Las restricciones de EE. UU. en la frontera con México dejan a los migrantes gravemente expuestos a la violencia

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ASSISTING MIGRANTS IN TIJUANA

La crisis humanitaria de migrantes y refugiados centroamericanos podría alcanzar aún mayores proporciones

Miles de migrantes y refugiados se encuentran atrapados en la ciudad fronteriza de Tijuana y expuestos a los altos niveles de violencia que enfrenta la ciudad, en espera de poder resolver su situación migratoria o cruzar la frontera hacia los Estados Unidos. MSF ha enviado a un equipo de emergencia para atender a migrantes y refugiados que huyen de la violencia y la pobreza extrema en Centroamérica.
 
“Muchas de las personas que aguardan en este cruce migratorio, vinieron con las caravanas que se hicieron mediáticas a finales del año pasado, pero hay migrantes que continúan llegando a la frontera; personas que han sido deportadas, y personas que esperan la resolución de sus peticiones de asilo y que en vista de las actuales restricciones y el aumento de seguridad en la frontera se encuentran atrapados en México, en condiciones precarias y en riesgo de ser víctimas de las bandas y el crimen que  lucran con ellos y operan en la zona”, señala Sergio Martín, coordinador general de MSF en México.
 
El 24 de enero, el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos anunció un nuevo plan, denominado Protocolos de Protección al Migrante, que exigiría que las personas que buscan ingresar a los Estados Unidos, incluidos los solicitantes de asilo, permanezcan en México en espera de la resolución de sus casos. Las leyes estadounidenses e internacionales protegen el derecho a buscar asilo y prohíben devolver a las personas a situaciones peligrosas.
 

Necesidades médicas y de salud mental.

 
Desde la llegada de la última caravana a la ciudad fronteriza de Tijuana, en noviembre del año pasado, los equipos de MSF se desplazaron al norte del país para evaluar las condiciones y las necesidades humanitarias de los migrantes en los albergues y refugios temporales que las autoridades locales y estatales, en colaboración con organizaciones civiles instalaron en la zona. 
 
 
En un principio fueron instalados dos grandes campamentos, uno en un complejo deportivo y uno más en un auditorio local, El Deportivo Benito Juárez y El Barretal, respectivamente, los cuales se vieron sobrepasados y obligaron a cientos personas a buscar refugio en otros sitios. 
 
Actualmente la población se ha ido dispersando entre el campamento El Barretal- luego de que las autoridades desalojaran la zona del deportivo Benito Juárez-y los numerosos albergues que operan en la ciudad; pocos han logrado cruzar a los Estados Unidos y otros más han sido detenidos y retornados a casa.
 
Una de las principales necesidades detectadas por nuestros equipos ha sido la atención en la salud mental, la cual, en este último tramo del viaje se encuentra considerablemente deteriorada y desentendida. 
 
"Alrededor del 90 por ciento de los pacientes tratados por nuestros equipos han sufrido algún tipo de daño psicológico o violencia física", dice Alberto Macín, un psicólogo de MSF de México que brinda asistencia en el área. Los migrantes y los refugiados tienen el temor y la ansiedad adicionales de ser detenidos, separados de sus familias o devueltos a países donde sus vidas corren peligro.
 
“Considerando las situaciones de violencia que estas personas han vivido en su país de origen y en su tránsito por México y  que una vez que llegan a estos espacios donde las condiciones no son adecuadas para ellos, encontramos síntomas como ansiedad, estrés agudo y algunos casos de estrés post-traumático que se ven agudizados por el entorno, las condiciones de hacinamiento y la falta de sueño”, señaló Macín.
 
Tanto en los campamentos como en los albergues, el equipo médico de MSF brinda atención médica de primer nivel, en colaboración con el Ministerio de Salud, a fin de atender los principales problemas de salud derivados de las condiciones que enfrentan durante semanas de viaje, la mayoría a pie, la exposición a la violencia a lo largo de la ruta y la precariedad en la que se encuentran dentro y fuera de los albergues. 
 
