La violencia extrema y su normalización en Acapulco

Acapulco Sexual Violence

De ser un paraíso turístico internacional, Acapulco ha pasado a ocupar los titulares como una de las ciudades más peligrosas del mundo. Todo en esta ciudad está afectado por la violencia, todos tienen una familiar o una persona cercana tocada por la violencia.

Marçal Roca ha sido coordinador de los proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Acapulco hasta hace unos días, cuando ha finalizado su trabajo. El coordinador explica en esta entrevista la labor de la organización en la ciudad, una de las más violentas del país.

 

 

¿Cómo vives Acapulco?

Hay dos Acapulcos, el todavía turístico, el de las playas a las que se puede acceder con tranquilidad y luego hay un Acapulco sumergido en una pobreza extrema. Hay cifras que dicen que el 10 % de la población, de más de 800.000 habitantes vive en la extrema pobreza, y hablamos de la pobreza más bestia. Luego hay que ver cuántos son pobres o en el lindar de la pobreza… La desigualdad más pronunciada es evidente en la ciudad.  Y es evidente también que la guerra al narco no está dando resultados, no en Acapulco donde se considera que hay entre 30 y 40 células delictivas, enfrentadas a veces entre ellas a pesar de incluso pertenecer al mismo cartel.

 

¿Qué es lo que más te ha sorprendido en tus nueve meses de estancia allí?

De Acapulco, lo que más me sorprende son los niveles de violencia extrema, la publicidad y exposición de la gente a la misma, la normalización que se hace de ella, con imágenes constantes a través de todos los canales posibles. Y sorprende la rapidez con la que se ha iniciado e instalado en Acapulco, sólo hace unos siete años que la violencia ha llegado a los niveles en los que se encuentra la ciudad, de ser un paraíso turístico internacional a ocupar los titulares como una de las ciudades más peligrosas del mundo. Hay que subrayar que en Acapulco todo el mundo está afectado por la violencia, todos tienen una familiar o una persona cercana tocada por la violencia.

 

¿Cómo será 2018 para la ciudad y para la tarea de MSF?

Nos tememos que 2018 como un año de mucho movimiento político, de elecciones, habrá un incremento de la violencia, lo cual ya es terrible, porque 2017 ha sido un año de mayor número de muertes que en el 2016.

En 2018 el proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) será de consolidación de la expansión realizada en 2017, en el que el programa se extendió a las colonias de Progreso, de Renacimiento y de Zapata después de haber conseguido estabilizarse en Colonia Jardín. Desde el hospital Renacimiento pretendemos también llegar a dar servicio al resto de la ciudad. Nuestro programa se ejerce desde tres ejes: salud mental con atención clínica directa; comunitaria, de intentar rehacer y/o fortalecer el tejido comunitario; y de atención a la violencia sexual, con un servicio en todas las áreas que intervienen tras la agresión que es gratuito, para todas las edades y que se ofrece desde las clínicas CAAPS en horario diurno todos los días de la semana y en el hospital Renacimiento las 24 horas todos los días de la semana. Desde mayo hemos atendido 190 casos de violencia sexual.

 

Hay que tener en cuenta que sí hay servicios públicos, pero para mujeres mayores de 15 años y hemos detectado que el 40% de nuestras consultas son menores de quince años y no todas las víctimas de esta franja de edad son mujeres.

 

 

¿Cómo se ha llegado a esa expansión, con quién se trabaja para ello?

Con nuestra propia red de trabajadores comunitarios, que llegan a las diferentes colonias. Pero hemos formado también a diferentes comunidades médicas, de la secretaría de salud, universidad, enfermería, psicólogos, farmacias (hay muchas farmacias que disponen de médicos y está bien que también tengan formación sobre salud mental y la necesidad de considerar la violencia sexual como una emergencia médica), etc. Que entonces desde cada uno de sus ámbitos pueden hacernos llegar pacientes.

 

A eso obedece asimismo la campaña de SIVIS (Servicio Integral en Violencia Sexual).

Sí. La campaña SIVIS, iniciada recientemente y en la que participa MSF, pretende precisamente incidir sobre el hecho de que la violencia sexual también debe ser considerada y tratada como una emergencia médica, incidir en la importancia de que el/la superviviente sea atendida médica y psicológicamente (para evitar traumas de larga duración, para evitar enfermedades de transmisión sexual y/o embarazos no deseados). Pretendemos llegar a más gente y hacer nuestros servicios lo más accesibles posible.

 

¿Qué tal es la acogida inicial de la población?

En primera instancia, es difícil llegar a la población como MSF, como una organización médico-humanitaria que viene a proveer servicios gratuitos. La población, por cuestiones históricas, desconfía de las instituciones, debido a la corrupción o debido a su ineficacia. De repente llega a MSF y les dice que les ofrece algo gratis, sin pedirles nada a cambio. Eso es difícil de entender desde su perspectiva y cuesta entrar, claro. Luego, pasado el momento inicial se logra, pero, de entrada, cuesta.

Nuestro éxito es ese, seguir insistiendo, que nos conozcan y que nos conozcan también a través de los pacientes que ya hemos asistido. Esa es la mejor referencia que tenemos, la realizada por nuestros propios pacientes.

 

¿Qué es lo que espera obtener MSF?

Esperamos que a través de nuestras actividades haya una mayor implicación de las administraciones en la disposición de servicios de salud mental a una población muy castigada por la violencia y también que se entienda eso, la violencia sexual como una emergencia médica que debe tratarse de forma integral para evitar una revictimización del/la superviviente. Evidentemente la situación óptima para nosotros sería no ser necesarios en Acapulco, ni nosotros ni nadie como nosotros. Eso significaría que la violencia ha cesado o que las instituciones responsables como la secretaría de salud responden de manera adecuada acorde a esos niveles de violencia

 

youtube://v/S0hd7aA0iLI

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