María, Yohannes y Tedros, por sus compañeros

María Hernández, Yohannes Halefom y Tedros Gebremariam fueron asesinados el pasado 24 de junio en Tigray (Etiopía). Sus compañeros y compañeras de Médicos Sin Fronteras (MSF) los recuerdan.*

María Hernández, Yohannes Halefom y Tedros Gebremariam fueron asesinados el pasado 24 de junio en Tigray (Etiopía). Sus compañeros y compañeras de Médicos Sin Fronteras (MSF) los recuerdan.*
 

María Hernández

María tenía 35 años y era de Madrid, aunque el pueblo que la vio crecer es Sanchotello (Salamanca). Empezó a trabajar para MSF en junio de 2015 como coordinadora financiera adjunta en República Centroafricana (RCA), y más tarde ya como coordinadora financiera en Sudán del Sur (desde octubre de 2015) y en Yemen (desde mayo de 2017). Posteriormente, coordinó proyectos en terreno en Yemen, México, Nigeria, de nuevo en RCA y finalmente en Etiopía.
 
 
 

Mayur Kale, a quien María sustituyó en la coordinación del proyecto de Abi Adi (Tigray, Etiopía)

María tenía una personalidad que te obligaba a recordarla por su dedicación, por su pasión por hacer más, por su gorra de MSF de color negro, por sus largos rizos morenos y por su hermosa sonrisa. María representaba a la perfección el logo de MSF: una persona que corre, o en su caso más bien una mujer que desafía los límites.
 
María, como coordinadora, inspiró al personal y a las comunidades a trabajar por las personas más vulnerables. Su forma de ser directa y siempre sonriente no solo era expresión de su profesionalidad, sino que proyectaba sus increíbles habilidades diplomáticas. María era una persona que sabía lo que se necesitaba y lo que había que hacer. Estaba tan conectada con la comunidad que al director médico del hospital de Axum se le llenaron los ojos de lágrimas cuando nos expresó sus condolencias.
 
En Abi Adi residía mi alma y, cuando me dijeron que María sería la siguiente coordinadora del proyecto, sentí que no había nadie mejor para ceder mis responsabilidades. Helmer, el primer coordinador allí, era muy admirado por restablecer los servicios sanitarios en Abi Adi. Yo solo era un hombre que llenaba el vacío y daba paso a otra persona admirada, una “diosa” cuyo trabajo en Tigray (iniciando los proyectos en Adigrat y Axum y continuando en Abi Adi) nunca será borrado, por nadie. Incluso en su último viaje, estaba haciendo lo que realmente le gustaba: abrir un camino para las personas heridas, para las personas que aún no habían recibido ayuda. 
 

El equipo de México

Tenemos el corazón roto. Solo nos queda agradecer profundamente a María sus ánimos y su entrega el año que tuvimos la suerte de trabajar, compartir y aprender de ella. Dejó huella en muchos de nosotros. Nos compartió su historia, nos contagió su imborrable sonrisa y su energía. Era una mujer que no paraba. Recorrió el país de norte a sur para asistir a las personas migrantes y refugiadas; en tan solo un año generó cambios y nos inspiró con su compromiso y entrega. Su legado es su trabajo y seguirá estando presente en todo lo que hacemos en la ruta migrante: “Seguiremos haciendo lo que sabemos hacer mejor”.
 
Nos resulta muy injusta su partida. Sentimos una profunda tristeza. Ha sido devastador. Hay vidas que, aunque breves, dejan a su paso una huella imborrable. En el caso de María, a pesar de la indignación y la rabia, preferimos celebrar su vida. Corta, efímera, pero relevante y llena de sentido como ejemplo para los demás. Esperamos poder transformar estos sentimientos que nos abruman en energía para honrarlos con nuestro trabajo. Eso hubiera hecho María.
 
 
 
 

Evrard Obawa, que coincidió con María en República Centroafricana, en el equipo de emergencias EURECA

 
Me faltan las palabras para dar testimonio de esta valiente mujer, muy excepcional y siempre sonriente, con capacidad para motivar y crear un buen clima de confianza en su equipo.
 
Seguimos llorando a María, que cayó en el transcurso de su trabajo humanitario. Ella misma lo confirmó en su mensaje de despedida a nuestro equipo cuando se marchó: “Por vosotros, que vacunasteis a todo niño que se moviera, que respondisteis a la ‘epidemia de embarazos’ con buen humor y siempre pedíais hacer más, ir más allá… Si los coches no pasan, ¡vamos, vacunaremos en moto!”.
 
