La vacuna contra la hepatitis E da una esperanza en la lucha contra una enfermedad olvidada

Un integrante de MSF en la campaña de vacunación contra la hepatitis E en Sudán del Sur
Taap Yien Ruondial tiene 22 años y vive en el campo personas internamente desplazadas de Bentiu. Taap está siendo vacunado contra la hepatitis E. ©Peter Caton/MSF

Durante más de 20 años los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) se han enfrentado a brotes de hepatitis E: han sentido frustración por el impacto de la enfermedad en sus pacientes, y no les ha sido posible tratarla ni ofrecer una vacuna. 

En 2022, por primera vez en el mundo, esto cambió cuando MSF, junto con el Ministerio de Salud de Sudán del Sur, llevó a cabo la primera campaña de vacunación contra la hepatitis E en respuesta a una emergencia de salud pública. 

Inspirándose para estudiar epidemiología tras ver el impacto de la hepatitis E, la médica de MSF, Iza Ciglenicki, y el especialista en agua y saneamiento, Etienne Gignoux, abogan ahora por el uso de la única vacuna del mundo contra la hepatitis E. En este texto repasan el largo camino hasta que lograron la campaña de vacunación. 

Una mujer siendo vacunada contra la hepatitis E por el equipo de MSF en Bentiu.
Los equipos de MSF vacunan a la población de Bentiu contra la hepatitis E. © Peter Caton/MSF

 

“En 2004 estábamos en Morney, Darfur (Sudán), gestionando el hospital en medio de un enorme campo de personas desplazadas por la violencia”, cuenta Iza Ciglenecki, quien ahora trabaja como coordinadora de investigación operativa de MSF. “Como médica, estaba a cargo de la unidad de cuidados intensivos, donde recibíamos pacientes con una forma grave de hepatitis E. La mayoría eran mujeres embarazadas. Estas pacientes no sólo sufrían ictericia, sino también insuficiencia hepática. No teníamos ningún tratamiento para combatir este virus, que tiene una tasa de mortalidad de hasta el 25% entre las mujeres embarazadas”. 

En los campos de personas desplazadas y refugiadas donde trabajamos desde Médicos Sin Fronteras, nuestros equipos médicos llevan décadas observando grandes y mortales brotes de hepatitis E. El virus se transmite a través del agua y los alimentos contaminados, pero a pesar de los esfuerzos por mejorar el agua y el saneamiento, los brotes son muy difíciles de controlar debido a la persistencia del virus en el medio ambiente. Así, pueden durar varios años. 

“Solíamos suministrar más de dos millones de litros de agua potable a Morney cada día, pero no podíamos controlar el brote”, afirma Etienne Gignoux, epidemiólogo y especialista en agua y saneamiento que trabajó en el campo en 2004. 

Desde 2011 se produce en China una vacuna contra la hepatitis E, llamada Hecolin®. Se ha sometido a un proceso completo de ensayos clínicos y su tasa de eficacia es de casi el 90%. Para el personal sanitario, la vacuna ofrece una nueva esperanza en la lucha contra este virus. Pero antes de que pudiera utilizarse por primera vez fuera de China durante un brote, aún quedaba un largo camino por recorrer. 

En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que la vacuna se utilizara en contextos de epidemias, incluyendo su uso entre las mujeres embarazadas. Pero la hepatitis E es una enfermedad poco conocida que afecta predominantemente a personas en situación de pobreza y exclusión que viven en campos o viviendas precarias.  

El impacto de esta enfermedad está muy subestimado y no recibe la atención que merece. Hasta este año, ninguna autoridad sanitaria había dado aún el paso de poner en marcha una campaña de vacunación, ni los responsables conocían necesariamente la existencia de esta vacuna ni las recomendaciones de la OMS. 

Desde 2016, los equipos médicos de MSF trabajan para hacer posible el uso de la vacuna en futuras epidemias. En 2020, ante un nuevo brote entre la población desplazada en Burkina Faso, desde MSF intentamos llevar a cabo una campaña de vacunación masiva, pero no había dosis disponibles. Para evitar que se repitiera este escenario, a principios de 2021 MSF pedimos dosis de la vacuna al fabricante en China, las almacenamos y las dejamos listas para su envío en previsión de futuros brotes. 

Un equipo de trabajadores de MSF sanitarios de la comunidad en el campo de personas internamente desplazadas de Bentiu, hablando de la campaña de vacunación contra la hepatitis E
Un equipo de trabajadores sanitarios de MSF en en el campo para personas internamente desplazadas de Bentiu, hablan sobre la campaña de vacunación contra la hepatitis E. ©Peter Caton/MSF

 

En julio de 2021, nuestros equipos comenzaron a ver a pacientes con hepatitis E en el campo para personas desplazadas de Bentiu, en Sudán del Sur. El Ministerio de Salud de Sudán del Sur y MSF comenzaron a discutir cómo utilizar la nueva vacuna en la respuesta al brote.  

Las autoridades de sursudanesas son muy conscientes de la hepatitis E y de los peligros que supone para la población, especialmente para las mujeres embarazadas, que tienen un mayor riesgo de morir a causa de la enfermedad, y de sufrir abortos espontáneos y mortinatos. El Ministerio de Salud organizó con entusiasmo una campaña de vacunación con el apoyo de Médicos Sin Fronteras, y las primeras rondas se realizaron en marzo y abril de 2022. 

En las primeras dos rondas fueron vacunadas alrededor de 25,000 personas, incluyendo mujeres embarazadas. Esta tercera y última ronda se realiza en octubre de 2022.  

“Después de años de frustración, el éxito de esta vacunación aumenta las esperanzas en la lucha contra esta enfermedad olvidada”, concluye Iza Ciglenecki. “Esperamos que el éxito de esta campaña anime a otros países a utilizar la vacuna para responder a los brotes de hepatitis E”.

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