La población migrante se enfrentan a grandes retos en Sudáfrica, y la situación podría empeorar

Nuestro equipo en Sudáfrica nos compartió este texto, realizado en el marco del Día Internacional de las Personas Migrantes -que se conmemora el 18 de diciembre-, para que conozcas las situaciones a las que se enfrenta esta población.

El Día Internacional de las Personas Migrantes es un día que durante 31 años ha servido para resaltar la contribución de la personas migrantes en todo el mundo y para llamar la atención sobre los retos a los que se enfrentan. Por eso, nuestros compañeros y compañeras en Sudáfrica nos compartieron este texto, que realizaron en el marco del Día Internacional de las Personas Migrantes -que se conmemora el 18 de diciembre-, para que conozcas las situaciones a las que se enfrenta esta población. 
 
Durante años, la ciudad fronteriza de Beitbridge, a orillas del río Limpopo, ha sido un punto de paso para migrantes de Zimbabue que viajan a Sudáfrica y, por lo tanto, un buen lugar para evaluar los problemas a los que se enfrentan en sus trayectos. Esto ha sido especialmente cierto desde que se confirmó la COVID-19 en Sudáfrica y Zimbabue en marzo de 2020. Desde entonces, una serie interminable de autobuses procedentes de Sudáfrica han cruzado el puente sobre el río Limpopo, atravesando la ciudad de Beitbridge hacia el Hotel Rainbow, un centro de cuarentena para zimbabuenses deportados y repatriados de Sudáfrica. Las personas migrantes que regresan llevan consigo duras historias de viajes hacia y dentro de Sudáfrica. Las personas deportadas están visiblemente agotadas cuando llegan; sus miradas reflejan desesperación, estrés extremo y aburrimiento. Han sido detenidas en prisiones y comisarías de policía, pero la mayoría se embarcó en el famoso Centro de Repatriación de Lindela, en Sudáfrica.
 
Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja en el centro de cuarentena desde marzo de 2020, apoyando a las y los deportados y repatriados con asistencia médica y guiándoles de manera segura hacia los distintos canales de detección, aislamiento y tratamiento de la COVID-19. Sin embargo, MSF ha estado presente en Beitbridge y otras partes de la región de Limpopo durante mucho más tiempo, y para comprender mejor las necesidades médicas de la población migrante, el personal de MSF ha realizado desde 2019 cientos de entrevistas con personas que representan a grupos específicos de migrantes.
 
El resultado fue el informe de la Encuesta de Movilidad de Limpopo, que revela una serie de retos que enfrentan las y los migrantes en sus viajes hacia y desde Sudáfrica, incluyendo las altas tasas de violencia sexual en las ciudades y comunidades fronterizas; largas estancias en detención en Sudáfrica para las personas procedentes de Zimbabue; barreras lingüísticas para el acceso a la atención médica para los migrantes de África central, y más.
 
“Tras llegar a estas conclusiones, compartimos nuestras preocupaciones con las autoridades para abogar por mejores condiciones de la población migrante, dice Rinako Uenishi, coordinadora del proyecto de Migración de MSF en Beitbridge.
 
Sin embargo, un informe no puede transmitir una idea de lo que significa vivir los retos a los que enfrentan la población migrante. Solo los testimonios individuales pueden hacerlo.
 

Historias de atención médica negada

Un hombre de 47 años se presenta ante el personal de MSF en el centro de cuarentena de Beitbridge e informa que fue detenido en el lado de Sudáfrica mientras intentaba vender productos sencillos.
 
“Estaba muy preocupado por el paradero de mis mercancías”, dice, “dependo de eso para vivir. Además, no tenía mis ARV (antirretrovirales) conmigo. Se lo conté a los oficiales, pero no tomaron ninguna medida. Me aseguraron que saldría temprano para poder ir a casa y conseguir mi medicación, pero hoy, han pasado 22 días y sigo sin ella”, dice.
 
Después de la evaluación, una enfermera de MSF le suministra el tratamiento que necesita. “Estoy seguro de que mi salud estará bien ahora”, concluye con esperanza.
 
La siguiente en la sala de consulta es una mujer de 67 años, que dice que le diagnosticaron un quiste mientras estaba detenida en Sudáfrica en marzo de 2020, luego fue ingresada en un hospital.
 
"Estuve allí 9 días y luego me trasladaron a otro hospital, y luego a otro. Finalmente me dijeron que regresara a mi casa y volviera después de que la pandemia de COVID-19 hubiera pasado. Fue entonces cuando decidí volver a mi casa en Zimbabue. Todavía no he recibido tratamiento", dice.
 
La mujer fue remitida a la clínica de MSF en Beitbridge, donde se presentó su caso al Departamento de Servicios Sociales. Posteriormente fue ingresada en el Hospital Provincial de Beitbridge.
 
