Luchamos contra las muertes prevenibles a través de la atención comunitaria en Salamabila, República Democrática del Congo

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Los equipos de MSF ensibilizan a los habitantes sobre la atención sanitaria descentralizada
Los equipos de MSF ensibilizan a los habitantes sobre la atención sanitaria descentralizada. ©Michel Lunanga/MSF

Tcheusi, de cinco años, sufre síntomas de malaria. “Hace dos días que padece malestar general y fiebre alta. Para bajarle la temperatura, su madre le ha dado un baño de vapor antes de ir al huerto”, cuenta su padre, Manjanja. “También le dimos un remedio para sus vómitos, pero siguió empeorando. Por desgracia, el centro de salud está lejos de nuestro pueblo y aquí hay pocos medios de transporte”.

Manjanja y su esposa son agricultores. Viven en Kimbala, un pueblo a varios kilómetros de la localidad de Salamabila, en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Tienen ocho hijos, Tcheusi es el menor. Cada vez que uno de sus hijos se enferma, lo tratan con plantas tradicionales.

Muchas familias de la zona de salud de Salamabila, como la de Manjanja, afrontan muchos obstáculos para acceder a tiempo a los servicios médicos adecuados. Hay quienes van a un centro de salud solo como último recurso.

Personal de salud comunitario de MSFs sólo atienden casos sencillos de paludismo y diarrea.
Personal de salud comunitarios sólo atienden casos sencillos de paludismo y diarrea. Para los casos complicados, primero remiten al centro de salud más cercano. ©Michel Lunanga/MSF

 

Muertes evitables

Situada en la provincia de Maniema, Salamabila es una zona minera afectada por conflictos armados, que tienen su origen en el control y la explotación de los minerales. La inseguridad, junto con la lejanía de las estructuras de salud, la falta de transporte y la incapacidad de parte de la población para costearlo, son barreras importantes a la hora de acceder a la atención médica.

“Nuestro apoyo a varios centros de salud y al hospital en esta zona no era suficiente. Algunas personas que vivían en aldeas remotas se veían obligadas a arreglárselas por sí mismas”, afirma Jean Nkuba, enfermero de MSF a cargo de la atención médica descentralizada en Salamabila.

En 2021, los representantes comunitarios informaron a nuestros equipos de más de 360 ​​muertes en la comunidad, lo que representó el 52 % del total de muertes registradas en las ocho áreas de salud que apoyamos[1]. La mayoría de esas muertes podrían haberse evitado con una atención inmediata.

“Decidimos acercar la asistencia médica a las comunidades mediante un sistema descentralizado de trabajadores de salud comunitarios”, explica Nkuba. “Nos centramos en las personas más vulnerables de la comunidad, es decir, niñas, niños menores de cinco años, mujeres embarazadas y lactantes”.

Todos los días, un trabajador sanitario comunitario de la aldea de Kimbala, visita por la mañana y por la tarde las casas donde sabe que hay personas enfermas.
Todos los días, un trabajador sanitario comunitario de la aldea de Kimbala, visita por la mañana y por la tarde las casas donde sabe que hay personas enfermas. ©Michel Lunanga/MSF

 

Para la comunidad y por la comunidad

“A primera hora de la tarde, mi hijo tuvo una diarrea intensa. Fui a ver al trabajador de salud comunitario de mi pueblo, que nos recetó zinc y suero oral. Esto sirvió de ayuda durante la noche, pero por la mañana la situación empeoró”, cuenta Azama, la madre de un niño de ocho meses. “El trabajador de salud comunitario me dio luego un volante para desplazarme al centro de salud más cercano y me aseguró que el tratamiento sería gratuito. Tras la consulta, nos trasladaron al hospital general y mi hijo fue finalmente atendido allí”.

Los trabajadores de salud comunitarios son personas de la propia comunidad, formadas por Médicos Sin Fronteras (MSF), que son capaces de tratar formas simples de malaria y diarrea, en la etapa más temprana de los síntomas, para prevenir complicaciones médicas evitables y muertes debido a un tratamiento tardío.

Los trabajadores de salud comunitarios se aseguran de que los pacientes reciban los medicamentos necesarios a tiempo. Y si los pacientes muestran signos de complicaciones, los derivan de inmediato a un centro de salud para recibir una atención médica más exhaustiva.

También evalúan si las niñas y niños menores de cinco años sufren desnutrición y pueden dar primeros auxilios a sobrevivientes de violencia sexual. “Estos trabajadores son supervisados, asesorados y guiados continuamente por los equipos de MSF”, dice Nkuba.

Actualmente se han habilitado puntos de atención comunitaria, gestionados por estos trabajadores, en 38 aldeas de la zona de salud de Salamabila, elegidas en función de su distancia a los centros de salud y del número de muertes comunitarias por complicaciones prevenibles registradas en los últimos meses.

Por el momento, los resultados de este sistema de atención descentralizada son alentadores. Entre enero y septiembre de 2022, los equipos de salud comunitarios realizaron cerca de 33,000 consultas a 27,700 niñas y niños y 5,200 mujeres embarazadas y lactantes. De esta manera, muchas complicaciones médicas fueron prevenidas o derivadas a tiempo, evitando consecuencias potencialmente fatales para muchos pacientes.

 

 

[1] De una población de 77,941 habitantes en las ochos áreas de salud apoyadas por MSF, según la pirámide de salud de Maniema.

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