La sequía y el déficit de financiación agravan la crisis de desnutrición en Somalia

Desde Médicos Sin Fronteras hacemos un llamado urgente a los donantes y a las organizaciones humanitarias para que actúen de inmediato

Niño con desnutrición en Baidoa, Somalia. Junio 2024. © Bishar Mayow/MSF

Somalia se enfrenta a una grave crisis de desnutrición agravada por las prolongadas sequías, el conflicto, la inestabilidad económica y la fragilidad del sistema sanitario. Las regiones de Baidoa y Mudug, donde trabaja Médicos Sin Fronteras (MSF), son ejemplos de la crisis que se desarrolla en todo el país, con miles de niños y niñas en riesgo inmediato de desnutrición severa, cuyas consecuencias son potencialmente mortales. 

Suado Hassan Mohamed, de 22 años, sostiene a su hijo de 11 meses, Abdirahman Abdilatif, en la sala pediátrica del Hospital Regional de Bay, apoyado por MSF. Suado, residente de Baidoa, trajo a su hijo para que recibiera tratamiento, ya que actualmente recibe atención por desnutrición.
Suado Hassan Mohamed, de 22 años, sostiene a su hijo de 11 meses, Abdirahman Abdilatif, en la sala pediátrica del Hospital Regional de Bay, apoyado por MSF. Trajo a su hijo para que reciba tratamiento por desnutrición. © Mohamed Ali Adan/MSF

 

La escasez crónica de fondos ha paralizado los esfuerzos humanitarios, obligando a reducir o cerrar programas vitales de nutrición. La inminente amenaza de una sequía provocada por La Niña en 2025 podría poner al borde del abismo a una población ya de por sí vulnerable. MSF hacemos un llamado urgente a los donantes y a las organizaciones humanitarias para que actúen de inmediato para evitar este sufrimiento generalizado, cuyas consecuencias podrían ser catastróficas.

 

La desnutrición, en una crisis permanente en algunas zonas de Somalia

En Baidoa y Mudug, la desnutrición se ha convertido en una crisis persistente durante todo el año, no solo en un problema estacional. “Estamos viendo altas tasas de desnutrición, no sólo durante las habituales temporadas de escasez”, afirma Jarmilla Kliescikova, coordinadora médica de MSF en Somalia. “Se trata de una crisis crónica que exige una intervención permanente”.

En 2024, los equipos de MSF trataron a 18,066 niños y niñas con desnutrición aguda severa en sus proyectos en Somalia, un aumento significativo respecto al año anterior. En Mudug, los ingresos en los programas ambulatorios de nutrición aumentaron un 250%, impulsados tanto por las crecientes necesidades como por la ampliación de los servicios. En Baidoa también aumentaron los ingresos en los programas a lo largo de 2024, lo que subraya la creciente desesperación de las familias que buscan atención. Sin embargo, estos esfuerzos son claramente insuficientes. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), se estima que en Somalia 1,7 millones de niños y niñas sufrían desnutrición aguda en 2024, de los cuales 430,000 padecían desnutrición aguda grave. Las intervenciones de MSF, aunque críticas, sólo alcanzaron al 1% de la población desnutrida total, lo que pone de manifiesto la abrumadora magnitud de la crisis y la acuciante necesidad de un apoyo más amplio.

El conflicto y el cambio climático han provocado desplazamientos masivos, obligando a la población a desplazarse a regiones con recursos ya escasos. Las repetidas sequías han devastado la agricultura, dejando sin sustento a familias que antes dependían de la agricultura y la ganadería. En los lugares donde se asientan las personas desplazadas, la prevalencia de la desnutrición grave y moderada es alarmantemente alta, mientras que los centros de salud, desbordados, no logran dar abasto.

