
La escasez de alimentos en los centros de detención es una preocupación real; estamos viendo adultos que sufren desnutrición y personas que son más susceptibles a enfermedades graves. Y es que los detenidos no tienen acceso adecuado al agua potable. A veces cuentan con menos de un litro por persona y día, y el acceso a letrinas o duchas está muy limitado. Esto se traduce en altas tasas de infecciones de la piel e infestaciones parasitarias de piojos, sarna y pulgas.
 

Violencia y abusos

 

Un reciente informe de la ONU destacó la violencia y los abusos sufridos por muchas personas detenidas. Nuestros propios equipos en los barcos de búsqueda y rescate en el Mediterráneo han rescatado en los últimos dos años a más de 50,000 hombres, mujeres y niños, y han documentado numerosos testimonios, recogidos de primera mano, de los alarmantes niveles de violencia y explotación que han padecido en Libia a manos de las fuerzas de seguridad, las milicias, las redes de tráfico, las bandas criminales y particulares.
 
La ausencia de un sistema de asilo operativo en Libia se traduce en que, en las circunstancias actuales, las solicitudes de protección internacional no pueden ser procesadas mediante procedimientos justos y eficientes de conformidad con el derecho internacional y regional de los refugiados.
 
La UE está malinterpretando la realidad sobre el terreno: Libia no es un lugar seguro y bloquear a la gente en el país o devolverlos allí constituye una burla de los llamados valores fundamentales de la UE de dignidad humana y estado de derecho", concluye Arjan Hehenkamp.
 

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