La salud mental es una crisis silenciosa en Sudán del Sur

Cómo afrontar una pérdida y cómo luchar por sanar.

Un consejero de MSF durante una consulta de salud mental en Malakal, en el estado de Alto Nilo, en Sudán del Sur.
Tres de cada cuatro pacientes que buscan apoyo de salud mental a través de MSF han sufrido violencia intercomunitaria, violencia sexual o violencia de género. © Isaac Buay/MSF

En Sudán del Sur, los problemas de salud mental son una crisis silenciosa. Se ven eclipsados ​​por la pobreza, la violencia y el desplazamiento.

Muchas personas, desatendidas por el sistema de salud y enfrentadas a un estigma profundamente arraigado, enfrentan sus problemas de salud mental en silencio, soportando una batalla diaria que pasa desapercibida e inadvertida.

Cuando tenía apenas 12 años, Mary Nyanhial Kiel tuvo que escapar de su hogar en Paguir cuando grupos armados atacaron su pueblo.

“Nos obligaron a huir y muchas personas murieron”, recuerda Mary, que ahora tiene 34 años. Sus padres lograron escapar con ella y sus hermanos, pero su calvario estaba lejos de terminar. “Un año después, durante una incursión, mi padre y mi hermano mayor fueron asesinados mientras intentaban proteger nuestro ganado. Estábamos escondidos en el bosque; ellos intentaron protegernos”.

Mary se esfuerza por mantener a su familia mientras trabaja en una tienda de té. Recibió apoyo en salud mental por parte de MSF.
En Sudán del Sur, los problemas de salud mental se ven eclipsados por la pobreza, la violencia y el desplazamiento. © Isaac Buay/MSF

 

Algunos años después, Mary tuvo enfrentó nuevamente la pérdida de un ser querido. El esposo de Mary, que se había ido a Sudán a trabajar como ganadero para mantener a su familia, nunca regresó, dejándola como la única cuidadora de sus seis hijos. “Ahora soy todo lo que tienen”, dice. “Trabajo en una tienda de té, pero no es suficiente. Solo comemos una vez al día y no puedo permitirme enviar a mis hijos a la escuela”.

No hay que buscar mucho para encontrar una historia similar. A poca distancia de la casa de Mary, Nyayong Puol Lam, de 26 años, también había vivido un episodio de pérdida hace algunos años. Se vio obligada a huir de su pueblo tras ver cómo mataban a su hermano y a muchas personas que conocía.

Durante el conflicto de 2016, asesinaron a su esposo; y hace poco enterró a su hermana. “Mi hermana fue asesinada por su marido, que tenía una enfermedad mental. Y ahora estoy cuidando de sus seis hijos y de dos míos. Sin esposo ni hermana que me apoyen. Es difícil. Los niños son demasiado pequeños y no entienden… He perdido toda esperanza, estoy desesperada”.

La violencia generalizada no sólo ha desplazado a familias, sino que también las ha despojado de sus medios de vida, de sus cultivos y de cualquier sensación de estabilidad. “No somos los únicos. Esto le está pasando a todo el mundo en Sudán del Sur. Todo el mundo sufre”, explica Mary.

Mi madre no tiene esperanza, sigue pensando que vamos a morir. Todos los días cree que mis hermanos van a morir.

 

La Salud mental, una crisis silenciosa

Si la atención primaria de salud es escasa en Sudán del Sur, los servicios de salud mental son aún más limitados. Hay muchas personas como Mary y Nyayong que han quedado abandonadas a su suerte y tienen poco o ningún acceso a alimentos, educación o atención médica. Los continuos ciclos de conflicto, desplazamiento, inseguridad alimentaria y pobreza extrema generan un estrés abrumador, y el estigma en torno a la salud mental sigue siendo fuerte.