La última persona atendida por MSF en este día es una mujer joven. Está embarazada y dice que le negaron el acceso a los servicios de atención prenatal en Soweto, un gran municipio al sur de Johannesburgo.
"Visité muchos hospitales, pero todos me rechazaron porque no pude presentar un pasaporte, un documento nacional de identidad o un permiso de asilo", explica.
 
Negar el acceso a los servicios de salud en Sudáfrica es algo habitual en Beitbridge.
 

Los migrantes son detenidos en masa en Sudáfrica, y es un gran riesgo para la salud

"Las personas migrantes enfrentan muchos desafíos en Sudáfrica, pero los datos más sorprendentes que nos ha proporcionado las encuestas que hicimos se relacionan con la experiencia de los migrantes en los centros de detención", dice Uenishi.
 
“Nuestras entrevistas revelaron que muchas personas migrantes pasan periodos prolongados en centros de detención: una cuarta parte de las encuestadas había pasado más de un año encerradas, con acceso limitado a atención sanitaria y a las necesidades básicas. Este es un problema real, tanto desde una perspectiva médica como de derechos humanos", dice Uenishi.
 
La encuesta de MSF constata que las personas encuestadas pasan tiempo en más de dos instalaciones en promedio, y las condiciones de vida en las comisarías de policía son peores que las de las prisiones y el Centro de repatriación de Lindela. Solo el 26% de las personas entrevistadas se realizó la prueba del VIH y el 9,4% de la tuberculosis (TB), la mayoría en Lindela o en la cárcel. En las comisarías, las tasas son mucho más bajas.
 
"Hay algunos informes de sexo transaccional y sexo forzado en ciertas instalaciones, sin embargo, las personas encuestadas informaron un acceso muy deficiente a los condones durante la detención, especialmente en Lindela", dice Uenishi.
 
Las y los zimbabuenses que son deportados de Sudáfrica llegan al Centro de Recepción y Cuarentena de Beitbridge, donde tienen acceso a los servicios ofrecidos por MSF en el lugar. Israel Chingosho, un promotor de salud de MSF en Beitbridge, dice que "las historias de la población migrante sobre el duro trato y los percances se te meten en la cabeza". Recuerda particularmente el caso de un joven que fue detenido por la policía en Sudáfrica mientras paseaba por el barrio de Tshwane, en el que vivía. "Su delito fue no llevar su pasaporte consigo, por lo que fue detenido junto a criminales peligrosos que lo violaron. Mostró un gran temor hacia las demás personas migrantes y se negó a ser liberado con todo el grupo. Se descubrió que tenía psicosis aguda secundaria a sus experiencias en la detención, y fue medicado por ello. No tenía dinero para el transporte de regreso a su casa. Le administramos primeros auxilios psicológicos y le dimos dinero para volver a casa", dice Chingosho.
 

Se necesitan cambios políticos progresivos

El referente regional de migración de MSF, Vinayak Bhardwaj, afirma que el estudio de MSF "describe los riesgos del proceso actual", que a menudo obliga a las personas migrantes y solicitantes de asilo a viajar desde el resto del país a las ciudades fronterizas, como sus oficinas de primera solicitud, para renovar sus permisos".
 
"Muchas de estas personas, cuyos documentos caducan antes de poder renovarlos soportan condiciones inhumanas y a menudo ilegales de arresto y detención antes de la deportación, lo que aumenta los riesgos de contagio durante la pandemia de COVID-19", dice, señalando que el equipo de MSF en Beitbridge informa una tasa de positividad del 80% entre las y los residentes que regresan y son sometidos a pruebas de COVID-19 en la frontera.
 
El estudio de MSF destaca las necesidades médicas insatisfechas que deben abordarse con urgencia, pero más allá de esto, MSF y sus socios han continuado pidiendo un enfoque más considerado de la política migratoria, que reconozca la realidad de la migración y promueva imperativos de salud pública más amplios.
 
El Gabinete de Sudáfrica tomó recientemente la decisión de no renovar los permisos temporales de aproximadamente 180,000 zimbabuenses que trabajan en Sudáfrica. Es probable que la decisión provoque un retorno masivo de trabajadores y trabajadoras de Zimbabue, ya que al carecer de estatus legal, la mayoría se encontrarán sin trabajo y sin dinero.
 
“En puntos clave como Beitbridge, lo más probable es que se produzca un aumento en la angustia socioeconómica, con el consiguiente malestar psicosocial. Es posible que haya más personas arrestadas, detenidas y deportadas. A MSF le preocupa el probable aumento de los problemas médicos y humanitarios entre la población migrante”, dice Bhardwaj.
 
 
MSF tiene un proyecto en Beitbridge que brinda asistencia sanitaria antes de la salida de los migrantes en tránsito, así como atención a las personas deportadas que llegan al centro de recepción de Beitbridge. El paquete de atención incluye elementos preventivos y curativos, así como servicios de planificación familiar y salud sexual y reproductiva para migrantes.
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