Entre las tiendas de acampar, dispuestas una tras de otra, agentes comunitarios de MSF llevan a cabo sesiones de promoción de la salud mental y psico-educaciones, las cuales están enfocadas en la atención a la salud sexual y reproductiva, principalmente.
 
“Nos hemos encontrado con algunos casos de violencia sexual principalmente en mujeres” señala Astrid Vázquez, médica de MSF que atiende esta emergencia. La violencia sexual contra la población migrante es común en México. Las bandas criminales involucradas en la trata de personas y la explotación sexual a menudo aprovechan la extrema vulnerabilidad de los migrantes y los refugiados, convirtiéndolos en objetivos específicos de abuso. 
 
Día a día, tanto el equipo médico como psicológico atiende a  familias enteras que viajan con niños y niñas, mujeres embarazadas; adolescentes, mujeres y hombres que viajan solos. “Las principales afectaciones físicas que estamos atendiendo son infecciones de vías respiratorias altas, las cuales tienen que ver con las condiciones climáticas actuales, algunas enfermedades diarreicas, pacientes con enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión, entre otras”, menciona Vazquez. 
 
“Me ha sido complicado porque soy discapacitado. Me he enfermado en el camino pero no me he dado por vencido”, comenta Rafael, quien salió de San Pedro Sula y llego a Tijuana con la primera caravana. 
 
En los primeros días de la emergencia MSF proporcionó 395 consultas médicas y 147 de salud mental, tanto en El Barretal, la zona del Deportivo Benito Juarez y otros tres centros de atención que ofrecen servicios a migrantes en Tijuana. 
 
 

Malas condiciones de agua y saneamiento

 
Las principales afectaciones físicas de los migrantes y refugiados son infecciones de las vías respiratorias altas (debido principalmente a las condiciones climáticas), enfermedades diarreicas y enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión, entre otras.
 
Las malas condiciones de agua y saneamiento en los asentamientos fueron en un principio notables: se levantaron tiendas al aire libre sobre tierra que con las lluvias se convirtieron en lodazales, no había baños suficientes, ni agua potable.
 
En esas condiciones, los menores comenzaron a enfermarse. “Intentamos mejorar  las condiciones de higiene y el abastecimiento de agua potable junto a los responsables de los refugios incrementando el número de duchas y letrinas y apoyando en la organización de las tareas de limpieza y recogida de residuos”, explica nuestro responsable de agua y saneamiento, Alfonso Artacho.
 

Sin vuelta atrás

 
Unas 500.000 personas atraviesan cada año el territorio mexicano con el objetivo de llegar a EE.UU. en busca de una nueva vida. Las acciones represivas y las restricciones en la concesión de asilo no hacen otra cosa que exponer aún más a estas personas que huyen de la pobreza y la violencia a las amenazas que enfrentan en México, a recurrir a rutas clandestinas y caer en manos de traficantes de personas.
 

A poner en riesgo sus vidas, al fin y al cabo

 
Me vine porque estaba amenazado por las pandillas. No hay empleo y está muy pesada la corrupción. Mataron a tres de mis hermanos. Mi hermana está pidiendo asilo con sus hijos. También están amenazados. Tengo una esposa y tres hijos. Se quedaron allá. Pasamos mucha hambre. Cuando me fui, me fui llorando, amo mucho a mi esposa y mis hijos. Mi plan es llegar a EE. UU. Hace cuatro años, lo intenté pero me secuestraron en el norte, estuve encerrado siete días, hasta que logré escapar“, relata José Alberto, un migrante de 38 años que salió de Honduras con la primera caravana.
 
Desde 2012, MSF ha estado brindando atención médica y salud mental en México a migrantes y refugiados provenientes, principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador a lo largo de la ruta migratoria por México. MSF trabaja en albergues de migrantes y en clínicas móviles a lo largo de la ruta migratoria en Tenosique, Tabasco; Coatzacoalcos, Veracruz; Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas, y opera un Centro de Atención Integral (CAI) para víctimas de violencia extrema en la Ciudad de México.

 

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