 

Día mundial de la salud mental: El promotor de salud de MSF, Patrick Mayen, en Lankien, Sudán del Sur, involucra activamente a la comunidad a través de actividades de divulgación centradas en la salud mental.
El promotor de salud de MSF, Patrick Mayen, en Lankien, Sudán del Sur. Involucra activamente a la comunidad a través de actividades de divulgación centradas en la salud mental. © Isaac Buay/MSF

 

Médicos Sin Fronteras (MSF) somos una de las pocas organizaciones que brindan servicios de salud mental en Sudán del Sur.

Recibimos a muchos pacientes con trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión y depresión posparto que afecta a las madres primerizas. Germando Kagomba, responsable de actividades de salud mental de MSF en Lankien, Sudán del Sur.

Entre enero y julio de 2024, MSF brindamos más de 9,600 consultas de salud mental y facilitamos charlas grupales para 54,000 personas en Sudán del Sur. Sin embargo, estos esfuerzos solo son la punta del iceberg de una necesidad acuciante.

Los continuos ciclos de conflicto, desplazamiento, inseguridad alimentaria y pobreza extrema generan un estrés abrumador para muchas personas, pero el estigma en torno a los problemas de salud mental es una de las muchas razones por las que no se habla de ellos. “Sólo hablo de ello durante las sesiones de salud mental de MSF porque aquí todo el mundo pasa por lo mismo”, dice Mary. Sin embargo, en medio del sufrimiento de todos, Mary añade: “si te quejas en casa, te llaman débil”.

Tres de cada cuatro pacientes que buscan apoyo de salud mental a través de MSF han sufrido violencia intercomunitaria, violencia sexual o violencia de género. Sin embargo, los problemas de salud mental suelen ser complejos y la necesidad inicial de ayuda de los pacientes puede originarse en otras fuentes de trauma o estrés.

En Sudán del Sur, los cuidadores a menudo se ven obligados a tomar decisiones imposibles debido a la falta de acceso al tratamiento cuando un ser querido lucha con problemas de salud mental. Muchos encierran a sus familiares por miedo al estigma y la violencia que podría provocar. En casos extremos, incluso recurren a encadenarlos. Las personas con enfermedades mentales son abandonadas a su suerte por la sociedad en general. En lugar de recibir atención, a menudo son confinadas en prisiones u otros entornos inadecuados. Lo que empeora su condición y profundiza su sufrimiento, debido a la falta de recursos, la falta de infraestructura y la falta de profesionales de la salud mental capacitados.

Con infraestructura limitada, algunos pacientes tardan hasta cuatro días en llegar al hospital. Por eso, cuando tienes un problema de salud mental, la gente no te cuida como a los demás. Los pacientes que llegan al hospital no vuelven para el seguimiento. Kagomba.

Los trastornos mentales no tratados pueden provocar daños a largo plazo, como el deterioro de la salud física, que no sólo afectan a las personas, sino a generaciones enteras.

 

Día mundial de la salud mental: Nyamal Simon, (vestido de rojo), posa para una foto familiar en su casa de Lankien, en el estado de Jonglei, Sudán del Sur. Recibe atención de salud mental de Médicos Sin Fronteras.
La atención primaria de salud es escasa en Sudán del Sur, y los servicios de salud mental son aún más limitados. © Isaac Buay/MSF

 

La importante brecha en el tratamiento de la salud mental significa que las personas que carecen de atención probablemente tengan dificultades en sus comunidades, lo que puede hundirlas aún más a ellas y a sus familias en la pobreza. La participación limitada en las actividades comunitarias y las oportunidades de empleo restringidas disminuyen su calidad de vida. Esta situación también puede conducir a tasas más altas de embarazo adolescente y violencia doméstica. Las afecciones de salud mental no tratadas también pueden dar lugar a tasas de mortalidad más altas.

Para romper el ciclo de abandono, la atención de salud mental debe integrarse en el sistema de salud más amplio, de modo que las personas de Sudán del Sur puedan comenzar a sanar las cicatrices más profundas que han dejado el desplazamiento y la pobreza. Sin este cambio, familias como las de Mary y Nyayong seguirán luchando, con la esperanza de recuperación siempre fuera de su alcance.

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