La incertidumbre en torno al programa PEPFAR pone en riesgo a millones de personas

Declaración de MSF en torno a la incertidumbre que rodea al programa PEPFAR.
Una fotografía de los diferentes medicamentos que puede llegar a consumir diariamente una persona con VIH. © Michel Lunanga/MSF

La decisión del gobierno de EE. UU. de congelar temporalmente la financiación del Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR, por sus siglas en inglés), así como toda la ayuda exterior durante al menos 90 días, ha tenido efectos inmediatos en las personas que viven con VIH (PVVIH). Aunque Estados Unidos declaró posteriormente que determinados programas de tratamiento pueden continuar al menos hasta abril, desde MSF mostramos nuestra inquietud ante la posibilidad de que algunos elementos fundamentales del programa PEPFAR queden congelados.

“Más de tres semanas después de que el gobierno estadounidense congelara la financiación del PEPFAR, sigue habiendo un gran desconcierto e incertidumbre sobre si este recurso vital para millones de personas ha sido eliminado”, afirma Avril Benoît, directora ejecutiva de MSF EE. UU. “A pesar de que se ha aprobado una exención limitada que cubre algunas actividades, lo que nuestros equipos están viendo en muchos de los países donde trabajamos es que muchas personas ya han perdido el acceso a tratamientos vitales y que estas personas no saben si seguirán recibiendo estos tratamientos ni cuándo lo harán. MSF pide al gobierno de EE. UU. que reanude inmediatamente la financiación de todas las operaciones del PEPFAR, así como de otras actividades de ayuda médico-humanitaria de vital importancia”.

El 1 de febrero, después de más de una semana de caos y de congelación de actividades, el gobierno de EE. UU. emitió una exención limitada que permitía la reanudación de algunos programas orientados específicamente a la lucha contra el VIH. Sin embargo, las directrices no estaban claras y no llegaron de inmediato a los equipos del PEPFAR en los distintos países. En toda nuestra amplia red, en MSF no vimos a una sola organización capaz de reanudar el trabajo como resultado de la aplicación de estas exenciones. El siguiente paso tuvo lugar el pasado 6 de febrero, fecha en la que el gobierno de EE. UU. publicó una guía aclaratoria sobre los programas de atención y tratamiento del VIH y de prevención de la transmisión materno infantil (PTMI).

Sin embargo, “nos sigue preocupando que áreas clave de la prevención, el tratamiento, la atención y el seguimiento a los pacientes de VIH no estén incluidas en esta guía adicional, como por ejemplo la profilaxis preexposición (PrEP) para todos los grupos vulnerables, incluidas las personas LGBTQ y trabajadores del sexo; las intervenciones específicas para adolescentes y mujeres jóvenes en países de alta prevalencia; y los programas de acompañamiento y apoyo que se llevan a cabo dentro de las propias comunidades donde viven los pacientes. Estos servicios son esenciales para garantizar una respuesta eficaz a la epidemia”, explica Benoit.

Aunque en MSF no aceptamos financiación del gobierno de EE. UU. y no se verá directamente afectada por los recortes o congelaciones del PEPFAR, muchas de sus actividades dependen de los programas que se han interrumpido. En algunos lugares, la organización ha tenido que adaptar y cambiar sus actividades, y los efectos indirectos de estas congelaciones ya se han dejado sentir en sus proyectos en diversas partes del mundo.

En África subsahariana, donde MSF llevamos a cabo varios programas de salud relacionados con el VIH/sida, ya estamos observando los efectos de esta situación en los pacientes. En Sudáfrica, muchas clínicas que prestan servicios relacionados con el VIH, como pruebas, tratamiento y profilaxis previa a la exposición a través de organizaciones financiadas por el PEPFAR, han cerrado, lo que ha generado confusión y angustia entre la población, que no sabe a dónde acudir para obtener los medicamentos que necesita.

Una mujer con VIH, paciente de MSF en Mozambique, mostrando uno de sus medicamentos. © Martim Gray Pereira/MSF
Una mujer con VIH, paciente de MSF en Mozambique, mostrando uno de sus medicamentos. © Martim Gray Pereira/MSF

 

En Mozambique, una importante organización asociada a MSF que proporcionaba servicios integrales relacionados con el VIH tuvo que interrumpir sus actividades por completo. En Zimbabue, la mayoría de las organizaciones que brindan servicios relacionados con el VIH también han dejado de trabajar, lo que ha afectado en particular al programa DREAMS, destinado a reducir las nuevas infecciones por VIH en adolescentes y mujeres jóvenes.

