La guerra pone entre la ‘espada y la pared’ a los médicos en Siria

Idlib- Beyond Trauma Injuries - Illustration 02

“Hace diez años me sometí a un trasplante de riñón; en ese momento, cambié de rol. No era un doctor en ese momento, sino era un paciente. Esa operación era decisiva en mi vida, pero también en mi carrera", cuenta Mohammad Al Youssef, miembro de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Siria. 

"Como endocrinólogo en formación hasta ahora sólo me había enfocado en el tratamiento de la diabetes. Mi trasplante, así como la guerra que empezó dos años después en mi país, me animaron a cambiar mi especialidad. Ahora soy uno de los únicos doctores de Siria que proporcionan un tratamiento a personas que se han sometido a un trasplante de riñón", recuerda. 

"Antes de que la guerra estallará en Siria, el tratamiento de estos pacientes era muy sencillo. Los atendían en hospitales gubernamentales o centros de salud. Todo estaba disponible, la diálisis y los medicamentos eran gratuitos para los pacientes de trasplante de riñón. Pero en 2011, todo cambió", asegura.

"Los puntos de control empezaron a aparecer en todos lados de las carreteras y las personas no podían entrar ni salir de los pueblos o ciudades para recibir su tratamiento como solían hacerlo. Dependía de donde fueras, podías ser arrestado o incluso asesinado y no importaba si estuvieras enfermo. Venir del lugar equivocado podía considerablemente complicar los movimientos y por consiguiente tu tratamiento médico", resaltó.

"Toda la gente que conocí que habían recibido trasplantes de riñón tenían que comprar su propio medicamento o preguntar a sus familiares en el extranjero si podían enviárselos a Siria. Esos medicamentos eran su único medio para sobrevivir", comentó. 

El médico explica que después de un trasplante de riñón, los pacientes deben tomar, de por vida, inmunosupresores para prevenir que su cuerpo rechace el nuevo órgano. De no hacerlo, los pacientes sufrirán insuficiencia renal y necesitarán, eventualmente, de una diálisis. 

De acuerdo con el doctor, ese tratamiento es menos conveniente y más caro que el de los inmunosupresores, pues el costo de la diálisis por paciente llega hasta entre 450 y 500 dólares. 

"En cambio, tomar inmunosupresores no cuesta más de 150, 200 dólares por mes. Pero incluso esta es una gran cantidad de dinero para las personas en Siria, es más del salario mensual de las personas y la mayoría de los pacientes no pueden pagarla", abundó.   

"Esa es la razón de que en 2014 decidí contactar a MSF con ayuda de las autoridades sanitarias locales. Sabía que la organización estaba llevando un programa similar con el gobierno de Homs, lo que me animo a contactarlos. Le dije a MSF que conocía a 22 pacientes con trasplantes de riñón que no podían pagar su tratamiento y le proporcioné a la organización sus archivos médicos", detalló.

MSF acordó ayudar a los pacientes y darles el tratamiento gratuito y así mantenerlos con vida. 

"Esto me hizo increíblemente feliz. Como receptor de un trasplante de riñón, quería ayudar a los pacientes moralmente, pero también ayudar en la práctica. Desde el comienzo de la guerra hasta entonces la situación de estos pacientes había sido completamente ignorada por las organizaciones humanitarias", señaló.

"El grupo de pacientes que comencé a seguir creció en los últimos meses y años. A través del 'boca en boca', más y más pacientes con trasplantes de riñón comenzaron a comunicarse conmigo para recibir los beneficiarse de la donación de medicamentos. Esto sólo mostró cuánto se necesitaba este apoyo. ¡De 22 pacientes que tenía, fui a 45 luego a 73 y después más de cien! ", dijo. 

"En 2015 otra organización gubernamental aplicó la misma actividad en el Gobierno de Alepo y me preguntaron si también podía ayudarlos. Empecé a compartir mi tiempo entre MSF y esta segunda organización, supervisando el tratamiento de más de cien pacientes en el norte de Siria. Algunos de mis pacientes desplazados por el conflicto vienen de otras partes del país. Cuidar a estos pacientes en los últimos cinco años me ha cambiado", afirmó.

Compartir