 

El impacto de la falta de financiación en la desnutrición en Somalia. Las madres hacen fila para pesar a sus hijos en un centro de atención descentralizado apoyado por MSF cerca del campo de desplazados internos de Afmadow.
El impacto de la falta de financiación en la desnutrición en Somalia. © Bishar Mayow/MSF

 

El déficit de financiación obliga a reducir programas esenciales

Para agravar aún más la crisis, la escasez de fondos ha asestado un golpe devastador a la respuesta humanitaria. Según OCHA, en 2022 solo se cubrió el 56% de las necesidades de financiación humanitaria de Somalia, cifra que se desplomó hasta solo el 40% en 2024. En Baidoa, por ejemplo, se han reducido varios programas de nutrición desde 2023, y en ambas regiones se están reduciendo o interrumpiendo servicios esenciales como centros de alimentación terapéutica y atención primaria de salud.

“El cierre de estos programas ha dejado un vacío devastador”, afirma Mohammed Ali Omer, coordinador de programas de MSF en Somalia. “Los programas se están viendo obligados a rechazar a niños y niñas que necesitan desesperadamente alimentos terapéuticos para salvar sus vidas. Sólo unas pocas comunidades se benefician de las vacunaciones, dejando a muchos niños y niñas vulnerables a enfermedades prevenibles que conducen al círculo vicioso de la desnutrición. Esto no es sólo una crisis, es una catástrofe que se desarrolla en tiempo real”.

 

Un grupo de madres hace fila para medir la altura y el peso de sus hijos y recibir un suplemento nutricional listo para usar en el centro de atención descentralizado apoyado por MSF cerca del campamento de desplazados internos de Eelbet-I, en Baidoa.
Un grupo de madres hace fila para medir la altura y el peso de sus hijos y recibir un suplemento nutricional listo para usar en el centro de atención descentralizado apoyado por MSF cerca del campo de Eelbet-I, en Baidoa, Somalia. © Bishar Mayow/MSF

 

Somalia ya lucha contra los continuos periodos de sequía, pero para el 2025 está prevista una sequía aún mayor provocada por La Niña, un fenómeno climático que enfría las temperaturas de la superficie del océano y altera los patrones meteorológicos globales, lo que a menudo provoca una reducción de las precipitaciones en África oriental. Con las fuentes de agua agotadas y la producción de alimentos paralizada por sequías anteriores, el impacto podría ser catastrófico, obligando a más familias a abandonar sus hogares y elevando aún más las tasas de desnutrición. A medida que las sequías se hacen más frecuentes y graves, las posibilidades de recuperación se reducen, mientras que el aumento de los precios de los alimentos complica que los más vulnerables sobrevivan.

 

Una crisis inminente que aún se puede evitar

Sin una ayuda inmediata y permanente, miles de niños y niñas se enfrentan no sólo a la inanición, sino también a una inmunidad debilitada, a una mayor vulnerabilidad a las enfermedades y a daños irreversibles en su desarrollo. El sistema de salud, que ya se enfrenta a una demanda incesante, corre el riesgo de colapsarse por completo a medida que aumentan los brotes y las complicaciones. MSF hace un llamado urgente a donantes y gobiernos para que actúen ahora, antes de que llegue la sequía de 2025. Es urgente mejorar el tratamiento nutricional, ampliar la distribución de alimentos y reforzar los servicios de salud para salvar vidas mientras aún haya tiempo.

 

Tras dos horas de caminata desde el campamento de desplazados, Amina llevó a su hija para que recibiera tratamiento urgente por desnutrición.
Tras dos horas de caminata desde el campo de desplazados, Amina llevó a su hija para que recibiera tratamiento urgente por desnutrición. © Mohamed Ali Adan/MSF

 

“La ayuda humanitaria en Somalia ya es peligrosamente baja y ahora, con informaciones de nuevos recortes de financiación -incluidas las reducciones de la ayuda estadounidense-, la situación no hará más que empeorar, poniendo en peligro más vidas”, afirma Mohammed Ali Omer. “Los recortes en los programas de nutrición llegan en el peor momento posible. Las tasas de desnutrición se están disparando, los desplazamientos aumentan y la necesidad de ayuda nunca ha sido mayor. Reducir la ayuda ahora no es sólo irresponsable, es mortal. El momento de actuar es ahora. Para los niños de Baidoa y Mudug, cada momento cuenta para darles una oportunidad de sobrevivir”.

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