Querida María, este mensaje confirma tu compromiso y motivación para trabajar con MSF. Adiós, María Hernández, ve en paz, Charly Tango, y que la tierra de tus ancestros te sea leve.
 

Shinjiro Murata, director general de la Oficina de Japón, que trabajó con María en Sudán del Sur

María era una persona de corazón cálido, sonrisa permanente y carácter alegre. Dondequiera que estuviera, la gente sentía la suerte de estar a su lado. Fue un honor para mí trabajar con ella en Sudán del Sur en 2015 y 2016. 
 
María no solo era excelente en su trabajo, sino que tenía un gran apetito intelectual. Le gustaba participar en los debates. Un día, nos dijo sobre sus próximos pasos: "Quiero ser coordinadora de proyectos". Después de Sudán del Sur, me enteré de que había ido a misiones difíciles, como la de Yemen. Puedo imaginar que, en esta última en Tigray, sentía la enorme responsabilidad de responder a las necesidades de las personas. Era una mujer maravillosa y una gran humanitaria.
 
Es una pérdida tremenda para MSF. Para todas las personas que conocen a María, sigue siendo difícil creer lo que le ha ocurrido. Pero tenemos que seguir adelante. Tenemos que seguir adelante por ella y por las personas que nos necesitan. 
 
 
 

María José Sagrado, epidemióloga de MSF, que trabajó con María en Yemen

Querida María, desde el primer día me ayudaste a sentirme como si hubiera llegado a casa. Tenías esa capacidad de cuidar al equipo y de hacernos sentir que, aun en medio de tanto horror y tristeza –que es lo que son las guerras–, nosotros éramos una gran familia y estábamos allí para hacer lo que mejor sabíamos hacer: ayudar a los demás.
 
Recuerdo que pasé allí el día de mi cumpleaños y me regalaste un pañuelo para la cabeza igual que el tuyo, porque te dije que me encantaba el que llevabas.
 
Una de las cosas que más me gustaba era compartir tiempo contigo después del trabajo, en el tejado de la oficina de Saná. Se convirtió en uno de mis momentos favoritos del día; nos contábamos cómo había ido la jornada o sencillamente mirábamos a los tejados de la ciudad y pensábamos en la gente de Yemen, o nos contábamos nuestras cosas, dos chicas madrileñas de unos 30 años.
 
Eras especial, María. Tenías ese “algo” que muy poca gente tiene y que llega al corazón y se queda para siempre. Eras una mente inquieta, siempre con una sonrisa en la cara y una mirada limpia y pura, una gran persona y una maravillosa mujer. Siempre estarás en nuestros corazones. Descansa en paz, compañera. ¡Vuela alto!
 
 

Ana de la Osada, que coincidió con María en Sudán del Sur

“Vas a llegar lejos en MSF”. Esto fue lo que pensé poco después de empezar a trabajar con María en Yuba, en Sudán del Sur. Hacía unos meses que ella había comenzado en MSF y trajo en su mochila un montón de ilusión y de energía. Siempre curiosa y atenta a los detalles, con gran capacidad para analizar las cosas y con humildad para preguntar aquello que no sabía o entendía. Creo que Sudán del Sur en 2016 fue una buena escuela para reforzar en ella, aún más, el deseo de crecer dentro del mundo humanitario. No me equivoqué. María llegó lejos en MSF, tan lejos como pudo. Qué pena que la hicieran parar en el camino demasiado pronto.
 
Si hay algo que recuerdo de aquel tiempo son los trayectos en coche cada mañana, desde nuestra casa a la oficina. Para empezar con buena energía el día, creamos una playlist de canciones que nos acompañaban durante todo el recorrido. Si algún día yo tenía menos ganas para conectar la música, ahí estaba el “¡venga, Osadilla!” de María para animarme a ponerla, sobre todo en momentos complicados que pasamos debido a la situación del país. Pura energía y empuje: así era ella.
 
Gracias, amiga.
 
 

El equipo de Colombia 

No tuvimos el placer de conocer a Yohannes y Tedros, pero María era amiga y compañera de varios de nosotros. Quienes la conocimos coincidimos en lo mismo: era una persona de una excelencia humana infinita, una persona maravillosa, preciosa en toda la magnitud de estas palabras. María era solidaria, empática, humana, encantadora, generosa, cercana, una profesional excelente, y desprendía esa felicidad, esa emoción por lo que hacía y creía y esa alegría única. Era luz. De Yohannes y Tedros nos llegan las mismas palabras de todos sus compañeros, y reconocemos su valiosa entrega en su trabajo y hacia su propia comunidad.
 