“Cualquier interrupción de los servicios y del tratamiento del VIH es profundamente preocupante para las personas que dependen de estos programas y pone en serio riesgo sus vidas”, afirma Tom Ellman, director de la Unidad Médica de Sudáfrica en MSF África Austral. “Los medicamentos contra el VIH deben tomarse a diario o las personas corren el riesgo de desarrollar resistencia o complicaciones de salud potencialmente mortales”.

En República Democrática del Congo, la congelación de la ayuda ya está afectando al modelo de distribución de medicamentos antirretrovirales más exitoso jamás implementado en la capital, Kinshasa: los puntos de distribución gratuita y apoyo entre pares gestionados por la comunidad, conocidos localmente como ‘PODI’. En un país donde el estigma contra las personas que viven con el VIH es generalizado y donde la pobreza sigue siendo un obstáculo para recibir atención médica, los PODI han demostrado ser un enfoque médicamente necesario para hacer frente a la falta de adherencia o al abandono de la terapia.

Con el cierre de los puntos de atención apoyados por el PEPFAR y la congelación de otras actividades, miles de personas se han quedado sin respaldo y con un alto riesgo de desarrollar VIH avanzado. Si las interrupciones persisten, los equipos de MSF que proporcionan servicios de atención a pacientes con VIH avanzado en Kinshasa podrían no ser capaces de hacer frente a la creciente demanda.

En Sudán del Sur, aproximadamente el 51% de las personas con VIH tienen conocimiento de su estado y el 47% están en tratamiento. La interrupción de este programa tendrá efectos devastadores en miles de personas y sus comunidades. MSF ha trabajado junto con PEPFAR para proporcionar atención esencial contra el VIH en este contexto y ha visto de primera mano cómo este programa salva vidas. El apoyo de PEPFAR en este país es fundamental.

Los programas apoyados por el PEPFAR están profundamente interconectados y dependen de otros componentes del sistema de ayuda exterior de EE. UU., en concreto del apoyo a la implementación proporcionado por USAID y de la asistencia técnica y de otro tipo proporcionada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Dado que la congelación de la ayuda exterior y las órdenes de suspensión de trabajo siguen afectando a estas otras agencias, y que el personal de estas agencias ha sido dado de baja de inmediato o cesado, no está claro cuándo y cómo podrán reanudarse ni siquiera las limitadas actividades que están permitidas ahora.

“Estas interrupciones costarán vidas y pondrán fin a años de progreso contra este virus”, subraya Benoit. “Cada día que pasa es una emergencia para los millones de personas para las que el PEPFAR representa un salvavidas”.

Los programas apoyados por el PEPFAR se han integrado en gran medida en aspectos clave de los sistemas de salud general de los países socios durante los últimos 20 años y, como resultado, las consecuencias de estas interrupciones tienen un gran alcance. Por esta razón, algunos de los servicios afectados van más allá del tratamiento y la prevención del VIH. Es el caso de Uganda, donde se han detenido aspectos de la vigilancia y respuesta a enfermedades infecciosas financiados por el PEPFAR, incluido el virus del Ébola.

“Cuando MSF empezó a tratar a personas con VIH/sida en Sudáfrica hace 25 años, no había medicamentos antirretrovirales en las estanterías, cada diagnóstico se sentía como una sentencia de muerte y las comunidades intentaban frenar la propagación del virus desesperadamente”, afirma Ellman.

“Desde entonces, el apoyo del PEPFAR ha ayudado a salvar más de 25 millones de vidas y ha fomentado que la lucha contra el VIH sea verdaderamente global. Sin embargo, la clave para poder mantener estos éxitos depende del acceso continuo de la población a toda la gama de programas, servicios y productos relacionados con el VIH, incluidos los servicios de prevención y tratamiento, los programas específicos y dirigidos a grupos de población, los programas relacionados con la violencia de género y otras áreas críticas”, concluye Ellman.

Compartir