“La guerra en Yemen se está cobrando un precio altísimo en la población civil”

Dos años después de que se produjera una escalada en el conflicto, las necesidades médicas y humanitarias en el país árabe son muy grandes y las organizaciones de ayuda tienen muchos problemas para poder hacer llegar la asistencia.

Dos años después de que se produjera una escalada en el conflicto, las necesidades médicas y humanitarias en el país árabe son muy grandes y las organizaciones de ayuda tienen muchos problemas para poder hacer llegar la asistencia. 
 
Candelaria Lanusse (Buenos Aires, 1975), enfermera de profesión, es referente médico de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Yemen en los proyectos que la organización tiene en la gobernación de Hajja, en el norte del país, y en la capital, Saná. Acaba de regresar de una visita al terreno.
 

¿Cómo está afectando a la población el conflicto que arrastra Yemen?

 
La escalada del conflicto en el país está golpeando muchísimo a la población. Los datos hablan por sí solos. Más de 18 millones de personas están necesitadas de ayuda humanitaria, unos tres millones de desplazados y decenas de miles de muertos y heridos, según Naciones Unidas. La población civil está pagando un precio muy alto. La guerra está teniendo también otros efectos: miedo, escasa disponibilidad de alimentos, encarecimiento del combustible…
 
Una cosa que impresiona mucho es que gran parte de la población, tal vez porque llevan años inmersos en un contexto de violencia, ha normalizado el tema de la asistencia psicosocial. Saben que la necesitan y no tienen problemas en solicitarla. Son muchas las personas que se han desplazado a menudo más de una vez y han tenido que dejar todo detrás. Son pocos los que no tienen víctimas entre sus seres queridos. 

 

¿Cuáles son los principales problemas y necesidades en el plano médico y humanitario?

 
Es indudable que hay muchas necesidades sin cubrir. La escasa seguridad por los combates y bombardeos dificulta la provisión de asistencia y la falta de acceso, por restricciones o retrasos en permisos a algunos actores humanitarios, también es un inconveniente. La gente depende totalmente de la ayuda, la actividad económica se ha reducido mucho. Otro asunto muy preocupante es que están apareciendo con mayor frecuencia casos de infecciones prevenibles como tos ferina. Esto es un reflejo del colapso del sistema sanitario, que hace que la cobertura de vacunación esté muy por debajo de los estándares. Los factores combinados de los combates, de las restricciones a las importaciones y del impago de sueldos a funcionarios públicos en el norte están teniendo un efecto grave sobre el acceso a alimentos. Además, existe una falta de acceso a tratamientos de tipo nutricional y las distribuciones de comida que hay son irregulares y erráticas. 
 

El problema de la desnutrición en Yemen está en boca de muchos actores humanitarios… ¿cómo ves la situación?

 
La ONU ofrece cifras contundentes: 1,1 millones de mujeres lactantes están desnutridas y 462,000 niños menores de cinco años sufren desnutrición aguda severa. Para MSF resulta difícil hacer un análisis concluyente. Por un lado, el deterioro de la situación es evidente: porque hay gente que se ha desplazado, que ha perdido su modo de vida como cultivos o animales…
 
Por otro lado, a nuestros hospitales solo nos llegan los casos más severos de malnutrición y no hacemos tratamientos ambulatorios por lo que no tenemos el cuadro completo. En el hospital de Abs (gobernación de Hajja), los equipos están sorprendidos de que el centro nutricional no esté al límite de su capacidad, algo que es posible que se deba a que no referimos casos desde zonas  más remotas. Entre marzo de 2015 y diciembre de 2016, nuestros proyectos han tratado a 4,485 niños que presentaban cuadros de desnutrición aguda que fueron admitidos en programas de alimentación terapéutica. Muchos casos que recibimos en el hospital son niños menores de seis meses y esto tiene que ver con la falta de alimentos pero también con el trauma que hace que muchas mujeres tengan menos capacidad para amamantar.
 

El conflicto también ha afectado a las organizaciones que prestan ayuda. ¿De qué manera? ¿Tiene la gente miedo de ir a los hospitales por el riesgo a ataques?

 
Decenas de estructuras de salud han resultado destruidas en ataques o combates. Cuatro hospitales de MSF resultaron afectados por bombardeos o proyectiles, lo cual obligó a la evacuación temporal de equipos y a la disrupción del servicio. Pero no solo los hospitales han sido atacados; muchas otras infraestructuras civiles como mercados o congregaciones sociales han sido objeto de ataques. Pese a todo, la gente normaliza la violencia y sigue acudiendo si puede a recibir atención médica, siempre dependiente de la frecuencia de bombardeos en la zona donde se encuentra. Muchos otros centros de salud no son funcionales porque el personal ha huido a lugares más seguros. Más allá de la funcionalidad del sistema sanitario, resulta complicado hacer llegar suministros al país. Por lo general, no estamos pudiendo hacerlos llegar a través de vía marítima y la aérea tiene un coste altísimo. Hay también una menor disponibilidad de material en el país, lo que obliga a importar mucho más o a pagar precios más caros.

 

¿Puedes explicar qué actividades hace MSF en la capital y en el norte del país?

 
En Saná estamos haciendo donaciones para la atención de la afluencia masiva de víctimas de guerra, al tiempo que ofrecemos formación y apoyo a hospitales. También apoyamos el programa nacional de Sida/VIH en Saná y otras gobernaciones y hemos garantizado que más del 95% de los pacientes tenga acceso ininterrumpido al tratamiento a pesar del conflicto. Además, acabamos de empezar a apoyar una unidad de quemados en uno de los principales hospitales especializados. Como muchos otros servicios, esta es un área que ha resultado afectada. Allí llegan dos tipos de pacientes: heridos de guerra y personas que sufren quemaduras de todo tipo en sus casas.
 
En los hospitales donde trabajamos en las localidades de Abs y Hajja, en la gobernación septentrional de Hajja, ofrecemos una asistencia muy variada. Tratamos a muchos heridos de guerra, lo que incluye un gran número de cirugías ortopédicas, pero también asistimos en diferentes ámbitos a la población que sufre los efectos indirectos del conflicto. En Abs, sin ir más lejos, hay de todo: desplazados que están viviendo en campos o con sus familias entre la población. Este hospital rural, con un fuerte componente de maternidad, pediátrico y neonatal, se ha convertido en una referencia al ser el único centro médico en muchos kilómetros a la redonda. Tenemos clínicas móviles que se centran en un trabajo más preventivo y agentes comunitarios de salud que están desplegados en la zona para detectar emergencias o, por ejemplo, casos de malaria que no pueden esperar.
 
 
 
En Yemen, MSF trabaja en las gobernaciones de Ibb, Taiz, Sa’ada, Hajja, Amran, Aden, Al-Dhale y Saná.  Desde la escalada del conflicto en marzo de 2015 y hasta diciembre de 2016 MSF ha tratado a más de 56.000 heridos de guerra y ha llevado a cabo cerca de 29.000 cirugías. Más de 23.400 bebés han nacido en partos asistidos por nuestros equipos. 
 

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