 
 

Yohanes Halefom Reda

Yohannes nació el 3 de noviembre de 1991 en Mekele (Etiopía), donde estudió una maestría en Salud Pública mientras era líder de la asociación estudiantil. Fue director médico del Hospital de Samre (en el sureste de Tigray) y trabajó para otras organizaciones internacionales antes de unirse a MSF el pasado febrero. Desde entonces, era coordinador asistente en nuestro proyecto de Abi Adi, que ayudó a abrir.
 
 
 
 

Helmer Charris, coordinador de proyecto en Abi Adi hasta marzo de 2021

 
Cuesta describir a alguien con el que has trabajado tan cerca, pero me gustaría honrar su memoria. Creo que, desde el principio, cuando empezamos el proceso de reclutamiento, estaba claro que Yohannes era un joven brillante y bastante elegante en su forma de hablar y dirigirse a la gente. Siempre se mostró muy respetuoso. Tenía una delicadeza que contrastaba con su físico, porque era un tipo grande. Fue el mejor candidato para el puesto y a todos, sin excepción, nos pareció que era una persona con un futuro prometedor. Estábamos contentos de que se uniera al equipo. Recuerdo que en su currículum, debajo del nombre, había escrito un lema que decía: “Mi sueño es que todo el mundo tenga acceso a la salud”.
 
Para mí, Yohannes siempre fue como mi media vida: era siempre muy consciente, entendía muy bien los principios de MSF, y mantenía en todo momento una cierta serenidad, a pesar de seguir con preocupación la evolución del conflicto en Tigray.
 
Uno de los recuerdos más vivos que tengo de Yohannes es su gentileza y serenidad, y sus constantes comentarios de que pronto podría regresar a Mekele para casarse con su prometida. Decía que le gustaría que pudiéramos volver a Tigray cuando fuera una tierra de paz, para poder ver todas las cosas maravillosas de la región y admirar su paisaje y, sobre todo, para conocer a su familia y a su futura esposa. Tenía la esperanza de que la intervención en Abi Adi fuera solo algo temporal, porque en un futuro cercano la paz iba a llegar a Tigray.
 
 

Momoh Sieh Turay, logista en Abi Adi hasta abril de 2021

Yohannes era un hombre increíble. Lo conocí en sus primeras horas en MSF, cuando planeábamos una evaluación de las necesidades en la zona para abrir el proyecto de Abi Adi.
 
Era una persona tranquila y respetuosa, le gustaba lo que hacía, disfrutaba del trabajo. Recuerdo que me dijo: “He trabajado para otras organizaciones antes, pero ahora siento que estoy aprendiendo”. Nunca expresó queja alguna. Siempre se esforzaba por comprender las necesidades de la población y lo que MSF podría hacer para ayudar. Es una pérdida tremenda para la organización. Rezo para que, dondequiera que esté, sea feliz.
 
 
 

Mayur Kale, coordinador del proyecto de Abi Adi entre marzo y abril de 2021

Yohannes era un humanitario brillante y comprometido, que se ganó el respeto no solo de sus colegas, sino también de las personas a la que asistíamos en todos los rincones de Tigray. Defendía con pasión que la población tenía que recibir servicios médicos gratuitos y accesibles y trabajó duro para hacer llegar la ayuda a las áreas más remotas. Recibía una gran cantidad de llamadas de gente, una responsabilidad que aceptaba con gusto. Y cada vez que recibía una, estaba preparado.
 
En Abi Adi, junto con otros sanitarios y trabajadores, se esforzó por restablecer el sistema de salud, que cubría a una población de medio millón de personas. Trabajó mucho para garantizar que hubiera electricidad en el hospital, para restaurar la red móvil y así mejorar el acceso a la atención médica en la periferia, para poner a resguardo las ambulancias y que pudieran ser utilizadas para los pacientes. Yohannes siempre estaba listo para todo y siempre estará con nosotros.
 
Yohannes o “John”, como se le apodaba con cariño, se había unido a MSF hace solo cinco meses, pero era un humanitario de raza y sentía MSF con pasión. Como supervisor suyo, la última frase que escribí en su evaluación fue: “¡Te deseo buena suerte en el futuro y espero que volvamos a encontrarnos en el mundo de MSF!”. Lamentablemente esto no podrá ser así. Volver a Abi Adi, “la gran aldea”, ya no será lo mismo. El vacío y la pérdida solo se pueden llenar honrando su memoria y siguiendo con el trabajo por las personas necesitadas. 
 
 

Igor García, responsable de Comunicación de la Unidad de Emergencias

Conocí a Yohannes durante una visita a Tigray en marzo para documentar cómo el conflicto estaba golpeando a la población en diferentes puntos de la región. Abi Adi era el último proyecto que MSF España había abierto allí.
 
Yohannes me acompañó en todo momento durante varias visitas a escuelas, que se habían convertido en el epicentro de una crisis de desplazamiento enorme. Pasamos horas entrevistando a hombres y mujeres que lo habían perdido todo, a menudo incluso a seres queridos, que dormían al raso con niños pequeños, luchaban cada día por poder llevarse algo a la boca tras haber estado en movimiento durante semanas o meses y tenían la incertidumbre de no saber a qué futuro atenerse. 
 
Cada conversación nos creaba un nudo en la garganta y, en ocasiones, era imposible continuar. Teníamos que parar unos momentos para sobrellevar las emociones. Recuerdo la entereza y profesionalidad de Yohannes. Recuerdo los silencios, las miradas de comprensión, los gestos de empatía y, pese a la dificultad de escuchar de su propia gente historias tan duras y atroces, Yohannes mantenía la templanza y un compromiso indestructible por ayudar a humanizar, a poner rostro y a explicar de la manera más fiel posible las consecuencias de una guerra no deseada por nadie y que tomó a todos por sorpresa. Descansa en paz, compañero.
 

Tedros Gebremariam

Tedros tenía 37 años y creció en la ciudad de Abi Adi, en la zona central de la región de Tigray. Se educó en el colegio de Abi Gidi, antes de licenciarse en la Escuela Técnica y Profesional de Abi Adi, en 2008. Se unió a MSF el pasado mayo, como conductor, trabajo que ya había desempeñado en varias empresas.
 
 
 

Negin Allamehzadeh, responsable de Comunicación en Tigray

Su amigo de toda la vida Haftom, también compañero en MSF, nos contaba que, de niño, a Tedros le encantaba jugar fútbol y que, cuando salían del colegio, lo que más les gustaba era recoger leña, encender un fuego y cocinar injera**. 
 
Haftom le recuerda como una persona sabia y centrada y para quien tuviera el placer de conocer a Teddy, -como le llamaban todos sus amigos-, es fácil entender qué quiere decir. Teddy era una persona tranquila y amable, con un espíritu generoso. 
 
Cuando nuestro equipo llegó por primera vez a Abi Adi, los negocios estaban cerrados y Teddy ofreció su experiencia y su tiempo para ayudarnos a encontrar piezas para arreglar nuestros vehículos y que pudiéramos seguir llegando a las comunidades rurales para acceder a las necesidades médicas.
 
El mayor de dos hermanos, era una persona centrada y trabajadora. Su interés por los coches le llevó a aceptar su primer trabajo como conductor para una empresa de energías renovables en Wukro, antes de volver a Abi Adi para conducir para el banco Wegagen. Con el tiempo, montó su propio negocio de taxis durante varios años y fue en mayo cuando Teddy se unió oficialmente a MSF como conductor, junto con su hermano menor, que se incorporó a la organización como guardia de seguridad.
 
Teddy vivía en Abi Adi con su mujer y sus dos hijas: una niña de 8 años y una bebé nacida hace menos de tres meses. A Teddy lo que más le gustaba era pasar tiempo con su familia y con su madre; estaba orgulloso de poder cuidar a su madre, que había trabajado mucho en el mercado todos los días para mantener a sus dos hijos. Y le encantaban las películas de Bollywood; sus favoritas las veía a menudo después del trabajo, con Haftom.
 
Teddy trataba siempre a todos con gentileza y respeto. Así lo recuerdan: pacífico, sociable, amable y, sobre todo, generoso. Todos lo queríamos. Duele mucho perderlo.
 
 
 
 
* Son muchas las personas que habrían querido contribuir a estos recuerdos y son muchas las que faltan. Hemos recogido los primeros testimonios que nos han llegado en estos días de dolor. Los problemas de comunicación y de movimiento en Tigray han dificultado la recogida de más testimonios sobre Tedros. Las contribuciones han sido editadas para igualar en la medida de lo posible la longitud de los textos.
 
** Torta ácida tradicional etíope hecha con harina de tef, un cereal local.
 
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